“La maldición del rubí” fue todo un fenómeno editorial de la literatura juvenil. Su marco histórico, el Londres de la época victoriana (siglo XIX), le aportaba más interés a una historia de por sí apasionante. Sally Lockhart, protagonista de las cuatro novelas de esta serie, encuentra fortuitamente a su padre muerto en su despacho. Éste es el punto de partida de una sucesión de intrigas que harán peligrar la propia vida de Sally, la cual se enfrentará a amenazas, misterios, acertijos y advertencias. Sally acabará comprendiendo que la persigue el señor Holland, quien realmente buscaba un extraño rubí de su padre y al cual conoció en la India. A medida que la tensión crece se destapan problemáticas sociales como la corrupción, la piratería o el tráfico de drogas. Esta amalgama de temáticas, de profundidad en el desarrollo sin perder un ápice de suspense, le permitieron a Philip Pulman hacerse merecidamente con el Premio Astrid Lindgren Memorial en 2005.
Alguno podrá pensar que las historias de escuelas e internados han sido explotadas en la literatura infantil y juvenil. Es posible, pero cada autor y cada obra de seguro ofrecen una propuesta diferente. Un ejemplo es Antonia Forest y su serie Marlow, iniciada con este “Trimestre de otoño”. Las hijas de los Marlow son enviadas al colegio Kingscote en plena mitad del siglo XX, en Inglaterra. Variopintos temas son tratados en estas novelas, desde religión y deporte, hasta la cotidianeidad y la Historia. Forest sabe tratar cada tópico de manera revolucionaria y crítica, sin llegar al escándalo. Gracias a ello los personajes adquieren una profundidad inusual en este tipo de novelas para niños, lo cual enriquece la obra. Si uno se adentra en Kingscote, querrá acompañar a las gemelas Nicola y Lawrie Marlow en su viaje escolar hasta el final.
Uno de los mayores bombazos comerciales de la literatura infantil en Estados Unidos es la serie “Si le das a…”, de Laura Joffe Numeroff. Ésta archiconocida saga se inició con “Si le das una galletita a un ratón”, y ya dispuso los cimientos que caracterizarían al resto de entregas. Las ilustraciones de Felicia Bond cautivan al lector al tiempo que éste se sumerge en refranes, ideas y tretas originalmente escritas. Uno de los principales temas a tratar son las reacciones en cadena, y cómo un acto acarrea consecuencias. Como es de imaginar, la aparentemente inofensiva causa ocasiona un efecto delirante y nada lógico, el cual maravillará a los niños. Indirectamente también se está describiendo la insatisfacción de los más pequeños, quienes a menudo muestran una curiosidad insaciable. En este libro precisamente caen presos de la curiosidad, y no es de extrañar que los lectores más avezados memoricen sus líneas y las repitan en voz alta. Todo un clásico que gustará a niños y a padres casi por igual.
De la saga homónima, este libro es realmente el segundo de la misma. La saga completa de “La casa de la pradera” cuenta la infancia de la autora, y se inició con el fabuloso “La casa del bosque”. En este libro se cuenta el viaje de la pequeña Laura Ingalls con su familia desde Wisconsin hasta Kansas. Los padres de Laura muestran una actitud positiva que intentan transmitir a la niña para que se sienta segura a lo largo del viaje y para que distraiga su mente de los peligros del camino. La precisión histórica del relato es admirable, y se describen paisajes, vestimentas, costumbres y la presencia de los nativos norteamericanos. Como en otras novelas de Ingalls, la mirada es más adulta de lo que puede parecer, y la melancolía y crudeza conviven con la inocencia de la pequeña protagonista. Una imprescindible de la literatura infantil de Estados Unidos.
“Las tres mellizas” es uno de los productos españoles más exitosos en cuanto a literatura infantil se refiere. Sus historias han sido traducidas a una treintena de idiomas, y la posterior adaptación televisiva permitió el boom definitivo de estas ilustres hermanas al llegar a más de 150 países. Su creadora, la catalana Roser Capdevila, se inspiró en sus propias hijas mellizas para crear a Ana, Teresa y Elena. Para quien no las conozca, las tres mellizas rompen todo tipo de moldes con sus travesuras y sus formas de cuestionarse la realidad. A pesar de su edad, muestran una perspicacia e inteligencia fuera de lo normal, y además saben cuidarse por sí solas. Sus historias comienzan desde que son recién nacidas, hasta varios títulos más con actividades cotidianas que se convierten en aventuras. Más adelante, Capdevila lanzaría una colección de “crossovers” donde las tres mellizas comparten escenario con cuentos infantiles famosos de siempre. A menudo, la trama y el final cambian, así como los valores originales de las historias. El personaje de la Bruja Aburrida también tardó en introducirse, aunque actualmente es uno de los favoritos del público infantil. Todo un clásico de la literatura infantil catalana.