Cuando Lucy Boston escribió “Los niños de Green Knowe” lo hizo pensando en lectores menores de diez años. Es por eso que esta historia no puede ser catalogada dentro del género de terror, ni siquiera en el misterio ni en la intriga. Si esto se hace es porque precisamente contienen elementos característicos de estas temáticas: mansión aislada, apariciones de seres ya fallecidos, clima horrible que invita a permanecer en la casa, atmósfera lúgubre… Nada más lejos de la realidad, tanto esta primera entrega como el resto de la saga nos inculca valores de respeto a los tiempos pasados, y a las personas que vivieron en otras épocas. Tolly, el protagonista, llega a la casa Green Know para disfrutar unas Navidades junto a su bisabuela. Ambos son capaces de comunicarse con fantasmas o, menos despectivamente, apariciones de seres fallecidos. Es así como ambos conviven con total normalidad con Alexander, Linnet y Toby, que vivieron en la misma mansión en el siglo XVII. Todos se respetarán unos a otros, y también se cuidarán mutuamente. La tensión se genera a través de ciertos rasgos sobrenaturales en la trama, siempre en su justa dosis para hacerla atractiva y verosímil al lector.
“Las crónicas de Narnia” es posiblemente una de las sagas más célebres y exitosas de fantasía épica. Como mínimo, es uno de los paradigmas en este género del siglo XX. El éxito de la serie va estrechamente ligado al de su escritor, C.S. Lewis, coetáneo y amigo de J.R.R. Tolkien. La adaptación cinematográfica también ha ayudado a reavivar el fenómeno de Narnia. Éste comenzó con “El león, la bruja y el armario”, primer libro publicado pero segundo en la cronología final de la historia. Los protagonistas son Susan, Peter, Edmund y Lucy, jóvenes que a través de un armario acceden al maravilloso mundo de Narnia. Esta tierra de fantasía está llena de seres mitológicos y se sostienen por el poder de la magia. Dentro, las fuerzas del mal y del bien están representadas por la Bruja Blanca y el león Aslan, respectivamente. Y los niños, sin siquiera desearlo, serán partícipes de esta encolerizada y eterna contienda. Lewis empezó a cosechar el éxito literario gracias a esta novela y todas las que le sucedieron, llegando a ser toda una autoridad en el género fantástico.
Dentro de la literatura infantojuvenil de finales del siglo XIX y principios del siglo XX hubo un boom de historias con protagonista femenino. Dentro de éstas se encuentra “Ana, la de Tejas Verdes”, de Lucy Maud Montgomery. Ana Shirley llega a una granja gestionada por un hermano y hermana que ya son mayores, y los cuales buscan a un huérfano para que trabaje en ella. Ana no es lo que esperaban, aun así el hermano enseguida le coge cariño y consigue que permanezca convenciendo a su hermana. Pronto les quedará demostrado lo bueno de su elección, ya que Ana se gana la confianza de ambos e incluso se hace un nombre en toda la aldea. El final deja un cierto sabor amargo por la muerte del hermano, y porque Ana renuncia a su vida académica por quedarse en la granja. Se trata de un personaje que muestra el coraje y la vitalidad de las chicas en una época nada fácil para el género femenino. Respecto a otras historias similares, cabe destacar los toques oscuros de la misma que enganchan más si cabe a ella.
“Emily triunfa” es uno de los volúmenes que Lucy Maud Motngomery escribió en torno al personaje de Emily Byrd Starr. Concretamente, se trata de la segunda entrega de la serie. La protagonista se muestra como una luchadora ante las vicisitudes que le obstaculizan. Emily tiene sueños, desea convertirse en escritora. No obstante, sus alas son cortadas por completo cuando es enviada a una escuela donde le prohíben escribir en su tiempo de ocio. Emily no se desanima. En vez de escribir algo fantasioso, ocurrente, se dedica a describir el mundo que le rodea. La belleza de sus palabras le ayuda a seguir adelante, y así nosotros conocemos a Emily a través de sus pensamientos. Se trata ni más ni menos que de una joven que se siente entusiasmada ante su futuro y que vuelca gran parte de sus energías en lo que quiere llegar a ser. Todo un retrato del optimismo juvenil femenino de principios del siglo XX, sin dejar de lado ningún ápice de realismo.
“Los gemelos neerlandeses” es el primer libro de una serie de 26 que narran la vida rural y tradicional de los Países Bajos. Hoy en día pueden parecer pasados de moda, pero de él pueden extraerse múltiples moralejas. Los protagonistas son Kit y Kat, chico y chica, gemelos de 5 años, e hijos de un agricultor. Ambos viven en el campo y trabajan en las tareas de su padre. En el primero de los tomos se narran seis relatos en el que se ejemplifican muchas de estas tareas. Aunque hay discusiones entre ellos porque Kit pone en duda las capacidades de su hermana, ésta más adelante se resarce y le demuestra que las mujeres son igual de válidas que los hombres. Plagado de metáforas, los cuentos de Lucy Fitch Perkins están plagados de ética del trabajo y de la importancia de la vida tradicional en la formación de la idiosincrasia de una nación.