Susan Price reflejó en “Dos peniques por cuba” la región en la que creció, una comunidad industrial situada en el centro de Gran Bretaña. De forma más específica, las personas que allí viven son mineros, los cuales convocan huelgas y se enfrentan a terribles condiciones laborales. La eterna lucha entre trabajadores y empresarios explotadores siempre ha tenido un genial exponente en las minas y en las situaciones que en estos entornos se dan. La historia es narrada a través de Jek, un minero joven que sabe que hacer huelga puede acarrearle problemas, pero que por otro lado es consciente de las injusticias a las que él y sus compañeros están sometidos. Los valores de los mineros son los de la gente humilde, y ambos mejoran como personas aprendiendo unos de los otros. Solidaridad, amistad, generosidad y concienciación apartan a la ignorancia, la tozudez o la crueldad. Las esperanzas de Jek, aunque no colmadas, resucitan tras enamorarse de la bella Rachel. Un emotivo relato que con realismo nos habla de las luchas de la clase obrera por sus derechos.