“La princesita que tenía los dedos mágicos” es un libro infantil que amenizó muchas tardes e infancias en la difícil España de la posguerra. Premio Nacional de Literatura, este cuento de hadas con estilo ligeramente socarrón se sirvió del éxito de su autora, María Luisa Gefaell, para convertirse en todo un clásico. En él se nos cuenta la tradicional historia de reyes, y princesas. No obstante, la princesa protagonista, hija del rey bueno, no es feliz porque un malvado mago le ha hechizado para que no vea el lado bueno de cada cosa. El hada, al rescate de la protagonista, le aplica por otro lado un hechizo para que todas sus acciones sean bondadoas. En esta lucha de equilibrios la princesa sentirá lo que es ser feliz, pero el rey malo y su hijo, un príncipe todavía más mezquino, le devuelven el pesimismo. La novela transcurre a través de diez cuentos que son una catapulta de los ideales de solidaridad de María Luisa Gefaell. El colorido de las ilustraciones, a cargo de Pilarín Bayés, está cargado de detalles humorísticos y enriquecen cada uno de los cuentos presentes en este clásico de la infancia en España.
Robert Munsch quiso dar una vuelta de tuerca a las historias de los príncipes y princesas en este asombroso cuento. Rompiendo estereotipos, “La princesa vestida con una bolsa de papel” critica el costumbrismo en los cuentos de hadas, en las fantasías medievales y en las leyendas. Los giros argumentales aparecen a varios niveles. En primer lugar, la princesa debe salvar al príncipe. En segundo lugar, la princesa es ninguneada por el ataque de un dragón. En tercer lugar, no son felices ni comen perdices al final de la obra. La princesa Elizabeth y el príncipe Ronaldo se aman, pero éste es atrapado por un dragón. Dicho dragón, a su vez, ha incendiado el castillo de Elizabeth y la ha desposeído de todos sus ropajes, habiendo ésta de taparse con un trozo de papel. Aunque la princesa lo rescata, el príncipe le recrimina su apariencia, mientras que ésta insulta la inteligencia de él. Este libro de Munsch es ya todo un clásico, y hará reír tanto a niños como a mayores.
Algunos cuentos suponen un hito por su atrevida propuesta y por su voluntad de romper tradiciones o cuestionar valores arraigados. Los libros del genial Pef (Pierre Elie Ferrier) son de este estilo, especialmente “La bella y lisa pera del príncipe de Motordu”. El relato se construye como una fantasía de estilo medieval, con príncipes, princesas, castillos, caballos, etc. El príncipe de Motordu tiene ciertos problemas a la hora de construir frases, ya que confunde unas palabras con otras. En dichos juegos de palabras y confusiones del protagonista nacen las absurdeces que dotan de sentido de humor a este relato. Por supuesto, estos ingeniosos juegos cobran sentido en el idioma original del cuento, el francés, lo cual lo convierte en una obra de difícil traducción. Aun así, el surrealismo que es narrado es plasmado también en las ilustraciones del propio Pef, y niños de cualquier región pueden disfrutar de cómo los príncipes y princesas son reducidos al ridículo en esta hilarante historia.
La obra de George Macdonald se caracteriza por crear entornos fantásticos que han maravillado a niños durante más de un siglo. En “La princesa y los trasgos”, la princesita Irene, que vive en un castillo, descubre una escalera a un laberinto de pasadizos. Luego encuentra un hada de la conciencia, y finalmente coincide con Curdie, un joven minero que la alerta de que unos duendes quieren casarla con su príncipe. Ambos se enfrentan juntos a los duendes, con el anillo mágico de Irene, para desbaratar el plan de los trasgos. Los textos son poéticos y el mundo de rasgos fantásticos que cambian de forma lo hacen un entretenimiento que los niños devorarán.
Este cuento es una de las pocas obras de Charles Dickens escritas directamente para un público infantil. Su vocabulario dista del de otras novelas más adultas del excelente escritor del siglo XIX. En él se cuenta la historia de Alicia, una princesa hija del rey Watkins I, el cual ha caído en la pobreza. Alicia es la mayor de 19 hermanos. Un día, un hada se le aparece al rey y le obliga a entregarle una raspa a Alicia, la cual puede pedir un deseo con ella. Alicia intenta aguantar hasta un momento decisivo para pedirlo, solicitando finalmente que se vean sanadas todas las deudas de su familia. Este libro originalmente no tuvo ilustraciones, pero en la edición estadounidense aparecieron de la mano de John Gilbert.