El contenido de “Luna de búho” es puramente lírico. El libro de Jane Yolen puede ser una de las mejores introducciones poéticas para los niños, ya que los versos están acompañados de las imágenes de paisajes nevados de John Schoenherr. La historia gira en torno a una niña que es llevada por su padre en medio de la nieve para ver un búho por primera vez. La pequeña protagonista quedará fascinada no sólo por el búho, sino por otras maravillas naturales que irá descubriendo. Es un cuento que resulta muy interesante para despertar la curiosidad por la naturaleza, para venerar las maravillas que nos rodean y para impulsar el respeto por el medio ambiente. También resalta la importancia del amor paternal. Todas estas cualidades lo convirtieron en el ganador de la Medalla Caldecott en 1988. El trasfondo está basado en experiencias propias de la autora en su granja de Nueva Jersey.
La historia que se cuenta en “Por fin un poco de paz” podría ser la de cualquier familia en su día a día. Con ella, al niño se le pide que entienda el sacrificio que sus padres están haciendo por él. La premisa es sencilla: un oso, padre de familia, no puede conciliar el sueño por la cantidad de ruidos que hay en su entorno. El hijo y la madre se despiden para irse a dormir, donde Jill Murphy sabe mostrar a la perfección la rutina nocturna. El padre también se acuesta al mismo tiempo, pero no logra dormirse. Sale de su cama y prueba a tumbarse en todas las habitaciones de la casa, pero nada. Finalmente, con las primeras luces del alba, cae agotado encima de su coche. Con las fuerzas que le quedan logra volver a su cama, pero pronto su esposa y su hijo se despiertan y le obligan a alzarse. Aunque Murphy transmite hábilmente con sus imágenes el cansancio del papá oso, resulta muy entrañable ver cómo éste se derrite ante su hijo cuando éste va a despertarlo. Se trata de un magnífico libro que llegó a ser finalista de la Medalla Kate Greenaway.
“El dragón de mi padre” es el típico relato que los niños adoran y que es perfecto para contarlo justo antes de que éstos se vayan a dormir. El protagonista es Elmer Elevator, el cual se encuentra con una gata malherida a la que rescata y cuida. La gata es mágica, y le avisa a Elmer de la existencia de un dragón pequeño que cayó de una nube. El dragoncito no puede volar porque se hizo daño y hay gente que lo utiliza como transporte, abusando de él. Elmer decide entonces emprender una aventura hacia el lugar donde se encuentra el dragón, Isla Salvaje. El espíritu decidido del protagonista lo lleva lejos de su hogar a un sitio fantástico donde se ve obligado a usar su ingenio para sobrevivir. Al final se desvela que el narrador es el propio hijo de Elmer. Esta historia, escrita por Ruth S. Gannett e ilustrada por su madrastra, recibió el premio Newbery Honor Award y el A.L.A. Notable Book. Tuvo un par de secuelas, también exitosas. Aúna fantasía, aventuras y un espíritu alegre que fascina a los más pequeños. Por ello, las aventuras de Elmer deberían ser imprescindibles en cualquier infancia.
“Los chicos del tren” es otra novela de Edith Nesbit en la que los niños son protagonistas. Además, no son los mismos niños que otras de sus novelas como “Los buscadores de tesoros” o “Cinco niños y eso”. Sin perder su crítica social, en esta novela los hermanos Bobbie, Peter y Phyllis deben hacer frente a sus penurias económicas al tiempo que intentan averiguar por qué han secuestrado a su padre. La madre y su doncella no les dan respuestas, y cada vez tienen menos dinero. Viéndose obligados a vivir en el campo, los niños entonces quedan fascinados por las vías del tren que pasan cerca de su casa. Así se hacen amigos de los trabajadores y viven aventuras a costa de los viajeros que pasan cerca de ellos. Todo ello sin viajar realmente. Finalmente, descubren que su padre fue llevado a prisión injustamente por espía, y con la ayuda de un caballeroso viajero, consiguen liberarlo. Se trata de una historia conmovedora que muestra que no es necesario tener dinero para divertirse.