De seguro que todos los escritores habidos y por haber tienen una deuda pendiente con sus iguales previos. Es decir, todo autor ha recibido inspiración de sus compañeros de profesión. A pesar de esta obviedad, lo cierto es que no todos saben reconocerlo debidamente. Eleanor Farjeon sí. Y es que esta novelista británica mezcló vivencias de la infancia y la influencia literaria que otros habían tenido sobre ella en “La pequeña biblioteca”. Este compendio de cuentos reúne casi una treintena de historias al estilo de los cuentos de hada y fantasía tradicional. Farjeon se sitúa en la biblioteca de su hogar y la torna epicentro de un revoltijo de ideas surgida de sus experiencias, hechos históricos y lecturas como la poesía renacentista o los mitos del Antiguo Egipto. En la obra se vislumbran referencias a los hermanos Grimm, Oscar Wilde y Hans Christian Andersen, entre otros. Una recopilación de visita obligada esta biblioteca de Eleanor Farjeon.
Las historias de “La señora Cucharita” han deleitado a niños en los países escandinavos durante décadas. Este entrañable personaje, creado por Alf Proysen (apodado ALF cariñosamente) e ilustrado por Björn Berg, es una mujer que encoge de forma involuntaria y repentina. La señora Cucharita tiene una tranquila vida rural en compañía de su marido, pero debe esconder algo, y es que de tanto en cuando se hace más y más pequeña hasta llegar al tamaño de una cuchara de té. Esto sucede sin que ella pueda evitarlo, y debe saber reaccionar a tiempo ante ello. Por suerte, nuestra protagonista es muy lista y sabe ponerse a cubierto de los peligros que le pueden rondar cuando es diminuta. Por ejemplo, el ser atacada por animales. Su agudeza le permite salir de todas las situaciones, y también cuenta con la ayuda de personajes como un gato, un perro o un ratón que le echan una mano en las tareas cotidianas. A medida que se lee la historia queda siempre la intriga de si la señora Cucharita podrá salir airosa de las situaciones que se le plantean, y también está la tensión en torno a que descubran su secreto. Se trata de un clásico de la literatura infantil noruega y sueca, y de un libro tan entretenido como ingenioso.
“La pequeña locomotora roja ya tiene nombre” fue un popular libro durante la Segunda Guerra Mundial en Gran Bretaña, escrito por Diana Ross. Algunos de los temas tratados se relacionan directamente con el conflicto bélico. La protagonista es una locomotora roja que sólo realiza viajes cortos y en el ámbito rural. Todos se ríen de ella y ésta se siente poco respetada. Ni siquiera tiene un nombre propio y tiene una libertad muy restringida. El momento clave para darse a conocer llega cuando dos grandes locomotoras tienen accidentes y la protagonista va a salvar al Rey de las locomotoras. Este Rey la acaba recompensando otorgándole trayectos de líneas principales y además bautizándola como “Real Roja”. Los valores de este libro son antibélicos, pues todos pueden colaborar para evitar conflictos; y todos pueden luchar por una libertad cuando no la sienten, sin sentirse intimidados por los más poderosos.
Esta obra de Dorothy Edwards es por excelencia el típico cuento para narrar en voz alta y atraer la atención del niño. En él se simula la forma en que un adulto cuenta las cosas a los niños, con frases en primera persona y con múltiples preguntas que buscan la reciprocidad del lector. La hermana pequeña resulta no ser malvada, sino muy traviesa. Los hechos que se suceden son cotidianos y se marcan profundamente en la mente de un niño. Inicialmente las historias fueron radiadas por la BBC en los años 50. El libro fue ilustrado originalmente por Henrietta Garland, aunque la espléndida Shirley Hughes le tomó posteriormente el relevo.