Cuando Lucy Boston escribió “Los niños de Green Knowe” lo hizo pensando en lectores menores de diez años. Es por eso que esta historia no puede ser catalogada dentro del género de terror, ni siquiera en el misterio ni en la intriga. Si esto se hace es porque precisamente contienen elementos característicos de estas temáticas: mansión aislada, apariciones de seres ya fallecidos, clima horrible que invita a permanecer en la casa, atmósfera lúgubre… Nada más lejos de la realidad, tanto esta primera entrega como el resto de la saga nos inculca valores de respeto a los tiempos pasados, y a las personas que vivieron en otras épocas. Tolly, el protagonista, llega a la casa Green Know para disfrutar unas Navidades junto a su bisabuela. Ambos son capaces de comunicarse con fantasmas o, menos despectivamente, apariciones de seres fallecidos. Es así como ambos conviven con total normalidad con Alexander, Linnet y Toby, que vivieron en la misma mansión en el siglo XVII. Todos se respetarán unos a otros, y también se cuidarán mutuamente. La tensión se genera a través de ciertos rasgos sobrenaturales en la trama, siempre en su justa dosis para hacerla atractiva y verosímil al lector.
Los protagonistas de “Los niños del vagón” son los cuatro hermanos Alden: Benny, Violet, Henry y Jessie. Éstos viven con su abuelo, pues son huérfanos, pero no están a gusto con el trato que éste les brinda. Por ello deciden fugarse de casa y sobrevivir por su cuenta. Los niños comienzan a pasar hambre y penurias por vivir a la intemperie. Pero la suerte cambia para ellos cuando encuentran un viejo vagón de tren abandonado, y lo amueblan y adaptan para que sea su nuevo hogar. Con el trabajo de Henry, el hermano mayor, y objetos que se encuentran, viven muy bien hasta que problemas más graves se cruzan en su camino. Violet se pone enferma y sufren buscando ayuda y medicación, y entonces comprenden que no hay que subestimar la protección de un adulto. Escarmentados por ello, vuelven a casa del abuelo y valoran la vida en familia.
La fama de los “Cuentos aleccionadores para niños” va estrechamente vinculada a la de su creador, Hilaire Belloc. Como apologista cristiano, defendía un estilo de vida disciplinado y riguroso. De ahí el humor ligeramente oscuro de sus relatos. En cada historia de este libro se narra cómo un niño no se porta debidamente y el correctivo que sufre al respecto, ya sea en manos de sus padres o en manos del destino. El final de cada cuento suele ser quizá demasiado brusco y cruel, pero las moralejas son eficaces. Por supuesto, también son muy entretenidos, y no pretenden asustar a los niños. De hecho, la exageración está presente en casi todos los relatos, lo cual invita a sonsacar lecciones pero sin caer aterrorizado. La pluma irónica de Belloc está perfectamente complementada por las esperpénticas ilustraciones de B.T.B. Si buscas un conjunto de relatos aleccionadores y variados, a la vez que divertidos, éste es tu libro.
“Los chicos del tren” es otra novela de Edith Nesbit en la que los niños son protagonistas. Además, no son los mismos niños que otras de sus novelas como “Los buscadores de tesoros” o “Cinco niños y eso”. Sin perder su crítica social, en esta novela los hermanos Bobbie, Peter y Phyllis deben hacer frente a sus penurias económicas al tiempo que intentan averiguar por qué han secuestrado a su padre. La madre y su doncella no les dan respuestas, y cada vez tienen menos dinero. Viéndose obligados a vivir en el campo, los niños entonces quedan fascinados por las vías del tren que pasan cerca de su casa. Así se hacen amigos de los trabajadores y viven aventuras a costa de los viajeros que pasan cerca de ellos. Todo ello sin viajar realmente. Finalmente, descubren que su padre fue llevado a prisión injustamente por espía, y con la ayuda de un caballeroso viajero, consiguen liberarlo. Se trata de una historia conmovedora que muestra que no es necesario tener dinero para divertirse.