Fantasía y realidad se entrecruzan en este relato por momentos costumbrista y a ratos surrealista. María Merryweather tiene trece años y debe trasladarse a la finca Moonacre con su perro Wiggins y su institutriz. La historia está ambientada a mediados del siglo XIX en Inglaterra. El primo de María vive en un castillo de origen normando y la llegada de la protagonista hará que ésta se sumerja en un mundo fantástico inspirado en los cuentos medievales y la novela caballeresca. Criaturas fantásticas, como unicornios, habitan el valle. Allí María hará amigos imaginarios que luego son personas diferentes en la vida real. Como no podía ser de otra manera, el conflicto imperecedero entre el bien y el mal también se pone de manifiesto en “El pequeño caballo blanco”, en este caso a través de María y su primo Bnejamin. Uno representa la luna y otro el sol. El carácter pacifista de María se impondrá y devolverá la paz a la finca Moonacre. Este libro es un conjunto de ideas ilusorias que calan en el lector de la mano de la excepcional Elizabeth Goudge.
Robert Munsch quiso dar una vuelta de tuerca a las historias de los príncipes y princesas en este asombroso cuento. Rompiendo estereotipos, “La princesa vestida con una bolsa de papel” critica el costumbrismo en los cuentos de hadas, en las fantasías medievales y en las leyendas. Los giros argumentales aparecen a varios niveles. En primer lugar, la princesa debe salvar al príncipe. En segundo lugar, la princesa es ninguneada por el ataque de un dragón. En tercer lugar, no son felices ni comen perdices al final de la obra. La princesa Elizabeth y el príncipe Ronaldo se aman, pero éste es atrapado por un dragón. Dicho dragón, a su vez, ha incendiado el castillo de Elizabeth y la ha desposeído de todos sus ropajes, habiendo ésta de taparse con un trozo de papel. Aunque la princesa lo rescata, el príncipe le recrimina su apariencia, mientras que ésta insulta la inteligencia de él. Este libro de Munsch es ya todo un clásico, y hará reír tanto a niños como a mayores.
“El collar del somorgujo” es una de las más orgullosas representaciones de la literatura infantil canadiense. Empleando además parte del folclore de Canadá como leitmotiv, William Toye creó una historia excepcional. En ella se funden el mito y la leyenda para transmitir ideales de justicia y amor por la naturaleza, valores muy arraigados en el país norteamericano. El relato se inspira en una tradición de los nativos, quienes decían que el somorgujo, un ave característica de Canadá, podía curar la ceguera. En una ocasión, el somorgujo devolvió la vista a un anciano, y se dice que éste lo recompensó con un collar de conchas. El collar permaneció en su cuerpo y algunas conchas salpicaron por su espalda. De ahí el característico moteo del plumaje del somorgujo y su mancha en forma de collar. Además de la historia, las ilustraciones que lo acompañan, el característico collage de Elizabeth Cleaver, resultan maravillosas. Por si esto no fuera suficiente, “El collar del somorgujo” también es una descripción de los bellos paisajes canadienses, y una invitación a conocer este asombroso país a través de su literatura.
La historia de “La bruja de Blackbird Pond” fue merecedora de la Medalla Newbery en 1959 por su vívido relato del estilo de vida de los primeros colonos de Estados Unidos. La protagonista es Kit Tyler, quien desde las Islas Barbados llega a Connecticut para afincarse con su tía. Kit es sólo una excusa para que la autora, Elizabeth George Speare, trence un relato de supervivencia y de la vida cotidiana de una comunidad de colonos, allá por el año 1687. A lo largo de sus peripecias Kit conoce a Nat, el hijo del capitán del barco en el que viaja; William, un joven que intenta conquistarla; Hannah, una señora mayor que vive proscrita por sus creencias religiosas; y Judith, su prima. Kit se debe ganar el pan por sí misma a base de esfuerzo y dedicación, y su existencia incluso se verá peligrada por las supersticiones que imperaban antaño. De hecho, Kit es declarada como bruja cuando varios niños de la comunidad contraen fiebre. Por suerte, el sentido común prevalece y la vida transcurre de forma natural para todos.