Es posible que muchos de nuestros lectores desconozcan a qué historia nos referimos si la llamamos “Los incursores”. Pero si, por otro lado, la llamamos “Los Borrower”, seguro que a más de uno le arrancaremos una sonrisa. Desde su exitosa publicación en 1952 (ganó la Medalla Carnegie), esta peculiar novela de Mary Norton ha acompañado a muchos pequeños lectores. Además, su fama se volvió a catapultar con la adaptación cinematográfica protagonizada por John Goodman. Los incursores son unos diminutos seres, que parecen personas del tamaño de un lápiz, que viven ocultos en los recovecos de las casas. La vida de los incursores gira en torno a evitar ser descubiertos, y a poder sobrevivir con lo que pueden “tomar prestado” de los humanos. El momento en que alguno de ellos es encontrado es inevitable, y la tensión pasa a desplazarse a saber cómo reaccionarán los humanos adultos frente a su presencia. La novela, con mucho ingenio, profundiza en el arraigo familiar, y en el permanecer unidos en los peores momentos, así como en la amistad. De esta forma, uno mismo puede verse reflejado en la forma de vivir de estos entrañables seres, a la sombra de gigantes y con miedo de ser maltratados por otros más poderosos. Hecho que, por suerte, no se da gracias a la buena relación entre los Clock (el apellido de la familia de incursores) y los propietarios de la casa. Un clásico de obligatoria recomendación en las primeras lecturas.
En “La velada del señor y la señora Cerdo” se entremezclan características de las fábulas tradicionales con situaciones más contemporáneas. De hecho, muchos verán similitud en este cuento con “La caperucita roja” o “Hansel y Gretel”, por ejemplo. La moraleja, como en los dos cuentos citados, es que no se ha de confiar en extraños y que las apariencias de otras personas, a menudo, nos confunden. Los protagonistas son una familia de cerdos. Los padres, el señor y la señora Cerdo, desean evadirse del clima familiar y tener una noche para ellos solos. Por ello, contratan a alguien para cuidar de los cerditos y salen a cenar. No obstante, no se percatan que han cometido el grave error de contratar a una señora Lobo para hacerse cargo de sus lechones. La malvada cuidadora no pierde el tiempo, y tan pronto se queda a solas con los cerditos enciende el horno. Por suerte, entre todos los hermanos consiguen reducir a la señora Lobo y, al llegar el señor Cerdo, ésta es tirada al río. Una fábula moderna que aleccionará al tiempo que mantendrá a los más pequeños enganchados a la historia por saber el destino de los protagonistas.
La novela “Mary Poppins” es actualmente más conocida gracias a la adaptación cinematográfica protagonizada por Julie Andrews. Sin embargo, no podemos olvidar que la novela de P.L. Travers contiene matices y detalles inapreciables en la película. Mary Poppins sobrevuela Londres con su paraguas, su sombrero y su bolso repleto de objetos e intrigas. Su personalidad es arrolladora y está dispuesta a impartir orden entre los niños de la familia Bank. Travers dota de una atmósfera mítica y surrealista a la historia de esta niñera, la cual en ocasiones consideramos viene de un lugar remoto mientras que otras veces pensamos que es una señora normal y corriente. Su actitud se ganará el corazón de los más pequeños, pues siempre es importante introducir algún elemento mágico en la rutina y la monotonía de sus vidas. Al igual que la película, el libro está repleto de momentos inolvidables que lo harán una delicia en sí misma.
La energía que derrocha este libro de Mary Hoffman lo convierte en una obra muy empleada en los primeros años de educación para motivar a los niños, además de por los valores que contiene. “Increíble Grace” cuenta las peripecias de una niña de color que tiene una imaginación desbordante. Gracias a ella y a su afición por las historias y los cuentos infantiles, la protagonista suele representarse a sí misma como un personaje de sus cuentos favoritos o de un momento histórico concreto. Es capaz de imaginarse en todos los papeles posibles, y reconstruye historias con sus juguetes y su gato Paw-Paw. Su madre y su abuela la motivan a seguir así. El conflicto surge cuando es rechazada para actuar como Peter Pan en una obra teatral del colegio. Con el ánimo de su familia y con el empeño que la caracteriza, Grace consigue el papel y demuestra que todo lo que había practicado en su casa sirve para algo. “Increíble Grace” es un magnífico relato que habla sobre la igualdad de razas, de géneros y la importancia de que los niños tengan autoestima desde pequeños. Las acuarelas de Caroline Binch, inspiradas en fotografías reales, dan al libro un tono más característico si cabe.
Las historias de jóvenes en los ambientes rurales de Estados Unidos pueblan las listas de libros infantiles y juveniles. Muchas de ellas fueron escritas a lo largo del siglo XX. Otro buen ejemplo es “Mi amiga Flicka”, de Mary O’Hara. La acción se sitúa en un rancho de Wyoming, y el protagonista es Ken, un niño negado en los estudios y presionado por sus padres. Ken insiste a su padre en que le consiga un caballo, y éste accede a regañadientes después de discutir con su esposa. Dicho caballo es la yegua Flicka, que es bastante salvaje y además enfermiza. Pero las imperfecciones de Ken y Flicka servirán para que ambos seres se complementen y se conviertan en amigos inseparables. La narración de los problemas económicos, las discusiones en el matrimonio, la vida en un rancho y la transición a la madurez hacen de esta historia algo más que una novela adolescente. Su profundidad y la descripción de un entorno tan característico convirtieron a esta trilogía en el mayor éxito comercial de O’Hara.
“No podíamos dejar a Dinah” es un entrañable cuento ambientado en la Segunda Guerra Mundial y con un protagonista de excepción, un pony. Realmente los personajes principales son dos hermanos, Carolina y Mick. Ambos se reúnen a menudo en el Pony Club. Una noche, de forma súbita, llegan noticias de una invasión alemana de Inglaterra. Los dos hermanos, que viven en una Isla del Canal de La Mancha, deben ser evacuados. Problemas durante la fuga les llevan a una cueva, donde se asientan. Sin embargo, a los hermanos les siguen llegando noticias y acaban descifrando un código para evitar que toda Gran Bretaña sea invadida. Entonces el ritmo de la lectura pasa a ser frenético y los protagonistas se convierten en unos héroes. Esta historia le mereció a su autora, Mary Treadgold, la Medalla Carnegie en 1941. Es un relato donde los niños son tratados como héroes, lo cual siempre gustará a los adolescentes lectores. Ambos jóvenes son capaces de permanecer en su isla con tal de no dejarse atrás a sus queridos ponys.
Rupert el osito es un personaje muy célebre de Inglaterra. Desde su primera aparición en 1920 en el Daily Express, ha seguido apareciendo siempre salvo en contadas ocasiones. Además, fue un símbolo de la Inglaterra pacífica de mitad de siglo XX. Él vive con sus amigos en Nutwood, y es muy difícil de sorprender pese a las múltiples aventuras que vive. Es toda una estrella mediática, dando lugar a una serie de dibujos, ha aparecido en sellos, tiene sala de exposiciones e incluso ha salido en videoclips con Paul McCartney. Se han realizado libros recopilatorios de sus entrañables historietas.
Esta historia, escrita en 1926 por William Nicholson, cuenta cómo un juguete de un soldado que toca los platillos va en busca de su dueña, la cual marcha a visitar a su tía y lo olvida. El soldadito persigue el tren de Mary, la joven dueña, corriendo hasta alcanzarlo al mismo tiempo que llega a destino. Ella se alegra mucho al recuperarlo. Aunque Nicholson ideó este libro por pura diversión, demuestra una maestría artística e innovaciones en la ilustración. Actualmente sus imágenes parecen de otro tiempo, pero evocan la belleza de su tiempo. El libro está lleno de autoguiños y dedicatorias encubiertas del autor. Un clásico.
Esta recopilación contiene 20 historias, narradas en prosa, originales de Shakespeare, y adaptadas para pequeños lectores por los hermanos Charles y Mary Lamb. En el prólogo se indica una advertencia, considerada machista: que los niños le cuenten a las niñas lo que éstas no entiendan, ya que posiblemente éstos tengan más facilidad para adquirir y leer la obra original.
La adaptación pretende ser fiel a la obra original de Shakespeare, contemporizando algunas palabras en desuso en el siglo XIX. Eso sin hacer que pierdan belleza los textos. Estos cuentos son a menudo usados en escuelas de teatro para los principiantes.