La Medalla Carnegie de 1983 recayó sobre Jan Mark por segunda vez con su genial “Motes” (“Handles” en su versión original). El libro tiene todos los elementos característicos de los libros de Mark, con un estilo escueto que invita al lector a estrujarse el cerebro para entender las conversaciones, como si estuviesen colocadas ahí por azar. El humor no falta en absoluto, y ayuda a canalizar el entorno medianamente dramático que ofrece la autora. La protagonista es Erica Timperley, quien, en contra de su voluntad, es llevada a veranear en el campo junto a sus tíos. Erica, de carácter urbano, contrasta con la forma de ser de sus parientes, y no se siente en ningún momento a gusto. La inhibición de su espíritu rebelde le lleva incluso a pensar en cometer fechorías. Por suerte, sus ansias son canalizadas cuando un extraño gato la lleva a un taller donde unos curiosos personajes forman el club de moteros Mercury Motor Cycles. Erica, que ama el motociclismo, se integra perfectamente en el grupo, pero también se enfrenta a la negativa de sus tíos. Más adelante Erica valorará que esas han sido unas de las mejores vacaciones que nunca ha tenido. Y eso es lo que Jan Mark quiere que el lector valore, pues los mejores momentos de nuestra vida aparecen de improviso y nos damos cuenta de ello demasiado tarde.
Ganadora de la Medalla Carnegie, “Truenos y cazas” es un relato de amistad y de cómo muchas veces personalidades diferentes forjan fuertes vínculos y se complementan. El estilo de Jan Mark es serio, pero a menudo salpica las conversaciones con momentos humorísticos que también marcarán al lector. Los protagonistas son Andrew y Victor. Andrew acaba de llegar a Norfolk, en Inglaterra, y quiere hacer amigos a toda costa. Victor, natural de Norfolk, no se siente feliz en casa y se vuelca en su pasión por los aviones militares. Pasión que, curiosamente, también tiene Andrew y que hará que ambos se conviertan en amigos inseparables. Las descripciones de los aviones son deliciosas, pero son un simple marco donde introducir temas como la alienación o la felicidad. Victor está decepcionado con el trato que sus padres le dan, y empieza a asumir que deberá ganarse la independencia para poder seguir adelante sin su apoyo. Victor sale airoso, y aprenderá a disfrutar de los buenos momentos pasados sin quitar la vista del frente. Una oda a la nostalgia que seguro calará en los jóvenes lectores.
Es difícil encontrar novelas de la Segunda Guerra Mundial desde puntos de vista diferentes al inglés, estadounidense, francés o alemán. El escritor neerlandés Jan Terlouw quiso recalcar el papel de su país en la contienda global con “Invierno en tiempos de guerra”. Michiel es el protagonista, un chico de dieciséis años que en plena guerra aprende a no confiar en nadie y a valerse por sí mismo. Especialmente tras ser forzosamente alistado en la Resistencia holandesa contra los nazis que ocupaban el territorio. El marco temporal es el invierno más duro acontecido durante la guerra. Michiel ve alimentado su odio hacia los nazis tras ver ejecutado a su padre, pero aun así conserva la esperanza de que un mundo mejor es posible. Por ello, no se apresura a prejuzgar a todos los alemanes con los que se encuentra, igual que descubre que entre sus propias filas hay traidores. Terlouw refleja la crueldad de la guerra con ligeros toques de humor, patriotismo y heroísmo. Un cóctel que siempre triunfa entre los lectores adolescentes más intrépidos.
La experiencia de leer “La casa embrujada” es incomparable a la de cualquier otro libro infantil. Jan Pienkowski era un perfeccionista que hizo evolucionar la literatura infantil a base de introducir detalles, ingenios y pop-ups. Muchos han dicho que esta obra es como un viaje a través de un parque de atracciones. Contiene texto e incluso una historia que seguir, pero esto queda sepultado por las apariciones de los monstruos y por los desplegables que contiene. Además, el simple hecho de que el cuento sea de terror, hace que el niño esté siempre alerta y atento a lo que está viendo. La interacción entre el lector y la obra nunca había sido llevada tan lejos como con “La casa embrujada”. Incluso el estirar un desplegable puede provocarte más de un susto… Gatos negros, ojos que se mueven, damas de aspecto lúgubre, tentáculos y muchos más detalles variopintos desfilan en esta maravilla de Pienkowski.
La ilustradora británica Joan Aiken hace gala de su sensacional cercanía con el público infantil en esta compilación de ocho relatos. “Un collar de gotas de lluvia” contiene historias de lo más curiosas a la vez que chocantes y delirantes. Aiken incluso se atreve con versos atractivos que animarán a los niños a participar de los relatos. Junto a la autora, el ilustrador Jan Pienkowski (famoso por la serie “Meg y Mog”) aporta unas imágenes que congenian a la perfección con lo que se narra. Sus dibujos son misteriosos, haciendo mucho uso de las siluetas, pero también cercanos y que invitan a confiar en ellos. El cuento que da título a toda la obra relata cómo una niña tiene un collar que acumula gotas de lluvia que le permitirán más adelante controlar el clima a su antojo. Pero este es sólo un ejemplo de las muchas alocadas ideas que “Un collar de gotas de lluvia” contiene y que deleitarán a los más pequeños.
“La pequeña locomotora roja ya tiene nombre” fue un popular libro durante la Segunda Guerra Mundial en Gran Bretaña, escrito por Diana Ross. Algunos de los temas tratados se relacionan directamente con el conflicto bélico. La protagonista es una locomotora roja que sólo realiza viajes cortos y en el ámbito rural. Todos se ríen de ella y ésta se siente poco respetada. Ni siquiera tiene un nombre propio y tiene una libertad muy restringida. El momento clave para darse a conocer llega cuando dos grandes locomotoras tienen accidentes y la protagonista va a salvar al Rey de las locomotoras. Este Rey la acaba recompensando otorgándole trayectos de líneas principales y además bautizándola como “Real Roja”. Los valores de este libro son antibélicos, pues todos pueden colaborar para evitar conflictos; y todos pueden luchar por una libertad cuando no la sienten, sin sentirse intimidados por los más poderosos.
“Los osos Berenstain” son una famosa familia de osos que aparecieron por primera vez en “La gran caza de miel”. Han dado pie a muchos libros, los cuales gustan mucho a los padres porque introducen soluciones a problemas que suelen tener los niños. Como en otras historias de osos, la miel es esencial, y la historia parte de un tarro vacío. El padre intenta conseguir miel natural y enseñar a su hijo, pero se mete en un buen lío con las ovejas. Finalmente, cede ante las exigencias de su mujer y va a comprar la miel a la tienda. Esta familia fue creada por Stan y Jan Berenstain, y es acompañada por divertidas rimas. Posteriormente la saga fue retomada por Mike, el hijo de ambos.