Muchos padres pagarían por entender los entresijos de la mente de un niño, y así saber cómo tenerlo contento en todo momento. Aunque esto resulte banal, es algo muy importante durante la infancia, y los propios progenitores son conscientes de que la felicidad de su hijo, tanto en ese momento como posterior, depende en gran medida de cómo vivan la primera etapa de su vida. “Un globo para el abuelo” ejemplifica este conflicto y da una solución perfecta. El relato se inicia con la aflicción de Sam tras ver cómo un globo se escapa de su casa por la ventana y emprende el vuelo. Aunque el padre es consciente de que es irrecuperable, sabe darle un giro al argumento imprimiendo luz a la tristeza de Sam. Y es que le cuenta que el globo se ha ido a visitar a su abuelo Abdulla al norte de África. Sam se convierte en ese momento en el niño más dichoso que puede haber, pues así siente que establece una conexión con su abuelito y éste sabrá que su nieto se acuerda de él. Una vez más, Nigel Gray nos deleita con su habilidad para relatarnos historias familiares sutiles y bellas, inspiradas en la propia dureza de su infancia, que alegran la psicología infantil.
El profesor William Waterman Sherman desea pasar un año sabático de su labor como docente en Matemáticas. Para aislarse y saciar ciertas inquietudes viajeras, Sherman inicia un viaje en globo alrededor de todo el mundo. Las circunstancias del viaje lo arrastran hasta la isla de Krakatoa, donde se abre para el protagonista una cultura nueva pero también un mundo de fantasía. Los habitantes de Krakatoa viven en paz y armonía con sus recursos y con los delirantes inventos que ellos mismos han desarrollado. Pero no todo puede ser bonito cuando hay un volcán a punto de entrar en erupción… Este clásico de William Pène du Bois recibió, con todo merecimiento, Medalla Newbery en 1948. Y es que estamos hablando de una novela que aúna características de la fantasía y de la ciencia ficción, pero también de los libros y guías de viajes. Además, du Bois también ofrece una crítica a nuestra sociedad mostrándote la autosuficiencia de las sociedades aisladas y el bienestar inherente a éstas.
La escritora japonesa Keiko Sena destaca por su originalidad y por el poco convencionalismo existente en sus obras, tanto en su narración como en la forma de presentarlas. “El gato globo” se integra dentro de una saga conocida como “Gritando y lloriqueando”, en la cual Sena introduce reflexiones de forma muy sutil y extravagante. En este cuento, el protagonista es un gato que se enfada con facilidad, y que cuando esto sucede se le hincha la cabeza y se empieza a elevar cual globo. El gato se enfurruña, lloriquea, patalea y no es agradable con nadie. Sólo actúa de forma egoísta y no trata bien a nadie. Como consecuencia, el gato empieza a flotar tras hinchársele la cabeza, metáfora de las consecuencias que muchas veces acarrean nuestras acciones. Por ello, hay que pensar bien cuando tomamos una decisión, pues muchas consecuencias podrían derivarse de ella. Como podemos ver, la premisa es delirante y surrealista, muy propia de la literatura japonesa, de la cual Keiko Sena fue una fabulosa representante.
Aquí tenemos otro ejemplo del prodigio de Jules Verne como escritor y por qué se ha convertido en uno de los novelistas más famosos de todos los tiempos. “La vuelta al mundo en 80 días” es recordada entre el público infantil por su famosa adaptación a dibujos animados, aunque realmente ha sido. En el libro original, el rico inglés Phileas Fogg se apuesta 20000 libras a que completa un viaje alrededor de todo el planeta en 80 días. Su adversario, otro rico, cree que es imposible si no está minuciosamente planificado. Se embarca en multitud de aventuras con su criado francés, Picaporte. Además, intenta ser emboscado por su adversario, a la vez que perseguido por ser falsamente acusado de robo. En este espectacular clásico se suceden viajes en tren, globo, elefante, y a través de países de todos los continentes. El protagonista tiene tiempo hasta de enamorarse. Así se nos muestra como un hombre anclado en su rutina puede salir de ella, todo bajo la pluma de Jules Verne.