La novela escandinava siempre suele ser un escaparate de realismo y crudeza, prefiriendo mostrar reflexiones adultas antes que edulcorar las obras. Sobre todo si éstas van dirigidas a un público adolescente, es decir, a lectores que pronto tendrán que lidiar con los grandes problemas de la vida. “Mi amigo de una sola pierna y yo” es una tierna historia sobre la enfermedad y la muerte. Ambientada en Laponia, el bello paisaje helado de esta región hace que aumente la distancia entre los hogares, y por ello es difícil hacer vida fuera de casa y entablar una vida social. Ykä, el protagonista, no desaprovecha la oportunidad de tener un gran amigo cuando conoce a un chico que le falta una pierna y padece una enfermedad terminal. El vínculo que los une se hace fuerte, y ambos apartarán su soledad para hacer su amistad eterna. A la muerte del amigo, Ykä sufre como nunca lo había hecho en su vida pero, a su vez, se multiplican sus ganas de vivir. Éste es el efecto que tienen los acontecimientos más dramáticos en nuestras vidas, y Anna-Liisa Haakana lo hace a la perfección insuflando al lector una dosis de esperanza.