Los lazos que se forman entre un animal y una persona, en muchas ocasiones son más fuertes que los que se producen entre dos personas. El caballo es uno de los ejemplos favoritos para representar esa unión al ser humano, y esa elegancia y lealtad. “El corcel negro” no es una novela al uso sobre caballos, ya que la unión entre el protagonista y el corcel se forma por accidente. Alec Ramsay ha pasado una larga temporada en la India junto a algunos familiares, pero ya se encuentra de camino a Nueva York en un barco. Alec ansía regresar a casa, pero una tormenta le priva de ello y lo lanza al mar con la única compañía del corcel negro. Alec se encuentra sobre una tabla y su nuevo amigo, atado a ella, nada. Ambos acaban en una isla desierta, donde más adelante son rescatados. De vuelta a Nueva York, Alec hace todo lo posible por quedarse con el corcel negro. De forma secreta, empieza a domar al animal para montar y convertirse en jinete de carreras, el punto álgido de la obra. La fama de este libro de Walter Farley, junto a otros del mismo autor, aumentó gracias a las adaptaciones televisivas. Un clásico de la literatura ecuestre.
Este libro está narrado en primera persona por el protagonista: un caballo llamado Belleza Negra. A pesar de no poder hablar, siente como una persona. La dureza de otros cuentos infantiles ingleses también está presente aquí, y Belleza Negra es obligado a tirar de un carruaje por las calles de Londres en vez de participar en carreras. Otras personas humildes también sufren ante los ojos de Belleza Negra, pero tanto sufrimiento es finalmente transformado en felicidad cuando su cuidador entra en razón. La idea deriva de la propia experiencia de la autora, pues Anna Sewell era coja desde niña y dependía de estos nobles animales, por los cuales luchó a través de sus letras. Los caballos eran muy explotados durante el siglo XIX, y Sewell ayudó a cambiar esta visión.