La historia protagonizada por el burro Silvestre tiene muchos paralelismos con otras en las que un hijo se pierde y los padres nunca pierden las esperanzas y acaban encontrándolo. De forma muy entrañable, William Steig nos relata cómo un burro llamado Silvestre colecciona piedras y guijarros de todas las formas y colores. Un día se topa con una piedra roja a la cual puede pedir deseos. Para su desgracia, Silvestre se encuentra con un león de camino a casa y, para evitar ser atacado, le solicita a la piedra roja convertirse en piedra. De esta forma Silvestre queda atrapado y sus padres empiezan a buscarlo. Por accidente, los padrse de Silvestre se acaban sentando en la piedra que resulta ser su hijo y piden recuperar a su pequeño. Así es como Silvestre se encuentra de nuevo con sus progenitores y todo acaba de forma feliz. Muchos han querido ver analogías con la muerte y la fragilidad de los niños, pero lo cierto es que “Silvestre y la piedrecita mágica” es un cuento tierno, anacrónico y para todos los públicos.
“La zarigüeya mágica” se convirtió al pronto de ser publicado en 1983 en un clásico instantáneo de la literatura infantil australiana, y en el más exitoso de su tiempo. Como otros libros de los países australes, en éste se pretenden mostrar aspectos de la idiosincrasia de esta nación. Desde la fauna hasta la gastronomía y el paisaje. Los protagonistas son una abuela zarigüeya y su nieta. La abuela suele hacer magia, y sabe volver a su nieta invisible. No obstante, el lío se monta cuando no sabe deshacer el hechizo. La abuela recuerda que tiene algo que ver con lo que comen los humanos. Esto se convierte en una excusa para viajar por toda Australia degustando platos típicos al tiempo que la nieta empieza a reaparecer. Más adelante, ante lo genial que ha sido la experiencia para ambas, pues han conocido a canguros, koalas y serpientes, deciden repetirla año tras año para asegurarse que la pequeña zarigüeya no vuelva a desaparecer. La historia, de Mem Fox, está perfectamente complementada por las acuarelas de Julie Vivas. En las ediciones internacionales el cuento contiene anexos en los que se muestra en un mapa la travesía de las zarigüeyas por Australia y los platos que han saboreado.
Este cuento es una de las pocas obras de Charles Dickens escritas directamente para un público infantil. Su vocabulario dista del de otras novelas más adultas del excelente escritor del siglo XIX. En él se cuenta la historia de Alicia, una princesa hija del rey Watkins I, el cual ha caído en la pobreza. Alicia es la mayor de 19 hermanos. Un día, un hada se le aparece al rey y le obliga a entregarle una raspa a Alicia, la cual puede pedir un deseo con ella. Alicia intenta aguantar hasta un momento decisivo para pedirlo, solicitando finalmente que se vean sanadas todas las deudas de su familia. Este libro originalmente no tuvo ilustraciones, pero en la edición estadounidense aparecieron de la mano de John Gilbert.