Un maestro de la literatura infantil británica en los últimos años es Dick King-Smith, distinguido también por su longeva trayectoria. El género más cultivado por King-Smith, que el propio autor bautizó como “fantasía de granja”, también queda plasmado en “El ahuyentador de cuervos” (“The Crowestarver”), y esta vez además fue premiado con el Nestlé Children’s Book Prize. Spider Sparrow es un adolescente que vive en plena campiña inglesa en el seno de una familia que lo adoptó al encontrarlo abandonado. Las tradiciones se hacen fuertes en esta historia en la que Spider se va de la escuela y se pone a trabajar como ahuyentador de cuervos, al tiempo que se forma toda una pandilla con otros animales. Elementos esenciales de la obra del escritor como el culto al trabajo agrícola y las granjas están presentes en todo momento. Por otro lado, el drama irrumpe en la narración con la prematura muerte de Spider por una enfermedad hereditaria fulminante. Aunque el lector sentirá la misma pena que los padres de Spider, King-Smith sabe infundir un mensaje de esperanza ante la vida y las formas de aprovecharla siendo siempre feliz.
Philippa Pearce usa una vez más los elementos autobiográficos típicos de su obra en este “Minnow en el Say”. El escenario es el medio rural inglés que envuelve a Cambridge y la época es la infancia durante las vacaciones de verano. Aunque posee reminiscencias de la niñez de Pearce, el protagonista es David, quien ayuda a Adam Codling a encontrar un tesoro vital para este último. Si no lo consigue, corre el riesgo de ser excluido por su familia. Aunque la premisa es la de una novela de aventuras, la historia va mucho más allá, sirviendo de crítica de las desigualdades sociales en la Inglaterra de los años 50. Ahí reside la riqueza del libro, junto a matices que evocan sensaciones agridulces de la infancia. Y es que, a pesar de que infinitamente es una época de felicidad cuando se vive, también nos acompañaron en ella acontecimientos difíciles que nos han marcado y que hemos debido superar. Y que, por supuesto, han moldeado nuestra mentalidad adulta. Philippa Pearce se adelanta a todo ello enseñándoselo al pequeño lector con este excepcional relato.
Los duendecillos son seres fantásticos a menudo simpáticos y con buenas intenciones, pero a los cuales a veces los niños temen porque simplemente se inmiscuyen sin avisar en sus vidas. Esto es lo que suele hacer Dick, un pequeño duende de muy buen carácter y voluntarioso, que a pesar de ello debe esconderse de las miradas de los humanos. Dick habita una mansión de la campiña inglesa en plena Guerra Civil. Éste se encarga de barrer de vez en cuando y evitar que sucedan desastres, todo sin mostrarse a los demás y sin recibir agradecimientos por ello. Los nuevos propietarios de la casa son menos supersticiosos que los anteriores, y por eso para ellos lo sobrenatural y fantástico pierde fuerza. Su fe, no obstante, la recobrarán cuando Hobberdy ayude al hijo de la familia a conseguir el amor de la chica a la que quiere, y cuando salve a la hija de que unas brujas la secuestren. Como podemos imaginar, un fabuloso relato de un género bien conocido y representativo de la literatura infantil británica, la fantasía y la magia englobadas en situaciones realistas. Y todo esto a cargo de una experta en el campo del folclore y la tradición ingleses: Katharine M. Briggs.
Cuando Lucy Boston escribió “Los niños de Green Knowe” lo hizo pensando en lectores menores de diez años. Es por eso que esta historia no puede ser catalogada dentro del género de terror, ni siquiera en el misterio ni en la intriga. Si esto se hace es porque precisamente contienen elementos característicos de estas temáticas: mansión aislada, apariciones de seres ya fallecidos, clima horrible que invita a permanecer en la casa, atmósfera lúgubre… Nada más lejos de la realidad, tanto esta primera entrega como el resto de la saga nos inculca valores de respeto a los tiempos pasados, y a las personas que vivieron en otras épocas. Tolly, el protagonista, llega a la casa Green Know para disfrutar unas Navidades junto a su bisabuela. Ambos son capaces de comunicarse con fantasmas o, menos despectivamente, apariciones de seres fallecidos. Es así como ambos conviven con total normalidad con Alexander, Linnet y Toby, que vivieron en la misma mansión en el siglo XVII. Todos se respetarán unos a otros, y también se cuidarán mutuamente. La tensión se genera a través de ciertos rasgos sobrenaturales en la trama, siempre en su justa dosis para hacerla atractiva y verosímil al lector.
Si B.B. muestra su amor por la naturaleza prácticamente en cada una de sus obras, posiblemente “Brendon Chase” sea el libro donde este sentimiento alcanza su punto más álgido. Esta novela es una oda al entorno natural y a la vida en plena naturaleza. Ambientado en la campiña inglesa, como no podía ser de otra forma, “Brendon Chase” narra las peripecias de tres hermanos que inicialmente viven en un internado pero que escapan del mismo para sobrevivir de forma independiente en un bosque. Y lo consiguen, durante varios meses. La historia es aderezada con las excelentes ilustraciones del propio autor, las cuales incrementan el estilo ya de por sí emotivo. En general, este relato transmite valores que actualmente se han perdido en cierta manera. El principal de ellos y que se recalca es que los humanos tenemos mucho que aprender de la naturaleza, y que posiblemente sólo con ella se aprende a vivir de verdad.
“Los pequeños hombres grises” es un cuento que muestra la ideología de su autor, B.B. El amor de Denys Watkins-Pitchford por la naturaleza quedó patente a lo largo de su vida tanto por sus pinturas como por sus novelas. En esta en particular mezcla fantasía y realidad para manifestar el arraigo por la campiña inglesa. Los protagonistas son cuatro gnomos. Un día, uno de ellos desaparece, y los demás esperan pacientemente su regreso. No obstante, como esto no sucede, deciden ir en su busca dos años más tarde. Estos diminutos seres se verán en toda clase de situaciones para encontrar a su amigo: peleas, supervivencia y accidentado regreso. Los gnomos muestran habilidades insospechadas y un coraje inexorable, transmitiendo al lector valores de optimismo. Como se ha comentado, esto es reflejo del propio B.B., quien describe ciertas costumbres de la vida rural y defiende este estilo de vida. Todo ello a través de una entretenida y absorbente historia con tintes mágicos.
Los cuentos de espantapájaros resultan a menudo muy cómicos y anárquicos. Esto sucede con “Worzel Gummidge”, aunque el libro va mucho más allá del sentido del humor de estas figuras. Los diez libros que componen la saga se ambientan en la campiña inglesa y están protagonizados por espantapájaros hechos de remolacha y paja. John y Susan, dos jóvenes venidos de la ciudad, son protagonistas de excepción de la locura que se inicia con los espantapájaros. Estos espantapájaros tienen su propio dialecto, su propia forma de hablar, un comportamiento alocado y ninguna vergüenza a la hora de criticar la forma de ser de los adultos. Barbara Euphan Todd se sirve de esta figura para crear un curioso caos ordenado repleto de situaciones divertidas que al final se resuelven. La autora pretende alabar la vida rural e indagar en el conflicto que se produce entre diferentes mentalidades, y para ello emplea el humor y los juegos de palabras, lo cual convierte a “Worzel Gummidge” en una lectura más que recomendable.