Philippa Pearce usa una vez más los elementos autobiográficos típicos de su obra en este “Minnow en el Say”. El escenario es el medio rural inglés que envuelve a Cambridge y la época es la infancia durante las vacaciones de verano. Aunque posee reminiscencias de la niñez de Pearce, el protagonista es David, quien ayuda a Adam Codling a encontrar un tesoro vital para este último. Si no lo consigue, corre el riesgo de ser excluido por su familia. Aunque la premisa es la de una novela de aventuras, la historia va mucho más allá, sirviendo de crítica de las desigualdades sociales en la Inglaterra de los años 50. Ahí reside la riqueza del libro, junto a matices que evocan sensaciones agridulces de la infancia. Y es que, a pesar de que infinitamente es una época de felicidad cuando se vive, también nos acompañaron en ella acontecimientos difíciles que nos han marcado y que hemos debido superar. Y que, por supuesto, han moldeado nuestra mentalidad adulta. Philippa Pearce se adelanta a todo ello enseñándoselo al pequeño lector con este excepcional relato.
¿Quién no conoce las historias de Los Cinco? La celebérrima saga de Enid Blyton se inició con este título: “Los cinco y el tesoro de la isla”. En él, los personajes que nos acompañarán a lo largo de la serie son presentados: Dick, Anne, George, Julian y Timothy, el perro. Todo comienza cuando en la costa de Cornualles, durante las vacaciones de verano, se reúnen todos los protagonistas, quienes son primos o hermanos. En una expedición a la isla de Kirrin, encuentran un tesoro que estaba enterrado. Sin embargo, no son los únicos que tropiezan con el botín, sino que unos malhechores se interponen en las aventuras de Los Cinco y los hacen prisioneros. Sólo Timothy aparece oportunamente para rescatarlos. En esta primera entrega se sientan las bases de los veinticinco libros de la saga, en la cual Enid Blyton demostró la importancia de la imaginación en la ficción infantil.
El Sindicato Stratemeyer se caracteriza por series exitosas de libros como “Nacy Drew” o “La familia Bobbsey”. Además de éstas, por supuesto, están “Los hermanos Hardy” (The Hardy Boys), protagonistas de una de las sagas más importantes de la intriga adolescente. Los hermanos Hardy son detectives privados por vocación familiar, ya que su padre lo había sido antes que ellos. Frank y Joe, que es como se llaman, viven con sus padres y su tía, y a menudo tienen como ayudante a un compañero de escuela. La descripción del método policial así como el trabajo de incógnito son exquisitos en estas historias. La forma de reaccionar de los hermanos inducirá seguridad en los jóvenes lectores, los cuales se creerán más suficientes que muchos adultos. Sus historias han entretenido a miles de niños a lo largo de las generaciones, sobre todo acercándolos a obras más adultas sobre detectives. Por supuesto, también sirven como representación del adolescente de las décadas de los 30’ y 40’. A este respecto, los libros fueron reescritos para eliminar detalles discordantes con la época actual. Las historias de los hermanos Hardy han dado pie a un amplio merchandising.
El cartero Pat y sus aventuras son un caso de excepción en los universos infantiles. Normalmente, una obra surge primero como libro y posteriormente se realizan adaptaciones televisivas o cinematográficas de ella. En este ejemplo sucede al revés, el cartero Pat fue creado por Ivor Wood para la BBC, y John Cunnliffe, guionista de la misma, escribió los libros posteriormente. Curiosamente, mientras que la serie fue un éxito en Inglaterra, los libros han gozado de fama internacional. Los protagonistas son Pat, un cartero, y el gato Jess. A causa de su profesión Pat tiene muchos amigos, a los cuales visita al tiempo que trabaja. Pero obviamente también se encuentra inconvenientes que sortear, y a los cuales hace frente con una calma tremenda. Pat es un hombre sencillo, de familia, y enseña a los pequeños que no es necesario ponerse nervioso ante los problemas para solucionarlos, y que uno puede encontrar verdadero placer trabajando.
La novela “El tesoro del lago de la Plata” probablemente es la que mejor representa el Lejano Oeste de las escritas por autores alemanes. Karl May, su escritor, curiosamente no visitó Estados Unidos hasta mucho después de escribirla. Se trata de un relato de aventuras, acción y valentía en un escenario muy de moda para los emigrantes alemanes del siglo XIX. Los protagonistas son Old Firehand y Old Shatterland, los cuales llevan a su cargo a muchos hombres a un lago en las Montañas Rocosas para explotar una mina de plata. En su camino hacen frente a tribus nativas, a bandoleros que buscan un tesoro y a otro tipo de vicisitudes. Aunque pueda contener tópicos, realmente escenifica aquel Estados Unidos profundo del siglo XIX, y los indios son tratados con respeto y admiración.
“La isla del tesoro” es un clásico de los libros infantiles. Es una buena transición entre las aventuras más infantiles y otras más adultas, ya que la madurez es un tema tratado en el libro. El protagonista, Jim Hawkins, es un joven que frecuenta la posada del Almirante Bembo. Allí conoce a muchos marineros que pasan por la taberna. Uno de ellos, Billy Bones, tiene un mapa con el tesoro enterrado por el fallecido Capitán Flint. A la muerte de Bones, Jim decide emprender hacia la isla con dos hombres de confianza para recuperar el tesoro. Sin embargo, unos piratas logran enrolarse en el barco y Jim ya no volverá a estar a salvo. El libro se caracteriza por una atmósfera de amenaza constante, y Jim a base de valentía sobrevive. Despertará en los niños ese espíritu maduro y valiente.