El argumento de “Old Yeller” evoca las mejores historias de amistad entre hombres y animales. Fred Gipson nos traslada a los años posteriores a la Guerra de Secesión estadounidense, centrándose en el joven Travis y su perro Old Yeller. Travis queda a cargo de su madre y sus hermanas mientras su padre emprende un viaje de negocios desde Texas hasta Kansas. Corren tiempos difíciles, pero Travis será salvado por un pobre perro perdido que acabará adaptando. La amistad que se forja entre ambos difícilmente es vulnerable, y sólo la trunca un suceso dramático. Eso no impide describir el estilo de vida miserable de la posguerra en Estados Unidos y realzar la relación entre el ser humano y su mejor amigo: el perro. La adaptación cinematográfica de Disney ayudó en su momento a recatapultar la fama de la obra, aunque ahora no sea una de las películas más recordadas del sello. El Honor Newbery cosechado en 1957 también ayudó a tal fin.
“El viejo Tom” (“Old Tom”) se convirtió casi desde su publicación en un éxito de ventas en Australia, ganó el S.A. Kanga Award., dio pie a una saga de cuentos e incluso disfrutó de una serie de televisión. Todo ello ha convertido a Tom en uno de los personajes más carismáticos y reconocidos de la literatura infantil australiana reciente. Y es que este “monstruito”, definido por el propio autor Leigh Hobbs como un cruce entre un perro pastor australiano y un diablo de Tasmania, se ha ganado el corazón de los más pequeños e incluso de muchos adultos. Tom llega a casa de Angela Throgmorton en una cesta, y ésta, bondadosa, lo acoge y lo cría. Pero la aparentemente infinita paciencia de Angela comienza a mermar conforme Tom hace más y más travesuras, comete descuidos y presenta comportamientos maliciosos. Cuando la convivencia entre ambos se hace imposible, Angela lo echa de casa. Tom pasa dificultades y es capturado, y Angela lo rescatará y el entrañable “monstruito” se portará bien desde entonces. Acompañado por su espina de pez como mascota, Tom es todo un icono infantil y una de las primeras experiencias de los niños de Australia con la lectura.
Esta creación de Alfonso Wong, conocido como Wong Chak, es una de las más longevas y célebres tiras cómicas de China. El protagonista es Lao Fu Zi, o señor Q, quien se presenta como un anciano de edad no concreta. En sus peripecias le acompañan una ristra de amigos, entre los que destacan la señora Chan, el señor Chiu, el señor Chin y el señor Sweet Potato. A pesar de tratarse de un cómic, el contenido de “El viejo señor Q” es trascendental y adulto. Wong caricaturiza la ciudad de Hong Kong al tiempo que critica las debilidades humanas. Los argumentos también se encuadran a la perfección en las modas de la época, y contienen múltiples referencias culturales. El éxito de la tira cómica fue tal que posteriormente ha sido adaptada al cine y televisión. Su doble lectura lo hace apto tanto para niños como para los más mayores. En definitiva, “El viejo señor Q” es una de las obras infantiles chinas más representativas de la segunda mitad del siglo XX y merece la pena disfrutar de ella.
La serie de cuentos sobre “El viejo oso”, de Jane Hissey, tiene una temática que puede asemejarse a la de las célebres películas de la saga “Toy Story”. El protagonista es un antiguo peluche oso que está olvidado por su dueño en el desván. Para que no esté solo, el resto de juguetes idean un plan con el fin de llevar al viejo oso a la habitación. Al final lo consiguen, y entonces todos empiezan a disfrutar de su compañía. Las actividades de los juguetes son como las que cualquier pandilla de niños podría llevar a cabo, y eso les gustará a los más pequeños y les ayudará a identificarse. No hay lugar a la tristeza en esta serie de libros, pero sí para las situaciones disparatadas. Las ilustraciones son a lápiz y coloreadas, de textura profundamente marcada. Se trata de un universo por descubrir para los más pequeños y en el que, una vez dentro, no querrán salir de él.