Pinin Carpi demostró en múltiples ocasiones su talento para sumergir al lector infantil en sus narraciones. En el ocaso de su carrera, Carpi nos dejó esta nueva joya, otra más para su repertorio: “El mar al final del bosque”. Al igual que con otras, Carpi citó que sus hijos tuvieron mucho que ver en la invención de la trama. Ahí es donde reside el éxito cuando la obra es leída, pues invita a dejarse absorber por el argumento, muy surrealista y contradictorio, pero que no te hace perder el hilo. Esta vez, un pequeño protagonista es trasladado a un bosque mágico y tropical en la India. Lo que allí hallará el joven nadie lo puede adivinar, pues va desde la fauna más esperada hasta monstruos horribles, pero también piratas y astronautas. Una amalgama imposible que el único efecto que causa en el pequeño lector es el de querer saber más y más, sosteniendo la intriga hasta al final. Además, el carácter onírico de la narración, invita a usar este precioso cuento como vía de salida de los problemas mundanos, pues es un espacio de diversión asegurada.
La controversia es una de las señas de identidad de las obras de Fleur Beale, escritora neozelandesa prolífica que recibió un premio nacional en 1999 por “No soy Esther”. Esta vez el turno es del sectarismo religioso y la fe ciega. La protagonista, Kirby, pierde a su madre en extrañas circunstancias y debe irse a vivir con su tío Caleb. Éste es miembro de la secta Hijos de la Fe, cuyos valores se oponen a las nuevas tecnologías y al estilo de vida moderno. Esto contraría mucho la moral de Kirby, quien no está a gusto con su nuevo rol. Mucho menos cuando oscuros y violentos detalles sobre la secta empiezan a descubrirse. La gota que colma el vaso es cuando le hacen cambiar su nombre original por el de Esther, algo por lo que nuestra protagonista no está dispuesta a pasar. La autora censura este tipo de prácticas religiosas y contextualiza al adolescente como moldeable en estos ámbitos, además de criticar abiertamente la crueldad e ignorancia de los que llevan a cabo estas actividades.
Un clásico de las novelas de detectives para niños en particular y de la literatura infantil francesa de posguerra en general es “El caballo sin cabeza”. El misterioso título deriva de un cuerpo de caballo estropeado que los niños protagonistas montan sobre ruedas y utilizan para divertirse. Dicho baluarte de la pandilla protagonista desaparece un día en condiciones misteriores. Es entonces cuando los jóvenes, intrigados por los sucesos, unen fuerzas con la policía para detener a los malhechores. El relato tiene dosis de suspense que mantendrán pegado a cualquier lector incipiente, así como los elementos característicos de las mejores historias de detectives. El inmejorable escenario es el París de los suburbios y tras la Segunda Guerra Mundial. El autor es Jean Sabran, quien bajo el pseudónimo Paul Berna publicó literatura infantil y logró bastante éxito con ello. Como se ha comentado, un clásico cuya popularidad se multiplicó con la adaptación cinematográfica de Disney en los años 60.
“La maldición del rubí” fue todo un fenómeno editorial de la literatura juvenil. Su marco histórico, el Londres de la época victoriana (siglo XIX), le aportaba más interés a una historia de por sí apasionante. Sally Lockhart, protagonista de las cuatro novelas de esta serie, encuentra fortuitamente a su padre muerto en su despacho. Éste es el punto de partida de una sucesión de intrigas que harán peligrar la propia vida de Sally, la cual se enfrentará a amenazas, misterios, acertijos y advertencias. Sally acabará comprendiendo que la persigue el señor Holland, quien realmente buscaba un extraño rubí de su padre y al cual conoció en la India. A medida que la tensión crece se destapan problemáticas sociales como la corrupción, la piratería o el tráfico de drogas. Esta amalgama de temáticas, de profundidad en el desarrollo sin perder un ápice de suspense, le permitieron a Philip Pulman hacerse merecidamente con el Premio Astrid Lindgren Memorial en 2005.
“El juego del señor Westing” es una novela que, en su planteamiento, se asemeja a una novela policiaca. Pero no es una novela de detectives al uso. Ganadora de la Medalla Newbery, este fabuloso relato para jóvenes está cargado de críticas y valores. La historia comienza con la muerte de Samuel W. Westing, un empresario que cita a la lectura de testamento a los inquilinos del edificio Sunset Towers. El señor Westing ha ideado un plan para que, por parejas, los inquilinos vayan descubriendo pistas que lleven al asesino. Una de las ideas que precisamente transmite esta novela es cómo la gente, cuando tiene cierto interés en algo, es capaz de superar sus diferencias con los demás y trabajar en equipo. Los residentes del Sunset Towers provienen de diferentes clases sociales y razas, y aun así logran entenderse. Asimismo, este libro de Ellen Raskin es una parábola del sueño americano, y mantendrá enganchado al lector con su densa e inquietante intriga.
Emma Smith estableció en “No hay manera de saberlo” un curioso género resultado de mezclar la novela rural con la intriga. Publicado en 1972, este libro narra la vida de Amy junto a su abuela en una región del interior de Gales. Entre tanta montaña y paisaje cautivador es muy fácil quedar aislado, como les sucede a ambas protagonistas. Curiosamente, el mal tiempo no es el único de los contratiempos que aparece en el relato. Un día, reciben la visita de un desconocido que se lleva algo de comida sin mediar palabra. Más adelante, otros dos hombres diferentes y con esquís irrumpen buscando al susodicho. Como el título bien dice, no hay manera de saber quiénes son esos misteriosos visitantes. Sólo más adelante Amy su abuelita sabrán que todo estaba relacionado con una conspiración criminal de escala internacional. Smith sabe compaginar suspense con tranquilidad, alternando el ritmo frenético de las visitas con las relajadas descripciones de los valles galeses. Por supuesto, también hay cabida para la relación abuela-nieta, en la que se produce el intercambio habitual de sabiduría y vitalidad que todos hemos experimentado en nuestras vidas.
No son muchas las novelas infantiles o adolescentes que generan polémica. “La excursión a Hanging Rock” es una de las que sí, tanto por su temática como por los acontecimientos que la rodearon. La historia se centra en Australia en el año 1900, y las protagonistas son las alumnas del Appleyard College, quienes realizan una excursión a Hanging Rock el día de San Valentín. La atmósfera es en todo momento inquietante y genera un aura de aprensión que no desaparece en ningún momento del relato. Además, los acontecimientos que se suceden no dejan de aumentar la tensión: varias alumnas y una profesora desaparecen para siempre; algunos relojes se detienen; y una alumna enloquece. Las consecuencias para la escuela y la familia son nefastas. La intriga es magistralmente mantenida por Joan Lindsay, quien fue criticada por el misterio sin resolver de la novela. Finalmente, tras fallecer, un epílogo fue publicado y se ofreció una solución a la historia, aunque la novela se sigue considerando un clásico de la literatura oscura para adolescentes.
Las novelas de G. Trease se caracterizan por su ambientación histórica y su fidelidad a la época que representan. Y es que el autor se documentaba a fondo para narrar una ficción verosímil que describa el pasado, especialmente el de Inglaterra. “La clave de la traición” es un buen ejemplo de ello. El protagonista es Peter Brownrigg, quien deja su pueblo escapando de la justicia, ya que participaba boicoteando al señor. En su fuga se une a Kit, una chica que también ha cometido fechorías. Ambos se disfrazan y se hacen pasar por actores de una compañía de teatro ambulante. A medida que avanzan pasando inadvertidos, los dos protagonistas se introducen en una serie de intrigas que revelan una conspiración para asesinar a la reina Isabel I. Esto hace que la historia adquiera intensidad cuando Kit y Peter tengan que correr por sus vidas. Se trata de una novela histórica espectacular para introducir a los lectores incipientes en este género.
El libro de Henry Winterfeld “Detectives con togas” es un vivo relato de intrigas políticas y misterios en la Antigua Roma centrado en unos jóvenes. El protagonista es Caius, un chico que es a menudo presionado en su escuela por su escasa inteligencia. Uno de sus compañeros, Rufus, va demasiado lejos y se ríe de él escribiendo “Caius es un estúpido” en la pizarra. El profesor decide castigarlo expulsándolo, y al día siguiente toda la clase se sorprende esperando al maestro sin que éste aparezca. Cuando van a su casa descubren que alguien lo había encerrado en su propio armario. El profesor se retracta de su decisión de expulsar a Rufus y todos van a comunicárselo. No obstante, aparece en un templo la misma pintada en alusión a Caius, y los jóvenes de Roma se movilizan para llevar ante la justicia al malhechor. Se trata de un cuento infantil que inicia a los niños en los relatos detectivescos y en tener un espíritu curioso.
La habilidad de Gaston Leroux para el misterio queda patente en “El misterio del cuarto amarillo”. En esta novela se cuenta el intento de asesinato reiterado de la señorita Strangerson, encerrado en un hermético y misterioso cuarto amarillo del castillo de Glandier. En ese mismo castillo está el laboratorio del doctor Strangerson, su padre. El protagonista es un joven reportero de habilidades deductivas prodigiosas, conocido como Joseph Rouletabille. Con la ayuda del señor Sinclair, su amigo, poco a poco van desentrañando los misterios de las circunstancias del homicidio. Rouletabille es un personaje a medio camino entre Sherlock Holmes y Tintín, y gracias a ello un icono de la literatura francesa de misterio. Su juventud también choca con los entresijos políticos y con intrigas a las cuales quizá no esté tan preparado…