Fábulas existen a miles, y desde hace siglos, de hecho, desde la Antigua Grecia con Esopo. De ellas, las protagonizadas por zorros son también muchas. Pese a esta poca confianza en ofrecer algo nuevo al respecto, Margaret Wild, en conjunción con Ron Brooks, publicaron una maravilla de fábula moderna sobre las traiciones, la lealtad y la valentía. Un Perro y una Urraca son amigos inseparables y, además, se complementan y suplen las carencias o defectos de uno y otro mutuamente. El Perro es medio ciego y la Urraca no vuela apropiadamente. Un Zorro, que se les muestra un día, quiere unirse a ellos, a lo que la Urraca reacciona con desconfianza y el Perro con hospitalidad. La Urraca parecía tener razón, pues Zorro aprovecha el sueño de Perro para aprovecharse del ave y dejarla herida. Además, su motivación para hacer tal maldad es la venganza y la envidia, ya que así haría que Perro y Urraca también se sintiesen solos. “Zorro” es una obra en la que igual de esencial es la narración como el dibujo, pues los trazos de Brooks, intensos y cautivadores, afectan al ritmo de la lectura y le dan profundidad y aspereza al mensaje.
La literatura juvenil australiana siempre ha destacado. Su consideración internacional es absoluta, y sus obras suelen adquirir éxito crítico y comercial. Incluso dentro de este status se podría aseverar que la literatura infantil en Australia vivió una época dorada en la década de los 90. Un ejemplo de ello, además de otros ya citados, es esta “El hechizo del zorro”, galardonada con el Premio del CBCA en 1995. La autora Gillian Rubinstein (inglesa de nacimiento, cabe puntualizar) evoca un ambiente sobrenatural en torno a una situación cotidiana, y así trasciende su diálogo con el lector adolescente para que se identifique. El protagonista, Tod Mahoney, debe mudarse al medio rural australiano con su madre y sus hermanas para vivir con su abuela, dejando atrás Sidney. Este cambio tan brusco provocará cambios en Tod, el cual queda impactado con un zorro que encuentra muerto en un camino. Esto y la presencia de otros zorros servirán como metáfora de los sentimientos de Tod, el cual no está a gusto y se encuentra exiliado y alienado. Rubinstein aprovecha para establecer descripciones de la cultura de su país, y sabe jugar a la perfección con la trama dejando sensación de ambigüedad en el lector. Al fin y al cabo, la reflexión te ayuda a madurar, y eso es lo que se consigue en “El hechizo del zorro”.
La tradición oral puede reinterpretarse y adaptarse para crear obras infantiles contemporáneas y con elementos que doten de valor añadido a la historia original. Algo semejante es lo que sucede con “Señor Zorro”. El neozelandés Gavin Bishop escogió una fábula del folclore de Massachusetts, la adaptó y le añadió ilustraciones atractivas y cautivadoras. En este libro infantil se cuenta el daño que puede hacer un comportamiento mezquino en el resto de la sociedad. El Zorro protagonista es avaricioso y codicioso, y el rechazo por parte de los demás retroalimenta su odio y su mal comportamiento. El Señor Zorro roba sin escrúpulos, apresa animales y atemoriza a cualquiera que le haga la contraria. “Señor Zorro” podía definirse como un tipo de fábula moderna aderezada con ilustraciones que recrean lugares de Nueva Zelanda y cuyo mensaje no puede ser más directo. Como valor adicional, cabe destacar que “Señor Zorro” recibió el Premio al Libro Infantil del Año en Nueva Zelanda, en 1983.
Por todos es conocida la habilidad de William Steig para relatar a través de animales historias que se deberían situar en un mundo de humanos. Aunque “Doctor De Soto” no es su obra más conocida, sí que resulta una divertida y esperpéntica aproximación a una situación cotidiana. Y además, tiene como mensaje el mentalizar a los niños de cara a sus visitas a los profesionales de la medicina, especialmente a los dentistas. El Doctor De Soto es un ratón dentista que atiende por igual a todos los animales, grandes o pequeños, excepto a gatos y otros seres que puedan resultarle peligrosos. Su ayudante es la señora De Soto. Juntos consiguen ser los favoritos para extirpar las muelas de los animales, pues nunca causan dolor. Un zorro acude un día a la consulta, y los ratones lo atienden con profesionalidad. No obstante, cuando el zorro vuelve otro día sus instintos nacen y sus malos pensamientos son hábilmente reprimidos por el Doctor De Soto. En definitiva, una delirante mezcla entre un mundo de humanos y lo más irracional del mundo animal de la mano de uno de los escritores infantiles más leídos en Estados Unidos.
“Chanticleer y el zorro” es una adaptación de uno de los “Cuentos de Canterbury”. El relato original, titulado “Cuento del capellán de monjas”, es reescrito por la genial Barbara Cooney e ilustrado con la técnica del esgrafiado, dando lugar a una magnífica fábula más adaptada para un público infantil. La historia de Cooney , por la cual ganó la Medalla Caldecott en 1959, deja de lado las intrigas más adultas y la narración al estilo medieval, y cuenta cómo una viuda vive en una granja junto a sus hijas criando animales. Los verdaderos protagonistas, como en otras fábulas, son dichos animales. Concretamente Chanticleer, un gallo al que todos adoran y que conquista a la bonita gallina Pertelote. No obstante, la vanidad de Chanticleer y sus ganas de ser adulado le juegan una mala pasada, pues se deja embaucar por un zorro y éste lo secuestra. El gallo consigue volver a la granja pero lo hace con los pies en el suelo y sabiendo que no debe fiarse de nadie que utilice su punto débil para aprovecharse de él.
Al igual que sucedía con “Foxie”, “Roule Galette” también proviene de la tradición oral de Europa del Este. El cuento original, de origen ruso, se llama “Kolobok”. En este caso es adaptado por Natha Caputo para la colección francesa de Père Castor. El cuento muestra una torta que empieza a rodar por el campo después de que una mujer se la haya preparado a su marido. La torta vive un verdadero viaje donde se encuentra con todo tipo de animales, la mayoría de los cuales quiere comerla. Se trata de una torta humanizada, la cual se comunica y al tiempo que rueda va cantando, dejando a todos con la miel en los labios. Pero un zorro astuto prepara una artimaña para devorarla, la cual consiste en halagarla lo suficiente para que se confíe. La torta cae en la trampa y es devorada, lo cual sirve en bandeja una moraleja semejante a la fábula de Esopo “La zorra y el cuervo”. Para los niños, además, el libro es un ejercicio para aprender animales a medida que éstos aparecen.
La historia que se narra en “Foxie” procede en realidad de un cuento de Anton Chéjov. En este libro es ilustrado y desarrollado por el matrimonio D’Aulaire, mérito que les valió la Medalla Caldecott en 1940. La protagonista es una perra llamada Foxie que por aspecto parecía un zorro. Este entrañable personaje vive todo tipo de peripecias a cargo de su amo, el cual es muy bromista. Una de las veces se excede en su divertimento y causa que Foxie se pierda en medio de la ciudad. La perrita acaba en un circo entre otros animales. Aunque al principio se asusta, pronto se da cuenta que se encuentra bien y que además puede explotar su talento para el canto. Junto a otros animales, da recitales a menudo. Al final, en uno de sus conciertos, Foxie ve a su dueño y se alegra muchísimo de volverlo a encontrar. La historia puede parecer agridulce, pero es también muy realista y muestra que no toda vida pasada fue mejor.
Ésta es otra historia de la escritora británica Beatrix Potter. Al igual que las otras, maneja a la perfección el comportamiento animal y las relaciones reales que se dan en la naturaleza. En este caso, Jemima, una pata coqueta, deja la granja engalanada para buscar un sitio donde poner los huevos. Por el camino se encuentra con un lobo que parece ayudarle a buscarle un sitio y a cuidar los huevos. Sin embargo, lo único que desea es buscar el momento oportuno para comérsela. Al final, Jemima es rescatada por el perro Kep y sus cachorros, aunque no puede salvar los huevos. A pesar de sumirse en la tristeza, se salva y más adelante acaba poniendo huevos de nuevo.
En algunas partes, con el zorro, puede recordar a “Caperucita Roja”, aunque en este caso, más que moral, es una historia enternecedora. Al igual que con otros animales, en este caso Potter quería mostrar la inocencia de los patos.