Los cuentos infantiles a menudo dan pie a adaptaciones televisivas, cinematográficas o teatrales. Los niños son un público fiel y fácil de contentar, y si un producto alcanza un cierto éxito como libro, casi con toda probabilidad expandirá el negocio a otros medios. Pocas veces un libro es creado a partir de la historia original de otro medio. Por eso. “Playa de alquitrán” es una excepción y muy rara además. Y es que Faith Ringgold publicó un libro para niños a partir de una de sus célebres story quilts o colchas de retazos, grandes telas tejidas que muestran una historia. Ringgold es famosa por estas obras de arte, las cuales ha expuesto en sitios como el Guggenheim de Nueva York. Allí está precisamente Tar Beach, germen de este cuento. La narración se centra en una familia afroamericana donde la hija, Cassie Louise Lightfoot, con tan sólo ocho años anhela deseos de libertad. Cassie de pronto se encuentra sobrevolando el Nueva York de 1939 y maravillándose con los edificios que vislumbra. La propia autora la ha calificado de obra autobiográfica y de ficción a la vez. Tal fue el éxito de este experimento que Ringgold recibió un Caldecott Honor Book en 1992, y prosiguió la serie sucesivas entregas.
Virginia Hamilton es una de las representantes de la literatura infantil afroamericana más querida de Estados Unidos. Esta autora ha conseguido aunar éxito comercial y de crítica con sus historias protagonizadas por personajes de origen afroamericano, y cuyo argumento nace directamente de la tradición oral de este pueblo. En “La gente podía volar”, se vislumbra una ligera vena fantástica, puesto que se muestra a algunos esclavos que pueden volar. Dicha capacidad la pierden al ser aglutinados en barcos y esclavizados, pero cuenta la leyenda que algunos todavía retienen ese poder. Ese poder aletargado se manifestará más tarde, ya en Norteamérica, para escapar de las garras de los esclavistas. La narración, ya de por sí preciosa, es salpicada por las fenomenales ilustraciones de los premiados Diane y Leo Dillon, enriqueciendo más si cabe la obra. De nuevo, de la mano de Hamilton, tenemos todo un canto a la libertad.
La popularidad de Virginia Hamilton entre el público adolescente tuvo su pistoletazo de salida con la primera entrega de la serie de “M.C. Higgins, el Grande”. Este niño de origen afroamericano vive en una región montañosa de Ohio en una finca enorme heredada de su bisabuela Sarah, quien huyó de la esclavitud. La vida rural es divertidamente reflejada a través de las aventuras de M.C. y sus hermanos. Se suceden eventos de caza, pesca, natación, paseos en bici y reunión con viejos amigos. M.C. vigila a menudo la parcela familiar desde lo alto de un poste, y se percata de que la estabilidad de los suyos puede verse amenazada por una explotación minera que hay en lo alto de la montaña. Lo cotidiano es tratado a la perfección por la autora, creando un universo entre tradicional y surrealista que atrapará (como ya ha hecho) a los lectores más jóvenes. El primer libro fue premiado con la Medalla Newbery en 1975, y abrió la veda para la multitud de premios que Virginia Hamilton recibiría durante tres décadas.
Galardonada con el Premio al Mejor Libro para Jóvenes Adultos de la American Library Association, “Los amigos” retrata la vida de la comunidad afroamericana de Harlem, en Nueva York. Inspirado en las propias vivencias de su autora, Rosa Guy, este libro manifiesta las tensiones raciales intensificadas también por las diferencias entre clases. Phyllisia es una chica de raza negra perteneciente a una familia pobre. La protagonista es testigo de momentos duros como el asistir a clases pequeñas y mal acondicionadas, con un maestro blanco prejuicioso, e incluso ver a su propia madre morir de cáncer. Phyllisia madura a pasos agigantados, y encuentra ayuda y refugio en Edith, una muchacha que debe sacar adelante a su familia en una situación todavía más delicada que la de nuestra protagonista. Es así como Phyllisia se percata de lo dura que es la vida, y empieza a valorar los pequeños momentos. El estilo de Guy intercala la jerga más dura de Harlem con momentos más poéticos y reflexivos, convirtiendo a “Los amigos” en una lectura imprescindible.
Los “Cuentos del tío Remo” muestran casi todos ellos al hermano Conejo, que es astuto y sabe aprovecharse de los otros animales. Se dice que este personaje tiene su origen en África. Su enemigo es el hermano Zorro, y siempre intentan hacerse daño mutuo. El vehículo para contar estas historias es el tío Remo, un viejo esclavo de color liberado al que un niño blanco se acerca todas las noches para escuchar. Por tanto, son cuentos de la tradición oral afroamericana, aunque recopilados por el periodista blanco Joel Chandler Harris. Otros personajes animales desfilan por las historias, y contra ellos el hermano Conejo siempre sale airoso pese a no ser ni el más grande ni el más fuerte. Es un simbolismo de los habitantes del sur de Estados Unidos y sus prejuicios sociales, los cuales Harris deseaba que superaran.