La literatura infantil en muchas ocasiones es objeto de crítica por mostrar de forma verdaderamente cruda una situación realista, sin tener en consideración al tipo de público que va dirigido. Cierto es que tampoco hay que dulcificar en exceso pero, como siempre, en el equilibrio está el éxito. Con esta fórmula es con la que el autor Christopher Paul Curtis ganó Medalla Newbery en el año 2000. “Me llamo Bud, no Buddy” tiene por protagonista a un huérfano llamado Bud. La forma de ser de Bud, el uso del sentido del humor sin desvirtuar el argumento, y el trato realista de un huérfano no mostrando pena o condescencia, hará que el lector disfrute de este estupendo relato como si fuese una novela de aventuras. La cantidad de información que esta obra contiene en sus páginas es admirable: retrato de la Gran Depresión, descripción de la vida en crisis, cultura del pueblo afroamericano, disección de la música jazz, denuncia del racismo, paisaje del interior de Estados Unidos… Todo, absolutamente todo, tiene cabida en esta oda a la libertad en la que Bud se escapa del orfanato para buscar a un padre que nunca llegó a conocer.
Un clásico de las novelas de detectives para niños en particular y de la literatura infantil francesa de posguerra en general es “El caballo sin cabeza”. El misterioso título deriva de un cuerpo de caballo estropeado que los niños protagonistas montan sobre ruedas y utilizan para divertirse. Dicho baluarte de la pandilla protagonista desaparece un día en condiciones misteriores. Es entonces cuando los jóvenes, intrigados por los sucesos, unen fuerzas con la policía para detener a los malhechores. El relato tiene dosis de suspense que mantendrán pegado a cualquier lector incipiente, así como los elementos característicos de las mejores historias de detectives. El inmejorable escenario es el París de los suburbios y tras la Segunda Guerra Mundial. El autor es Jean Sabran, quien bajo el pseudónimo Paul Berna publicó literatura infantil y logró bastante éxito con ello. Como se ha comentado, un clásico cuya popularidad se multiplicó con la adaptación cinematográfica de Disney en los años 60.
Marguerite Henry debió ser una de las autoras sobre caballos más prolíficas en el campo de la historia. Del amplio repertorio de novelas con personajes equinos de esta autora estadounidense, “Misty” es con toda probabilidad el más célebre. Fama impulsada también por su adaptación cinematográfica. La trama se centra en Maureen y Paul, dos jóvenes que se encaprichan con Phantom, una yegua silvestre de la célebre isla de Chincoteague. Esta isla, situada frente a las costas de Maryland y Virginia, evoca un espíritu salvaje y desprende aromas de naturaleza. Paul y Maureen ahorran e insisten a sus abuelos para comprar a Phantom. Paul consigue atrapar a Phantom y su potrillo, algo que nunca nadie antes había conseguido. Pero tener como mascota a tan salvaje fiera es otra cosa. Por suerte, el potro, todavía no adaptado por completo al entorno salvaje, sí es domesticable. Los protagonistas acabarán adoptándolo bajo el nombre de Misty. Como vemos, es una historia donde prima la fuerza de la naturaleza y se efectúan reflexiones sobre el papel del ser humano en ella.
“La niña que amaba a los caballos salvajes” fue Medalla Caldecott en 1979 y premió así a uno de los autores que con pasión mejor han descrito a los indios nativos norteamericanos, concretamente a los de las llanuras centrales. A pesar de que Paul Goble era inglés, se enamoró de Dakota del Sur de tal forma que fue la principal fuente de inspiración para su obra. La historia se centra en una niña a la cual le encantan los caballos, con quienes deambula por las llanuras junto a su pueblo. Un día, la manada y el pueblo se separan, y la niña tiene el dilema de si permanecer con sus congéneres o seguir a la manada. Los caballos, especialmente el líder, manifiestan el deseo de que la niña esté con ellos. La niña acaba juntándose con la manada. Una misteriosa yegua aparece más adelante junto al semental… Las ilustraciones evocan las llanuras de Estados Unidos y la cultura india como pocos libros lo han hecho, sirviendo de homenaje al pueblo nativo.
Paul Zindel fue un químico de formación que supo prodigarse también en teatro y literatura. De hecho, tuvo una prolífica obra como escritor. “El señor Pig” (bajo el título original “The Pigman”) va dirigida al público joven y tiene como improbables protagonistas a dos adolescentes y un anciano que entablan una amistad. John y Lorraine estudian en el Instituto Franklin, y conocen al viejo Angelo Pignati tras gastarle una broma a través del teléfono. Los dos jóvenes lo visitan y empiezan a compartir momentos. Poco a poco descubrirán que realmente es una persona excéntrica. Van al zoo, indagan sobre su pasado y mutuamente se enriquecen. De hecho, esta sensación va calando en Lorraine y John, quienes saben que la amistad de los tres les ayuda a paliar los problemas que cada uno tiene. Si ya de por sí el hilo argumental es agridulce, el dramatismo aumenta tras sufrir Angelo un infarto. Zindel sabe combinar a la perfección humor con seriedad, dando al libro un perfecto tono de obra para madurar y aleccionar al público adolescente.
Los cuentos de la bruja Brunilda (Winnie the Witch en su versión original) son un referente del humor infantil dese su primera aparición en el año 1987. Además, al ser la protagonista una bruja, un personaje presentado en la literatura a menudo como malvado, se consigue desmitificar uno de los miedos de los niños. Brunilda es un completo desastre, tanto en sus asuntos más cotidianos como en sus quehaceres como bruja. Acompañada de su inseparable gato negro Bruno, juntos viven alocadas situaciones que divertirán mucho a los niños. Desde el punto de vista adulto, los cuentos de Brunilda enseñan a reconocer los defectos propios y a reírse de uno mismo para saber respetar a los demás. Por ello es un libro a menudo incluido en centros educativos para los más pequeños. Por tanto, se trata de una perfecta obra que aúna diversión a la par que aprendizaje.
“Apoutsiak” es el cuento más famoso del aventurero Paul-Émile Victor. Este explorador era un amante de las regiones polares, lo cual supo transmitir a través de sus obras. En este libro infantil describe la vida completa de Apoutsiak, un esquimal. La historia está plagada de situaciones entrañables que además permiten acercarte con interés a la vida en las regiones más heladas del planeta. El protagonista derrocha carisma, todo bien sazonado con vicisitudes como la conducción de trineos, la caza, la vida en el iglú, jugar con los perros, etc. Se trata de un mundo a menudo visualizado como imposible, pero muy real. Por ello, al tratarse de un libro infantil, la simpatía y la calidez superan al frío y a la nieve, y despierta tu espíritu aventurero. Si te gusta aprender la vida de otras culturas y cómo sobrevive la gente en la nieve, “Apoutsiak” te resultará imprescindible.