“El viento en la Luna” destaca por la complejidad de su argumento. Éste se entrelaza de una forma en la cual el lector, a la vez que atrapado, sentirá la necesidad de resolver cómo acabará todo. Esta rocambolesca obra fue escrita a finales de la Segunda Guerra Mundial por Eric Linklater, con ilustraciones de N.C. Bentley, y pone de manifiesto muchas de las situaciones que se estaban viviendo por aquel entonces. Las protagonistas, Dorinda y Dinah, están rabiosas porque su padre ha partido a la guerra. Achacan la mala situación a que está soplando viento en la Luna, y se comportan mal por ello. Las fechorías de Dorinda y Dinah son el motor de la obra, puesto que ambas agotan la comida, acuden a un juicio e intentan descubrir las causas de un robo. Ambas llegan a interactuar con animales, dotando de un toque fantástico a esta curiosa obra. Muchas miserias de la guerra, como el hambre, también son denunciadas en este libro. Una lectura que hará volar tu imaginación.
Monica Hughes legó un clásico de la ciencia ficción juvenil con “Crisis en Conshelf Diez”. Publicado en los años 70, curiosamente está ambientado en 2005. La autora se atrevió a trazar un futuro donde había humanos que habían colonizado la Luna. Los colonos quieren adquirir la independencia y para ello envían una misiva a la Organización de las Naciones Unidas solicitando que les concedan la autodeterminación y el autogobierno. Para ello, los colonos envían a Kepler Masterman, un chico que fue la primera persona en nacer en la Luna. Kepler no encaja bien las condiciones del planeta Tierra, y es enviado por seguridad a una colonia subacuática donde viven unos familiares. La aventura se acelera notablemente en este escenario, y Kepler será testigo de tensiones, varios movimientos independentistas, confusión y traiciones. Esta novela es, sin duda, una metáfora de lo que realmente sucedía en nuestro planeta y cuyo punto álgido fue la Guerra Fría, y una bonita iniciación a los relatos futuristas.
El contenido de “Luna de búho” es puramente lírico. El libro de Jane Yolen puede ser una de las mejores introducciones poéticas para los niños, ya que los versos están acompañados de las imágenes de paisajes nevados de John Schoenherr. La historia gira en torno a una niña que es llevada por su padre en medio de la nieve para ver un búho por primera vez. La pequeña protagonista quedará fascinada no sólo por el búho, sino por otras maravillas naturales que irá descubriendo. Es un cuento que resulta muy interesante para despertar la curiosidad por la naturaleza, para venerar las maravillas que nos rodean y para impulsar el respeto por el medio ambiente. También resalta la importancia del amor paternal. Todas estas cualidades lo convirtieron en el ganador de la Medalla Caldecott en 1988. El trasfondo está basado en experiencias propias de la autora en su granja de Nueva Jersey.
“Eclipse de luna creciente” es un clásico de la literatura húngara. Su autor, Géza Gárdonyi escribia epopeyas nacionales basadas en épocas históricas. En ésta en concreto viaja hasta 1522, durante el sitio de Eger, cuando 200000 turcos asediaron un castillo húngaro. La figura heroica es la de Istvan Dobo, pero el protagonista es el pequeño huérfano Gergely Bornemissza. Antes del sitio de Eger, la vida de Gergely transcurre entre un amor perdido, el de la joven Eva, y su lucha por sobrevivir como prisionero de los turcos. Finalmente se reencuentra con Eva y ambos participan en la defensa del asedio, junto a su hijo. La familia puede reunirse sana y salva tras la derrota de los turcos. El libro es largo, pero también muy trepidante y apreciado.
Todos los animales quieren saber a que sabe la luna, todas las noches se sientan a mirarla, hasta que un día la tortuga decide subir a la montaña más alta para intentar alcanzarla. Aunque están mucho más cerca siguen sin poder tocarla, ni probarla, entonces se les ocurre ir subiendose uno encima de otro hasta llegar a la luna; primero el elefante, después la jirafa, y así sucesivamente, hasta que finalmente un ratoncito consigue llegar a la luna, coger un trocito y darlo a probar al resto de los animales, cada uno de ellos reconocerá en el trocito de luna , su sabor preferido, y esa noche podrán descansar todos felices.
El libro va acompañado de un poster grande con los animales alcanzando la luna, y además un metro de pared para que los niños puedan ver como van creciendo.