Si se ha comentado que la literatura escandinava ha gozado de éxito en todos los rangos de edad, especialmente el infantil, y durante tanto tiempo, un paradigma es el sueco Ulf Stark. En “Las mágicas zapatillas de mi amigo Percy” se rodea del ilustrador finlandés Olof Landström para contar una historia mágica y enérgica. El protagonista, llamado Ulf como el autor, carece de confianza y amor propio, sensaciones que se intensifican cuando un chico valiente y fuerte llamado Percy llega al colegio. Percy y Ulf se hacen amigos, y el valeroso Percy confiesa al protagonista que todo se lo debe a sus zapatillas, que son mágicas. Le promete que al renovarlas, se las dará. Ulf le da a Percy muchos de sus objetos personales, y consigue las zapatillas ya utilizadas de su nuevo amigo. Ulf cambia al instante y adquiere las virtudes de Percy, ganando autoconfianza y motivación. El niño que lo lea, no obstante, cuestionará si eso es cierto o se debe a la psicología moldeable de Ulf. Stark nos habla de la amistad de una nueva forma, y la importancia de tener contento a un joven para que pueda perseguir sus sueños y no se rinda ante las adversidades. Tal fue el éxito que esta primera entrega acabó siendo el origen de una trilogía.
La literatura adolescente sueca tiene en Peter Pohl un referente, y en “Mi amigo Johnny” un ejemplo perfecto. Esta novela está contada de una forma curiosa, puesto que se narra en forma de recuerdo a partir de un interrogatorio que la policía hace a Chris, el protagonista. Johnny es un chico pelirrojo que fascina a todos los niños de la escuela por su destreza con la bicicleta. Al mismo tiempo, Johnny está envuelto por un aura de misterio porque nadie conoce su verdadero origen ni su pasado. Esto es lo que la policía cuestiona a Chris, y cómo se construye la historia en torno a ello es una delicia. El relato carga de interrogantes al lector, manteniéndolo pegado página tras página. Al fin y al cabo, el suspense se sostiene porque es una situación con la que todos nos podemos ver identificados, una batallita más de la adolescencia que acogemos con nostalgia.
La novela escandinava siempre suele ser un escaparate de realismo y crudeza, prefiriendo mostrar reflexiones adultas antes que edulcorar las obras. Sobre todo si éstas van dirigidas a un público adolescente, es decir, a lectores que pronto tendrán que lidiar con los grandes problemas de la vida. “Mi amigo de una sola pierna y yo” es una tierna historia sobre la enfermedad y la muerte. Ambientada en Laponia, el bello paisaje helado de esta región hace que aumente la distancia entre los hogares, y por ello es difícil hacer vida fuera de casa y entablar una vida social. Ykä, el protagonista, no desaprovecha la oportunidad de tener un gran amigo cuando conoce a un chico que le falta una pierna y padece una enfermedad terminal. El vínculo que los une se hace fuerte, y ambos apartarán su soledad para hacer su amistad eterna. A la muerte del amigo, Ykä sufre como nunca lo había hecho en su vida pero, a su vez, se multiplican sus ganas de vivir. Éste es el efecto que tienen los acontecimientos más dramáticos en nuestras vidas, y Anna-Liisa Haakana lo hace a la perfección insuflando al lector una dosis de esperanza.
La historia narrada en “Mi amigo Friedrich” es la de dos niños que entablan una amistad en un escenario tan complejo como la Alemania nazi. El protagonista cuenta la historia siendo ya adulto, y nos hace viajar a través de su infancia y su amistad con Friedrich, un niño judío. La familia del protagonista está cargada de buenas intenciones, pero el miedo a la opresión del régimen les lleva a no actuar. De esta forma, la intensidad de la novela es progresiva, puesto que inicialmente los dos niños comparten momentos tranquilamente, pero más adelante el alzamiento de los nazis provoca una forzosa y trágica separación. La crítica a la ideología nazi a cargo de Hans-Peter Richter es voraz, e impacta especialmente el hecho de que el mal se instaurara como algo común y corriente. “Mi amigo Friedrich” le valió el Premio Mildred L. Batchelder a Richter en 1972, y, al igual que otras dos novelas juveniles suyas, se inspira en sus propias experiencias.
Aunque el protagonista de “Mi amigo el señor Leakey” es un mago, el escritor J.B.S. Haldane era un científico. Este biólogo evolutivo creó este célebre personaje para, de hecho, dar rienda suelta a la imaginación y a las curiosas ideas que en su mente germinaban. El señor Leakey vive con su dragón Pompeya y su pulpo Oliver. Este mago decide entonces celebrar una fiesta y cambiar de forma a sus invitados con trucos de magia. Una parte muy divertida de la historia es cuando el señor Leakey se desplaza en su alfombra mágica. Las situaciones disparatadas tienen cabida en esta historia de tintes absurdos, protagonizada por un sorprendente y bondadoso mago. El propio Haldane aseveró que algunos de los pasajes de la novela se inspiran en vivencias propias. Además de ello, la influencia de su profesión es tal que el relato está cargado de datos científicos y animará a los más pequeños a aventurarse en este mundo, pues gracias a “Mi amigo el señor Leakey” descubrirán lo fascinante que es.