Uno de los mayores bombazos comerciales de la literatura infantil en Estados Unidos es la serie “Si le das a…”, de Laura Joffe Numeroff. Ésta archiconocida saga se inició con “Si le das una galletita a un ratón”, y ya dispuso los cimientos que caracterizarían al resto de entregas. Las ilustraciones de Felicia Bond cautivan al lector al tiempo que éste se sumerge en refranes, ideas y tretas originalmente escritas. Uno de los principales temas a tratar son las reacciones en cadena, y cómo un acto acarrea consecuencias. Como es de imaginar, la aparentemente inofensiva causa ocasiona un efecto delirante y nada lógico, el cual maravillará a los niños. Indirectamente también se está describiendo la insatisfacción de los más pequeños, quienes a menudo muestran una curiosidad insaciable. En este libro precisamente caen presos de la curiosidad, y no es de extrañar que los lectores más avezados memoricen sus líneas y las repitan en voz alta. Todo un clásico que gustará a niños y a padres casi por igual.
De la saga homónima, este libro es realmente el segundo de la misma. La saga completa de “La casa de la pradera” cuenta la infancia de la autora, y se inició con el fabuloso “La casa del bosque”. En este libro se cuenta el viaje de la pequeña Laura Ingalls con su familia desde Wisconsin hasta Kansas. Los padres de Laura muestran una actitud positiva que intentan transmitir a la niña para que se sienta segura a lo largo del viaje y para que distraiga su mente de los peligros del camino. La precisión histórica del relato es admirable, y se describen paisajes, vestimentas, costumbres y la presencia de los nativos norteamericanos. Como en otras novelas de Ingalls, la mirada es más adulta de lo que puede parecer, y la melancolía y crudeza conviven con la inocencia de la pequeña protagonista. Una imprescindible de la literatura infantil de Estados Unidos.
La segunda novela de Laura Ingalls Wilder tiene un protagonista masculino. “Un granjero de diez años” está inspirado en la vida del marido de la autora y, al igual que el resto novelas de Ingalls, es un vivo retrato de la vida en Estados Unidos a lo largo del siglo XIX. Almanzo es un chico de nueve años que sueña con ser granjero y así suceder a su padre. Por ello, todos los días se levanta temprano para hacer labores en la granja antes de marchar hacia la escuela. Almanzo disfruta esquilando ovejas, alimentando al ganado y limpiando el establo. De igual forma, lo que más divierte a Almanzo es montar a caballo. Igual que en otros casos, el propósito de Ingalls es mostrar la vida rural de su país con una presentación histórica impecable y una melancolía propia de un estilo de vida antaño muy extendido pero ahora casi olvidado.
La prestigiosa Laura Ingalls escribió “La casa del bosque”, su primera novela, cuando tenía más de 60 años. Igual que el resto de narraciones de Ingalls, “La casa del bosque” contiene retazos de las memorias de la autora y de sus antepasados. En este caso en particular, la protagonista, también llamada Laura, vive con su familia en una casa hecha de madera en medio del bosque. La familia está formada por su hermana mayor, por un bebé y por sus padres. Aprendiendo de todo lo que su padre hacer, la familia sobrevive en la inmensidad de la naturaleza sin tener ningún pueblo u otras casas próximas a ella. La vida en el bosque transcurre entre la caza de animales, la elaboración de queso y mantequilla, el curtido de pieles o la diversión en torno al fuego. “La casa del bosque” es una experiencia rural inigualable, pues además de los valores del campo se mantiene en todo momento un tono nostálgico y el realismo que alcanzan las novelas de Laura Ingalls es notable.
Las extravagantes aventuras de los protagonistas de la serie “La familia Bobbsey” siguen entreteniendo a niños ávidos de historias curiosas. Éste es el primer libro de una saga que se prolongó durante 75 años, la cual fue obrada por escritores anónimos. Los protagonistas son 4 hermanos, dos de 12 años y otros 2 de 6 años de edad. Nan, Bert, Freddie y Flossie resuelven misterios como si fueran puros detectives. Al estilo de Sherlock Holmes, la policía colabora incluso con ellos. Esta premisa puede parecer surrealista, pero a un niño le sirve para sentirse identificado con ellos y creerse capaz de realizar hazañas como los Bobbsey. Sirve para despertar su curiosidad y para abrir un mundo de soluciones a problemas mundanos que en ocasiones queremos exagerar. “La familia Bobbsey” cuenta una historia exagerada pero encantadora, de las que gustan a los lectores más intrépidos sin reparar en el realismo de la situación.