El éxito comercial de la primera publicación de “Pablo Diablo” (“Horrid Henry” en su versión original) se vio reforzado con una tremenda acogida de las siguientes entregas de la serie, que elevaron el número de ejemplares vendidos a casi veinte millones. Esto propició la adaptación de las historias de este travieso chico a televisión, y a que incluso tenga su propio sitio web. La trama ideada por Francesca Simon y los enérgicos dibujos de Tony Ross se complementan para crear una historia fresca que bebe mucho de los antiguos pillos, idiosincráticos de la literatura infantil británica de mitad del siglo XX. Pablo Diablo es revoltoso y vive el día a día como si fuese una aventura, exprimiendo sus energías al máximo. En sus peripecias lo acompañan un sinfín de secundarios de divertidos nombres y extravagantes comportamientos. Situaciones cotidianas, tanto en familia como en la escuela, se desvirtúan y provocarán carcajadas a los lectores. Éste es el principal gancho de esta aclamada saga, imprescindible obra infantil de las dos últimas décadas.
“La pequeña locomotora roja ya tiene nombre” fue un popular libro durante la Segunda Guerra Mundial en Gran Bretaña, escrito por Diana Ross. Algunos de los temas tratados se relacionan directamente con el conflicto bélico. La protagonista es una locomotora roja que sólo realiza viajes cortos y en el ámbito rural. Todos se ríen de ella y ésta se siente poco respetada. Ni siquiera tiene un nombre propio y tiene una libertad muy restringida. El momento clave para darse a conocer llega cuando dos grandes locomotoras tienen accidentes y la protagonista va a salvar al Rey de las locomotoras. Este Rey la acaba recompensando otorgándole trayectos de líneas principales y además bautizándola como “Real Roja”. Los valores de este libro son antibélicos, pues todos pueden colaborar para evitar conflictos; y todos pueden luchar por una libertad cuando no la sienten, sin sentirse intimidados por los más poderosos.