Considerada una de las mejores novelas infantiles de la historia, “El jardín de medianoche” es la obra maestra de Philippa Pearce. Y esto no es decir poco, puesto que la autora inglesa creó algunos de los relatos más conocidos y leídos durante la segunda mitad del siglo XX. La narración se centra en Tom, un chico el cual es enviado a vivir un tiempo con sus tíos. El emplazamiento es una casa de la campiña inglesa. Aunque al principio todo parece normal, Tom siente curiosidad por el pasado de la casa y cada noche se aventura en el jardín, donde conoce a una misteriosa chica llamada Hatty. Es entonces cuando la historia cobra tintes sobrenaturales y entremezcla el pasado y el presente hasta un sorprendente final. Detrás de todo ello, Pearce nos muestra un sinfín de valores que todos deberíamos asimilar. Empezando por el poder de la amistad, continuando con la tolerancia y el respecto, y concluyendo con la honestidad y fidelidad a uno mismo. El envoltorio en el que nos presenta esta maravilla es un relato absorbente que despertará la melancolía de los jóvenes lectores, y les ayudará a apreciar lo efímero de todo.
Existen en la literatura amistades improbables que acaban dando pie a algunas de las historias más fascinantes que se han escrito. En el campo de los libros infantiles esto sucede a menudo. Si tuviésemos que elaborar un ránking de amistades particulares y a la vez conmovedoras, de seguro que la de Linnea con el señor Bloom apuntaría alto. El cuento de Christina Björk “Linnea en el jardín de Monet” nos presenta a una niña sueca, Linnea, quien tiene como amigo al anciano jardinero señor Bloom. Ambos acaban viajando a París para averiguar aspectos de la obra del artista Claude Monet, a quien admiran. De esta manera se nos retrata un recorrido idílico por calles parisina y renombrados emplazamientos de interés cultural. El esfuerzo de la autora no sólo se concentra en el arte y en la narrativa, sino que con precisión describe elementos de la naturaleza, la geografía y la cultura. Las flores más idiosincráticas de París son incluso personajes secundarios. Una buena obra infantil debe tener unas sobresalientes ilustraciones, y en este caso no son para menos, de la mano de la excepcional Lena Anderson. Belleza y aprendizaje en un mismo libro.
“Pequeños bichos divertidos”, de Antoon Krings, es una antología de historietas que tienen como protagonistas a diferentes animales. Éstos son tratados como cualquier persona, y Krings nos cuenta cómo es su hogar, la vida que tienen y las aventuras que corren. Algunos de los relatos hablan de la abeja Teresa y cómo trata de encontrar a quien le ha robado la miel; la cigarra poco inteligente que se lía a la hora de llevar a cabo un encargo; la liebre que se pone contenta al llegar la primavera… Otros muchos seres desfilan por las páginas de “Pequeños bichos divertidos” como murciélagos, perros y gatos. Además de sentirse identificados con las fechorías de los animalillos, las historias incluidas también transmiten cierto misterio y los niños querrán saber qué va a pasar a continuación. Este genial recopilatorio de Krings es un excelente ejercicio de entretenimiento y buen hacer en la literatura infantil.
Los protagonistas de “El jardín secreto”, Mary y Colin, son primos. La primera es huérfana y consentida. El segundo muy irascible y además con tendencia a enfermar. Ambos viven en la mansión Manor Misselthwaite, lugar donde transcurre toda la historia. Como en otros relatos donde el ambiente es la clase alta de la sociedad, los adultos desatienden en parte a los pequeños y éstos se convierten en autosuficientes. Sobre todo Mary, antes malcriada, y ahora obligada a valerse por sí mismo. Junto a otros niños como Martha o Dickon compartirán vicisitudes siempre con la mansión como telón de fondo. El misterio gira siempre en torno al jardín secreto, un lugar oculto de la mansión con una puerta cubierta de rosales y vegetación. En este sentido también aparece el carácter naturalista de Frances Hodgson Burnett, pues se describen los cambios de estaciones y cómo éstas afectan al jardín. Una entretenida novela inglesa de principios del siglo XX.
El “Jardín de versos para niños” es una recopilación de poemas infantiles escrito por Robert Louis Stevenson. El famoso escritor inglés sabía aproximarse a la infancia con un tono inocente pero a la vez perspicaz. Es en esto donde reside la magia de sus versos, muy musicales. El acompañamiento de las ilustraciones originales de Charles Robinson permite evocar la niñez del Reino Unido del siglo XIX. Se trata de un imprescindible entre las escuelas infantiles.