El argumento de “Old Yeller” evoca las mejores historias de amistad entre hombres y animales. Fred Gipson nos traslada a los años posteriores a la Guerra de Secesión estadounidense, centrándose en el joven Travis y su perro Old Yeller. Travis queda a cargo de su madre y sus hermanas mientras su padre emprende un viaje de negocios desde Texas hasta Kansas. Corren tiempos difíciles, pero Travis será salvado por un pobre perro perdido que acabará adaptando. La amistad que se forja entre ambos difícilmente es vulnerable, y sólo la trunca un suceso dramático. Eso no impide describir el estilo de vida miserable de la posguerra en Estados Unidos y realzar la relación entre el ser humano y su mejor amigo: el perro. La adaptación cinematográfica de Disney ayudó en su momento a recatapultar la fama de la obra, aunque ahora no sea una de las películas más recordadas del sello. El Honor Newbery cosechado en 1957 también ayudó a tal fin.
El autor, Harold Keith, se basó en entrevistas con veteranos de la Guerra de Secesión estadounidense para dar forma a esta novela histórica. El protagonista es Jefferson Davies Bussey, un chico de 16 años de Kansas que se alista en el ejército de la Unión motivado por los ideales de Abraham Lincoln. No obstante, a medida que se sucede el conflicto, Bussey se percatará de que no todo es blanco y negro en la guerra. Empieza a comprender algunas de las partes del bando oponente y sufre las desgracias de la guerra. Esta confusión se acentúa para Bussey cuando se enamora de Lucy, hija de un cherokee. De hecho, éste es otro de los temas que Keith trata con habiliadd en “Rifles para el general Watie”: el papel de los nativos norteamericanos en el conflicto. El general Watie era cherokee y fue considerado héroe de guerra. Éste es uno de los muchos personajes reales que aparecen en esta apasionante novela ambientada durante la Guerra Civil de Estados Unidos.