Uno debe gozar de cierto prestigio y reconocimiento para atreverse a recoger el testigo de los clásicos infantiles y darles una vuelta de tuerca. La poetisa británica Carol Ann Duffy hizo lo propio con dieciséis relatos de los irrepetibles Hermanos Grimm. Duffy rescató las historias de los Grimm y las varió sin modificar su espíritu oscuro, perverso y divertido original. De hecho, lo que nunca ha querido Duffy es caer en edulcorar las tramas. Manteniendo toques macabros, eso sí, el lector tendrá generalmente una sensación mayor de satisfacción porque los protagonistas suelen salir mejor parados. “Rumpelstiltskin y otros cuentos de Grimm” nació en 1999 a partir de una obra de teatro de dos años antes en la que la propia Duffy habría participado. El estilo poético, musical y rítmico de la autora también se deja entrever en el texto, al tiempo que las ilustraciones carentes de color de Prachatická complementan sin desvirtuarlo. Y es que uno podrá redescubrir cuentos como la “Cenicienta” o “Blancanieves” intentando percatarse de las diferencias manifiestas. Quién sabe, quizá os acaben cautivando más estas versiones que los originales.
La archiconocida Ana Maria Machado, posiblemente la autora infantil más célebre de Brasil, irrumpió por enésima vez entre los niños lectores con este cuento de tintes medievales que versa sobre la búsqueda de la felicidad en la infancia. El protagonista es el pequeño príncipe Ricardo, quien no alcanza la plena felicidad porque no tiene un caballo. Posee juguetes y casi todo lo que pueda desear, excepto un compañero equino. De esta forma, el título del cuento sirve como lema del príncipe, quien tras clamar “Mi reino por un caballo” recibe visitas de caballos de todo tipo, reales y de juguete. Como niño que es, empieza a cumplir su sueño con uno de juguete, ayudando a los desfavorecidos, viviendo aventuras y salvando a los que están en peligro. Sus buenas intenciones acaban calando en su padre, el rey, el cual aprecia todo lo que Ricardo ha hecho y le regala un caballo de verdad. Machado nos habla esta vez sobre la compleja psicología infantil de cara a ser felices, pues unas veces cuesta mucho y otras se consigue con poco.
De seguro que todos los escritores habidos y por haber tienen una deuda pendiente con sus iguales previos. Es decir, todo autor ha recibido inspiración de sus compañeros de profesión. A pesar de esta obviedad, lo cierto es que no todos saben reconocerlo debidamente. Eleanor Farjeon sí. Y es que esta novelista británica mezcló vivencias de la infancia y la influencia literaria que otros habían tenido sobre ella en “La pequeña biblioteca”. Este compendio de cuentos reúne casi una treintena de historias al estilo de los cuentos de hada y fantasía tradicional. Farjeon se sitúa en la biblioteca de su hogar y la torna epicentro de un revoltijo de ideas surgida de sus experiencias, hechos históricos y lecturas como la poesía renacentista o los mitos del Antiguo Egipto. En la obra se vislumbran referencias a los hermanos Grimm, Oscar Wilde y Hans Christian Andersen, entre otros. Una recopilación de visita obligada esta biblioteca de Eleanor Farjeon.
“La princesita que tenía los dedos mágicos” es un libro infantil que amenizó muchas tardes e infancias en la difícil España de la posguerra. Premio Nacional de Literatura, este cuento de hadas con estilo ligeramente socarrón se sirvió del éxito de su autora, María Luisa Gefaell, para convertirse en todo un clásico. En él se nos cuenta la tradicional historia de reyes, y princesas. No obstante, la princesa protagonista, hija del rey bueno, no es feliz porque un malvado mago le ha hechizado para que no vea el lado bueno de cada cosa. El hada, al rescate de la protagonista, le aplica por otro lado un hechizo para que todas sus acciones sean bondadoas. En esta lucha de equilibrios la princesa sentirá lo que es ser feliz, pero el rey malo y su hijo, un príncipe todavía más mezquino, le devuelven el pesimismo. La novela transcurre a través de diez cuentos que son una catapulta de los ideales de solidaridad de María Luisa Gefaell. El colorido de las ilustraciones, a cargo de Pilarín Bayés, está cargado de detalles humorísticos y enriquecen cada uno de los cuentos presentes en este clásico de la infancia en España.
“Pío, pío” es uno de los libros más importantes de la literatura infantil eslovaca. Su autora, Lúdmila Podjavorinská, fue la primera mujer en publicar un poemario en su país. Se le considera muy importante en la literatura moderna de Eslovaquia, sentando cátedra a pesar de las dificultades que pasó durante su vida. Estas complejas situaciones son las que nutren el argumento de “Pío, pío”. El protagonista es Cimo Cimcarara, un gorrión que es padre de familia y que tiene una personalidad muy peculiar. Unas veces se siente bravo y con ganas de hacerlo todo, mientras que otras es vago y caprichoso. Está casada con una gorriona, la cual también cambia a medida que avanza el cuento. A través de las vicisitudes de la familia que ambos forman se alecciona a los niños sobre el comportamiento que hay que mantener en cada etapa de la vida, y la importancia de mostrar madurez ante cualquier situación.
Este libro es una compilación realizada por el mitólogo Andrew Lang, fanático de las antologías, y su esposa, Leonora Alleyne. En él se unen muchos relatos populares sobre hadas. El libro fue ampliado con una colección de 10 ejemplares más. Las historias que contiene pueden tener moralejas muy crudas, para lo cual el adulto que narra el cuento juega un papel esencial como elemento tranquilizador y catalizador de las moralejas. En ellos aparecen personajes de todos los tipos, con una imaginación ilimitada. Como dato peculiar, uno de los cuentos incluidos en el libro es el famoso “La bella y la bestia”.
Aunque la Baronesa d’Aulnoy escribió los famosos “Contes de Fées” para un público adulto, el impensable éxito alcanzado por éstos los llevó a convertirse en un clásico del siglo XVIII. Posteriormente, dichos cuentos fueron traducidos al inglés y adaptados para el divertimento de los más pequeños, donde se consagraron definitivamente.
Al igual que sucede con otras antologías citadas, los “Cuentos de hadas” proceden de la transmisión oral, y la Baronesa d’Aulnoy los supo captar y adaptar con un bello lenguaje (al principio, quizá, un poco complejo). También posee un toque personal fruto de la propia vida de la autora, incluyendo a menudo heroínas en ellas. Algunos ejemplos son “El príncipe jabalí”, “El serpentón verde” o una versión de “La Bella y la Bestia”.