¿Cómo reaccionarías si de un día para otro el mundo en el que vives cambiase por completo y no hubiese más opciones que la supervivencia? La célebre saga “Tomorrow”, todo un clásico de la literatura juvenil en Australia, se estrenó de esta guisa con “Mañana, cuando empiece la guerra”. Ellie, en plenas vacaciones navideñas, se va de acampada con sus colegas al vasto campo australiano, concretamente a unas montañas a la que llaman Hell. Al volver a casa, se dan cuenta de que todo ha cambiado y la situación parece apocalíptica. Un extraño enemigo ha dado un vuelco a sus vidas: sus casas están deshabitadas y sus padres apresados. La pandilla protagonista emplea las montañas de Hell como bastión y como centro de operaciones, y empiezan a cocer una estrategia para recuperar la estabilidad. En esta fabulosa novela el drama tiene cabida en forma de muertes y pérdidas inesperadas, pero también se transmite en esencia la esperanza y la lucha por unos ideales. En estos momentos difíciles, la amistad y la familia, y los valores de lealtad y perserverancia se hacen imprescindibles. Una constante en la obra del genial John Marsden.
El Premio Whitbread Children’s Book de 1993 fue a parar a “Bebés de harina”, un cuento de la querida autora inglesa Anne Fine. Esta escritora se ha caracterizado siempre por su sensibilidad narrativa sin perder un ápice de humor o de atractivo. En este relato, protagonizado por Simon Martin, se nos plantea un ingenioso modo de responsabilizar a los adolescentes y concienciarlos frente a su futura vida adulta. En la escuela se les manda que cuiden de un saco de harina como si fuera su propio hijo. El descuido puede costar la asignatura a los jóvenes. Aunque este método es recibido con desagrado, además de la responsabilidad general, los personajes aprenderán lo costoso que puede ser sufrir una paternidad en la adolescencia, y cómo te puede condicionar la vida por completo. Simon refleja sus sentimientos en un diario, y a través de éste veremos cómo madura hacia una mentalidad más adulta, hecho demostrado cuando el protagonista acaba comprendiendo los enfados de su madre. Los “bebés de harina” acaban siendo un simulacro de la vida adulta para los escolares y una maravillosa metáfora que que ahondará en cualquier lector.
“Buscando a Alibrandi” es, de forma simultánea, una novela al uso y una novela inusual. Por un lado, su temática no es nada rompedora, ya que muestra las preocupaciones de una adolescente que está a punto de dar el salto a la madurez. Por otro, el estilo narrativo y la frescura la convierten en una lectura especial. Josephine Alibrandi, más conocida como Josie, tiene 17 años y repentinamente se ve en varios puntos conflictivos. Su padre regresa tras años desaparecido, su año escolar se complica, su abuela la regaña constantemente y no se siente del todo a gusto en su estrato social. Y es que Josie es Australiana pero de origen Italiano, y entre ambas raíces se definen sus valores, conservadores pero a la vez modernos. Los pensamientos de Josie calarán en el lector por su sinceridad, y es imposible no identificarse con las preocupaciones de la protagonista. “Buscando a Alibrandi” también ofrece un contrapunto humorístico a través de la abuela de Josie y su visión diferente del mundo que le rodea. En 1993, esta obra fue premiada como Libro del Año por el C.B.C.A. en Australia, muestra de la calidad de la misma.
Bianca Pitzorno traslada al lector a la década de los 50 a Cerdeña, isla italiana que podría considerarse un remanso de paz. A pesar de ser escrito en 1991, “Escúchame el corazón” se asemeja más a un relato de mitad de siglo por su temática: una escuela para chicas. Prisca, Rosalba y Elisa sufren en el internado la tiranía de la profesora Argia Sforza. La narración no surge de la nada, sino que se cimenta en experiencias de la propia autora. De esta forma quiere mostrar a cualquier niño de la actualidad en qué consistía la educación, al menos en Italia, cuando ella tenía esa edad. Así podemos vislumbrar los arraigados valores que condicionan el día a día, la violencia en casos de necesidad, la discriminación y las injusticias. No todo es gris, puesto que las protagonistas representan la felicidad de los primeros años y magnifican las sensaciones y experiencias que viven día tras día en un ambiente para nada aburrido. Un clásico moderno llegado directamente desde la Bella Italia.
“Las visitas” es una novela que representa a la perfección la literatura juvenil de Argentina de los años 90. Protagonizado por Fernando, un niño de doce años, este libro derrocha sensibilidad a la vez que nos describe una cultura particular. Fernando no conoce a su padre y desde pequeño se le ha dicho que se fue de viaje. En la actualidad, Fernando no es privado de la verdad y se nos explica que su padre está convicto. Entonces se inician una serie de visitas de Fernando a la cárcer para ver a su padre. El carácter adolescente hace que Fernando guarde la información con recelo, y todo se complica cuando su madre empieza a salir con una nueva pareja. La ruptura entre sus padres es en ese momento definitiva, y Fernando deberá hacer uso de su mundo interior para evadirse de los problemas. De esta forma, la autora Silvia Schujer nos abre un mundo de fantasía que contrasta con la cruda realidad y que servirá a Fernando como vía de escape. Escrito en primera persona, esta maravillosa obra destila personalidad encluso en el estilo de la escritura, pues no faltan líneas típicas del coloquio argentino.
“La señora Doubtfire” probablemente forma parte del imaginario popular por su adaptación cinematográfica, protagonizada por el eterno Robin Williams. Para quien no lo supiera, la historia está inspirada en una genial novela de Anne Fine. El argumento es el mismo: una familia destruida por un divorcio nada amistoso. Daniel, el padre, y Miranda, la madre, no consiguen ponerse de acuerdo, sobre todo por los despistes de él y la intransigencia de ella. Nominada al Guardian Children Fiction’s Prize, esta novela sabe emplear el humor para hablar de problemas de familia, dando un paso más allá. Daniel se disfrazará de señora y llegará a ser la criada de su propia casa. Sus tres hijos enseguida descubren el pastel, pero se callan para poder pasar más tiempo junto a su progenitor. La tensión se mantiene por el miedo del lector a que Daniel sea descubierto por Miranda, aunque el relato está cargado de momentos cómicos. La autora nos hace llegar honestamente una historia familiar sin dejar de lado los dramas más cotidianos y solicitando a los padres divorciados que se lleven lo mejor posible por el bien de sus hijos, los principales perjudicados por sus desacuerdos.
La posguerra en España no habría sido lo mismo sin la omnipresencia de “Antoñita la Fantástica”. Decimos “omnipresencia” porque Antoñita primero fue un serial radiofónico, dando el salto a la literatura posteriormente. Borita Casas se alió con Mariano Zaragüeta para dar color a su heroína. Antoñita encarna a la niña traviesa, imaginativa y pasional, y que choca muchas veces con los adultos, hecho acentuado por la mentalidad de la época. La saga cuenta con doce libros y el personaje de Antoñita crece y evoluciona con el paso de los mismos, para que así sus lectores se sientan más identificados. La vida, aparentemente aburrida, es vista de una forma diferente a través de la mirada de un niño, y eso es lo que Antoñita nos enseña. El trasfondo social es esencial para entender los pensamientos de la niña en muchos casos y las respuestas de los adultos. Antoñita pertenece a una familia madrileña de clase media. De ahí también el éxito comercial de la misma en su país natal. Literatura imprescindible de posguerra.
La flamante ganadora del Guardian Children’s Fiction Prize de 1983 es una novela de una de las mejores exponentes de la literatura para adolescentes de la India. La célebre Anita Desai nos sitúa en un marco incomparable y que conoce muy bien para contarnos un drama familiar. En “La aldea junto al mar”, Hari y Lila son dos hermanas que luchan por sacar a su familia adelante. Su madre enferma gravemente y su padre tiene problemas de alcoholismo. Mientra que Lila se queda en su Thul natal cuidando a dos hermanas pequeñas, Hari viaja a Mumbay para conseguir un trabajo y un salario que le permita sacar a su familia adelante. Especialmente para tratar la enfermedad de su madre. La madre de Hari y Lila acaba siendo recibiendo cuidados en un hospital, y un avance en la historia se produce cuando una gran industria se asienta en Thul. Hari sabe que, aunque tenga impacto ecológico en el pequeño pueblo costero, también hay que evaluar el impacto económico y la cantidad de puestos de trabajos que generará para las necesitadas familias. Como vemos, el relato de Desai destaca por su apego familiar y su espíritu entrañable.
Las peleas entre hermanos son algo cotidiano y, sin embargo, no son habituales entre la literatura infantil. “La hermana mayor” aborda parcialmente este tema. Dichos conflictos están acentuados por la diferencia de edad, y lo que siente cada uno es genialmente reflejado en los pensamientos individuales a cargo de la sueca Siv Widerberg. La hermana mayor es más consentida, se cree adulta y más fuerte. La hermana menor quiere ser como ella pero, lo que el lector también aprecia, es que la hermana mayor en ocasiones quiere convertirse en la pequeña. El relato, aderezado con las ilustraciones de Cecilia Torudd, también deja espacio para la crítica a los adultos. Y es que los padres son quienes tienen que encauzar a sus hijos y enseñarles a convivir en paz y armonía, y bajo unos firmes valores familiares. Una historia para aprender y divertirse.
Si te gustan los relatos que emplean motivos sobrenaturales para reflexionar sobre la naturaleza humana, “Los espantapájaros” seguro es una buena opción. Esta novela de Robert Westall analiza la lucha interior de un niño de trece años al cual su pasado le persigue y su presente le desagrada. Simon, el protagonista, se ha mudado con su madre, su hermana y la pareja de su madre a una finca rural que tiene cerca tres espantapájaros cuanto menos inquietantes. Simon todavía no ha superado la muerte de su padre, a quien considera un héroe de guerra. Esto se traduce en una angustia interior que en ocasiones desemboca en ira y otras veces en tristeza. El escenario también tiene mucho que decir en esta obra, y Simon descubrirá secretos en el molino, la casa y el campo. Los tres espantapájaros que dan título al relato son una metáfora de los demonios del propio Simon. Su carácter rompedor envolvió en polémcia a “Los espantapájaros”, lo cual no le impidió conseguir el éxito comercial y el de la crítica, ya que fue ganador de la Medalla Carnegie en 1981.