Como el “Cuento de Navidad” de Charles Dickens, “El expreso polar” resuena en los recuerdos navideños de la infancia de cualquier niño o niña. La magia de este clásico moderno de Chris Van Allsburg se extiende hasta nuestros días, y nos impregna de nostalgia durante la Navidad. El protagonista, nada crédulo ante esta época del año, se monta en el Polar Express en contra de su voluntad. El tren está atestado de niños en pijama que también se dirigen al Polo Norte. El niño que protagoniza la historia no se deja sorprender por Santa Claus ni por sus regalos, y humildemente solicita como presente un cascabel de un reno. A la mañana siguiente el niño no sabrá discernir si lo que ha vivido era un sueño o la realidad. Esa experiencia, envuelta en una atmósfera cálida y mágica, nos ha acompañado en algún momento de nuestra niñez, y por ello gusta tanto esta excelente obra, más que merecida Medalla Caldecott en 1986.
La excelente Eva Eriksson escribió e ilustró este libro que trata la importancia de que los niños vayan ganando confianza poco a poco, y cómo los adultos podemos ayudar en ello. Malla es un cerdito de juguete al cual su abuelita (que, por cierto, es un Oso Polar) le ha encomendado la tarea de ir a comprar judías. En la verdulería, a Malla se le olvida lo que tiene que comprar y regresa con un saco de patatas. La misma situación se repite varias veces, hasta que finalmente Malla logra llevar a cabo su tarea de manera impecable. En este relato, Malla, por suerte, tiene una abuela comprensiva que le ayudará a superarse y a ganar autoconfianza. El hecho de sentirse responsable es algo en que los niños deben ir progresando, y es labor de los adultos hacerlos sentir que mejoran y que lo están haciendo bien. Los dibujos de Eriksson son cálidos, como la historia, y también se nota el toque surrealista de la autora sueca. “Malla va a comprar” es un libro aleccionador tanto para niños como para aquellos adultos que pierden la paciencia educando.