La autora Francine Vidal se basó en un cuento del folclore oral francés para escribir “El sapo de la boca grande”. Además de emplear una forma de escribir simple y basada en las repeticiones, el collage de Elodie Nouhen capta los matices de las aventuras del sapo protagonista. Dicho sapo vive de forma tranquila en un nenúfar en un pantano. No obstante, un día se cuestiona su propia existencia y, concretamente, su propia dieta. Harto de comer solamente moscas, el sapo emprende un viaje para probar otras posibilidades en su alimentación. La historia transcurre con el sapo preguntando al resto de animales qué suelen comer y las decepciones o sorpresas que el protagonista se lleva. Es imposible no ver el paralelismo entre nuestro querido sapo y cualquier niño, el cual pronto se cansa de lo que tiene y se encapricha con lo que tienen los demás. Otro paralelismo entre el sapo y el comportamiento infantil es la forma de preguntar, pues todos sabemos que los niños son muy inquisitivos y su afán por conocer les llevará en ocasiones a formular cuestiones incómodas.
Si te gustan las historias protagonizadas por un amo y su inseparable mascota, “El oso más grande” es un buen paradigma. Johnny Orchard siente que su padre no es lo suficientemente valeroso porque no consigue cazar nunca un oso, mientras que el resto de vecinos sí y exhiben en sus salones las pieles del botín. Harto de ello, Johnny decide cazarlo él mismo, y lo que consigue es un cachorro al que llevará vivo a casa y el cual será su mascota. Johnny no quiere desprenderse de él y esto cada vez le causa más problemas, sobre todo porque el oso se convierte en el más grande que sus vecinos hayan visto. Cuando parece que la salida es sacrificar al animal, Johnny consigue enviarlo al zoólogico y en adelante lo visita a menudo. Se trata de uno de los cuentos más célebres de la autora Lynd Ward, y con él ganó la Medalla Caldecott. La trama alcanza cierto tono agridulce pero en ningún momento alcanza un dramatismo extremo.