El inglés T.H. White acostumbró a crear microuniversos de fantasía con suma habilidad, enganchando a lectores de varias generaciones a su obra. “El reposo de la señora Masham” es un imprescindible de este género, e incluso la fascinación que transmite invita a la relectura. El continente de este mundo mágico es una pequeña isla en medio de un lago y próxima al palacio Malplaquet. María, una niña huérfana, se aleja del palacete y se adentra en un universo que la cautivará para siempre. En la citada isla hay espacio para liliputienses (referencia a Gulliver), zorros gigantes, bebés en cáscaras de nuez y urracas usurpadoras. Tal como le dicen a María, llevan viviendo doscientos años en esa espacie de templo. La intriga también está presente en forma de personajes malévolos y objetos importantes que se han extraviado. Los valores que encarna María son dignos de admirar, y será una heroína para todo aquel que lea este libro. Una imprescindible novela santuario de la fantasía y la imaginación.
Este libro puede considerarse un producto con doble filo, con interpretaciones y valoraciones muy diferentes dependiendo de si es leído por un niño o por un adulto. Esto se explica porque, a pesar de valerse de aventuras, criaturas fantásticas y situaciones surrealistas, dentro acoge una de las más feroces sátiras de la sociedad y crítica de la condición humana. Más específicamente, Jonathan Swift pretendía atacar la Inglaterra de los Estuardo.
En él, Gulliver, un médico a bordo de un barco, naufragaba en el remoto país de Lilliput, habitado por seres diminutos, que lo retienen atado. A pesar de que entabla amistad con ellos, debe marchar. A partir de entonces se suceden otras pintorescas aventuras por Brobdingnag, Laputa y Houyhnhnms, entre otros lugares ficticios. En todos ellos Gulliver vive duras experiencias, y acaba regresando a casa con una mentalidad totalmente diferente, sintiendo aversión por el ser humano.