Si se ha comentado que la literatura escandinava ha gozado de éxito en todos los rangos de edad, especialmente el infantil, y durante tanto tiempo, un paradigma es el sueco Ulf Stark. En “Las mágicas zapatillas de mi amigo Percy” se rodea del ilustrador finlandés Olof Landström para contar una historia mágica y enérgica. El protagonista, llamado Ulf como el autor, carece de confianza y amor propio, sensaciones que se intensifican cuando un chico valiente y fuerte llamado Percy llega al colegio. Percy y Ulf se hacen amigos, y el valeroso Percy confiesa al protagonista que todo se lo debe a sus zapatillas, que son mágicas. Le promete que al renovarlas, se las dará. Ulf le da a Percy muchos de sus objetos personales, y consigue las zapatillas ya utilizadas de su nuevo amigo. Ulf cambia al instante y adquiere las virtudes de Percy, ganando autoconfianza y motivación. El niño que lo lea, no obstante, cuestionará si eso es cierto o se debe a la psicología moldeable de Ulf. Stark nos habla de la amistad de una nueva forma, y la importancia de tener contento a un joven para que pueda perseguir sus sueños y no se rinda ante las adversidades. Tal fue el éxito que esta primera entrega acabó siendo el origen de una trilogía.
Una de las relaciones más sinceras y bonitas que un niño tiene es con sus abuelos. Éstos siempre dan todo sin pedir nada a cambio, y al no ser los responsables directos de los pequeños no se ven en la obligación de reñirles o aleccionarlos. Esta entrañable historia es la que nos ofrece el sudafricano Niki Daly en “No tan rápido, Songololo”, además ambientada en un marco incomparable como es la diversa y dinámica Sudáfrica posterior al apartheid. Songololo es el apodo con el que la anciana Gogo llama a su nieto. Éste realmente tiene por nombre Malusi. Gogo solicita la ayuda de su nieto para ir de compras, y Songololo acepta de buena gana. Con mucho respeto, Malusi ansía unas zapatillas nuevas, pues las suyas están a punto de romperse, pero no se atreve a pedírselas a su abuelita. Ésta, como compensación a su ayuda y percatándose de los deseos de su nieto, acaba adquiriéndole unas preciosas deportivas de color rojo. Malusi no cabe en sí de alegría, y valora su nuevo regalo y lo aprovecha al máximo, como una persona de bajo poder adquisitivo suele hacer con los detalles que han tenido con él. Malusi está tan entusiasmado que la pobre Gogo queda atrás en la calle, y debe pedir a su nieto que no vaya tan rápido, dando nombre al emotivo título de este inigualable cuento, premiado con el Horn Book y el Fanfare en 1987.
“Zapatillas de ballet” cuenta la historia de una familia que, aunque heterogénea, puede permanecer unida y quererse como cualquier otra. Matthew Fossil, llamado cariñosamente Gum, debe hacerse cargo de tres niñas de orígenes diferentes. Por un lado, Posy es dejada en casa de Matthew en una cesta con unas zapatillas de ballet. Por otro, Petrova es de ascendencia rusa y Pauline ha logrado salir viva de un naufragio. La historia transcurre entre las clases de teatro y ballet de las tres hermanas, lo cual puede parecer tedioso. Sin embargo, el ritmo es llevado magistralmente por Noel Streatfield alternando las lecciones con la rutina familiar. La autora consigue mostrar el afecto que se pueden tener tres personas a priori no unidas. Las hermanas Fossil llegan a triunfar por separado y deben lidiar con el peso de la fama. Otros valores que “Zapatillas de ballet” discute son el talento, el esfuerzo, la incomprensión y el conformismo. Al fin y al cabo, el ballet es sólo una excusa para tratar temáticas de mayor significado que el hilo argumental del cuento.