La archiconocida Ana Maria Machado, posiblemente la autora infantil más célebre de Brasil, irrumpió por enésima vez entre los niños lectores con este cuento de tintes medievales que versa sobre la búsqueda de la felicidad en la infancia. El protagonista es el pequeño príncipe Ricardo, quien no alcanza la plena felicidad porque no tiene un caballo. Posee juguetes y casi todo lo que pueda desear, excepto un compañero equino. De esta forma, el título del cuento sirve como lema del príncipe, quien tras clamar “Mi reino por un caballo” recibe visitas de caballos de todo tipo, reales y de juguete. Como niño que es, empieza a cumplir su sueño con uno de juguete, ayudando a los desfavorecidos, viviendo aventuras y salvando a los que están en peligro. Sus buenas intenciones acaban calando en su padre, el rey, el cual aprecia todo lo que Ricardo ha hecho y le regala un caballo de verdad. Machado nos habla esta vez sobre la compleja psicología infantil de cara a ser felices, pues unas veces cuesta mucho y otras se consigue con poco.
Un clásico de las novelas de detectives para niños en particular y de la literatura infantil francesa de posguerra en general es “El caballo sin cabeza”. El misterioso título deriva de un cuerpo de caballo estropeado que los niños protagonistas montan sobre ruedas y utilizan para divertirse. Dicho baluarte de la pandilla protagonista desaparece un día en condiciones misteriores. Es entonces cuando los jóvenes, intrigados por los sucesos, unen fuerzas con la policía para detener a los malhechores. El relato tiene dosis de suspense que mantendrán pegado a cualquier lector incipiente, así como los elementos característicos de las mejores historias de detectives. El inmejorable escenario es el París de los suburbios y tras la Segunda Guerra Mundial. El autor es Jean Sabran, quien bajo el pseudónimo Paul Berna publicó literatura infantil y logró bastante éxito con ello. Como se ha comentado, un clásico cuya popularidad se multiplicó con la adaptación cinematográfica de Disney en los años 60.
Marguerite Henry debió ser una de las autoras sobre caballos más prolíficas en el campo de la historia. Del amplio repertorio de novelas con personajes equinos de esta autora estadounidense, “Misty” es con toda probabilidad el más célebre. Fama impulsada también por su adaptación cinematográfica. La trama se centra en Maureen y Paul, dos jóvenes que se encaprichan con Phantom, una yegua silvestre de la célebre isla de Chincoteague. Esta isla, situada frente a las costas de Maryland y Virginia, evoca un espíritu salvaje y desprende aromas de naturaleza. Paul y Maureen ahorran e insisten a sus abuelos para comprar a Phantom. Paul consigue atrapar a Phantom y su potrillo, algo que nunca nadie antes había conseguido. Pero tener como mascota a tan salvaje fiera es otra cosa. Por suerte, el potro, todavía no adaptado por completo al entorno salvaje, sí es domesticable. Los protagonistas acabarán adoptándolo bajo el nombre de Misty. Como vemos, es una historia donde prima la fuerza de la naturaleza y se efectúan reflexiones sobre el papel del ser humano en ella.
Fantasía y realidad se entrecruzan en este relato por momentos costumbrista y a ratos surrealista. María Merryweather tiene trece años y debe trasladarse a la finca Moonacre con su perro Wiggins y su institutriz. La historia está ambientada a mediados del siglo XIX en Inglaterra. El primo de María vive en un castillo de origen normando y la llegada de la protagonista hará que ésta se sumerja en un mundo fantástico inspirado en los cuentos medievales y la novela caballeresca. Criaturas fantásticas, como unicornios, habitan el valle. Allí María hará amigos imaginarios que luego son personas diferentes en la vida real. Como no podía ser de otra manera, el conflicto imperecedero entre el bien y el mal también se pone de manifiesto en “El pequeño caballo blanco”, en este caso a través de María y su primo Bnejamin. Uno representa la luna y otro el sol. El carácter pacifista de María se impondrá y devolverá la paz a la finca Moonacre. Este libro es un conjunto de ideas ilusorias que calan en el lector de la mano de la excepcional Elizabeth Goudge.
Los lazos que se forman entre un animal y una persona, en muchas ocasiones son más fuertes que los que se producen entre dos personas. El caballo es uno de los ejemplos favoritos para representar esa unión al ser humano, y esa elegancia y lealtad. “El corcel negro” no es una novela al uso sobre caballos, ya que la unión entre el protagonista y el corcel se forma por accidente. Alec Ramsay ha pasado una larga temporada en la India junto a algunos familiares, pero ya se encuentra de camino a Nueva York en un barco. Alec ansía regresar a casa, pero una tormenta le priva de ello y lo lanza al mar con la única compañía del corcel negro. Alec se encuentra sobre una tabla y su nuevo amigo, atado a ella, nada. Ambos acaban en una isla desierta, donde más adelante son rescatados. De vuelta a Nueva York, Alec hace todo lo posible por quedarse con el corcel negro. De forma secreta, empieza a domar al animal para montar y convertirse en jinete de carreras, el punto álgido de la obra. La fama de este libro de Walter Farley, junto a otros del mismo autor, aumentó gracias a las adaptaciones televisivas. Un clásico de la literatura ecuestre.
Las historias de caballos han cautivado a múltiples lectores. Además, si éstos son salvajes y los relatos están ambientados en plena naturaleza, suelen resultar más atractivos. Ésta es la propuesta de la australiana Elyne Mitchell, quien empleó las Snowy Mountains del sur de su país como tapiz de “El caballo salvaje plateado”. El protagonista es Thowra (palabra que significa “viento”), un potro que a medida que avanza el cuento va creciendo y convirtiéndose en un vigoroso caballo. Cuando Thowra se ve lo suficientemente fuerte, entabla una pelea con el semental de la manada, Brogla, por el liderazgo de ésta. Thowra es el vencedor y como recompensa recibe a las dos yeguas de Brogla. Pero, como en muchos relatos que transcurren en un entorno puramente natural, la mayor amenaza no es otra que la mano del hombre, y Thowra y los suyos se deberán enfrentan a aquellos que quieren capturarlos y domarlos. Este libro es un conmovedor relato que entrecruza fantasía y realidad, pues a pesar de que todos los detalles son verdaderos, los animales se comunican como si de humanos se tratase. Una bonita aproximación a los paisajes de Australia y a su fauna equina.
Las historias de jóvenes en los ambientes rurales de Estados Unidos pueblan las listas de libros infantiles y juveniles. Muchas de ellas fueron escritas a lo largo del siglo XX. Otro buen ejemplo es “Mi amiga Flicka”, de Mary O’Hara. La acción se sitúa en un rancho de Wyoming, y el protagonista es Ken, un niño negado en los estudios y presionado por sus padres. Ken insiste a su padre en que le consiga un caballo, y éste accede a regañadientes después de discutir con su esposa. Dicho caballo es la yegua Flicka, que es bastante salvaje y además enfermiza. Pero las imperfecciones de Ken y Flicka servirán para que ambos seres se complementen y se conviertan en amigos inseparables. La narración de los problemas económicos, las discusiones en el matrimonio, la vida en un rancho y la transición a la madurez hacen de esta historia algo más que una novela adolescente. Su profundidad y la descripción de un entorno tan característico convirtieron a esta trilogía en el mayor éxito comercial de O’Hara.
El caballito de madera es la historia de superación de un caballo anclado a una plataforma. El protagonista se lanza a buscar aventuras para conseguir dinero para su amo, el tío Peder. No se trata de un libro feliz en su transcurso, aunque sí excitante. El caballo está a punto de morir en varias ocasiones, aunque siempre sale airoso. Además, algunas de las proezas que lleva a cabo el caballito son increíbles para tratarse de un simple juguete. No obstante, la autora Ursula Williams consigue que todo parezca posible, dotando al caballito de un gran sentido de la humildad. El protagonista va haciendo amigos a medida que avanza la trama y finalmente vuelve a casa habiendo amasado una fortuna para su amo. Se trata de un libro muy recomendable para aquellos que realmente valoren las obras de caridad.
Este libro está narrado en primera persona por el protagonista: un caballo llamado Belleza Negra. A pesar de no poder hablar, siente como una persona. La dureza de otros cuentos infantiles ingleses también está presente aquí, y Belleza Negra es obligado a tirar de un carruaje por las calles de Londres en vez de participar en carreras. Otras personas humildes también sufren ante los ojos de Belleza Negra, pero tanto sufrimiento es finalmente transformado en felicidad cuando su cuidador entra en razón. La idea deriva de la propia experiencia de la autora, pues Anna Sewell era coja desde niña y dependía de estos nobles animales, por los cuales luchó a través de sus letras. Los caballos eran muy explotados durante el siglo XIX, y Sewell ayudó a cambiar esta visión.