Uno de los referentes de la Baja Fantasía es la saga “Magic”, de Edward Eager. En este vasto género elementos de la fantasía tradicional se entremezclan con un mundo real y relativamente moderno. Por ejemplo, en “Medio mágico”, uno de las entregas de la serie, el escenario es Ohio, Estados Unidos, y los protagonistas son cuatro hermanos. La magia se desata con un viejo amuleto que se encuentran y que concede parcialmente deseos. Como el amuleto no responde de todo lo que se le demanda, el guirigay está asegurado. A nivel narrativo las situaciones son esperpénticas y cómicas, con viajes a mundos de fantasía por parte de los hermanos prtoagonistas. En el fondo estamos hablando de una novela de aventuras, una de los tipos de historias favoritas de los niños. Uno de los referentes de Eager siempre fue Edith Nesbit, y hacia su estilo dirigió su obra. Ningún lector quedará decepcionado, por tanto, con esta lectura, acompañada también de los espléndidos dibujos de Niels Mogens Bodecker.
La tercera historia de los Mumim situó definitivamente a esta entrañable familia de hipopótamos blancos como un clásico de la literatura infantil finlandesa. Al igual que los dos relatos previos, “La familia Mumim” transcurre en el Valle de Mumim. Los protagonistas son Mumintroll, Snufkin y Snif, quienes salen de casa dispuestos a vivir intensas aventuras después de un largo invierno de hibernación. Casualmente se topan con un bonito sombrero que deciden recoger y llevarlo a casa para Papá Mumim. Como a éste no le sirve, deciden emplearlo como cubo de basura. Una serie de extrañas transformaciones empieza a sucederse cada vez que los Mumim arrojan un objeto al sombrero y les es devuelto algo totalmente diferente. Finalmente los Mumim descubren que el sombrero pertenecía un mágico duende, quien va a reclamar su preciado objeto muy enojado. Por suerte, todos acaban haciendo buenas migas y el final deja con buen sabor de boca a los niños, como sucede a menudo con estos queridos hipopótamos blancos.
El poeta japonés Michio Mado indagó en la literatura infantil más que en ningún otro campo durante su extensa carrera. “El bolsillo mágico” es un ejemplo tardío de ello. Tras el éxito de una obra similar anterior, Mado se alió de nuevo con el ilustrador Mitsumasa Anno para crear esta magnífica antología de poemas infantiles. En sus versiones adaptadas a otros países se puede apreciar las diferencias gramaticales de la lengua japonesa, y resulta importante saborear las rimas y sonidos de este país. Mado es capaz de introducirse en la mente de un niño y narrar los poemas como si fuera uno de ellos. Todos los poemas tienen un toque de humor inocente, pero también curioso, que recordarán a las series de animación japonesas. No obstante, si por algo Mado es reconocido, y que le valió el Premio Hans Christian Andersen, es por su capacidad para hacer reflexionar a los lectores. El texto a menudo interactúa con las ilustraciones monocromas, y también aparecen muchos elementos surrealistas. Se trata sin duda de una oportunidad genial para acercarse a la literatura infantil japonesa de la mano de uno de los autores más prestigiosos de este país.
La historia que se cuenta en “El pudding mágico” es puro surrealismo atractivo. El protagonista es Albert, un pudding con mal humor que puede cambiar de sabor a su voluntad y no se acaba. Unos ladrones, que son una zarigüeya y un wombat, pretenden robarlo. Pero Albert es protegido por una sociedad de amigos formada por el marinero Bill, el pingüino Sam y el koala Bunyip. Los cuatro viven aventuras y se encuentran con variopintos personajes, siempre intentando proteger a Albert y no perderlo. El libro describe con habilidad la necesidad de protegerse unos a otros, de buscar la paz y de la amistad. El autor, Norman Lindsay, lo escribió estando de luto por la muerte de su hermano en la Primera Guerra Mundial. Sus dibujos son muy peculiares y el humor mostrado es muy gracioso.