Existen en la literatura amistades improbables que acaban dando pie a algunas de las historias más fascinantes que se han escrito. En el campo de los libros infantiles esto sucede a menudo. Si tuviésemos que elaborar un ránking de amistades particulares y a la vez conmovedoras, de seguro que la de Linnea con el señor Bloom apuntaría alto. El cuento de Christina Björk “Linnea en el jardín de Monet” nos presenta a una niña sueca, Linnea, quien tiene como amigo al anciano jardinero señor Bloom. Ambos acaban viajando a París para averiguar aspectos de la obra del artista Claude Monet, a quien admiran. De esta manera se nos retrata un recorrido idílico por calles parisina y renombrados emplazamientos de interés cultural. El esfuerzo de la autora no sólo se concentra en el arte y en la narrativa, sino que con precisión describe elementos de la naturaleza, la geografía y la cultura. Las flores más idiosincráticas de París son incluso personajes secundarios. Una buena obra infantil debe tener unas sobresalientes ilustraciones, y en este caso no son para menos, de la mano de la excepcional Lena Anderson. Belleza y aprendizaje en un mismo libro.
Kathleen M. Peyton prosiguió la historia que había iniciado en “La hacienda Flambards” con esta novela. Los protagonistas, Christina y Will, se han fugado para poder vivir una historia de amor lejos del ambiente opresivo de Flambards. Corren malos tiempos, pues la Primera Guerra Mundial está a punto de estallar y la pareja debe encontrar trabajo con el que mantenerse. De esta forma, atraviesan dificultades al separarse, pues Christina se emplea en un hotel y Will comienza a trabajar en un campo de aviación. Juntos saldrán a flote y, con la ayuda de una amiga de Christina, disfrutarán de una vida social feliz. No obstante, cerca del final, en una exhibición aérea, se produce un momento dramático que devolverá a la realidad a los protagonistas. Christina y Will se casan justo al inicio de la Gran Guerra, y el futuro de ambos, igual que el de resto de personas en el planeta, da un giro radical. El ambiente se enrarece y todos esperan lo que la guerra deparará. “El borde de la nube” es un bello ejercicio de equilibrio entre realismo y diversión, y en el cual se nos muestra que nunca debemos separar los pies del suelo pese a estar totalmente felices.
“La hacienda Flambards” es un frío retrato de la mentalidad tradicional inglesa y el conflicto que se produjo entre ésta y el progreso a mediados del siglo XX. El escenario escogido por Kathleen Peyton es una hacienda llamada Flambards. La protagonista es Christina Parsons, una adolescente que, tras quedar huérfana, es enviada a la susodicha finca a vivir con su tío Russell. Los elementos más tradicionales y el pensamiento más retrógado están presentes en Flambards, y Christina deberá hacer frente a ello y a las intenciones de su tío de casarla con su primo Mark. No obstante, ella se encariña más con Will, el hermano pequeño de Mark. La amistad que Christina entabla también con Dick, un empleado de Flambards, terminará por encender la ira de su tío Russell. Éste acabará usando la violencia para poner orden en la casa, y Christina y Will se verán obligados a escapar para disfrutar de su juventud y su libertad. El pensamiento progresivo triunfa y algunas tradiciones británicas son fuertemente criticadas por Peyton.