“La señora Doubtfire” probablemente forma parte del imaginario popular por su adaptación cinematográfica, protagonizada por el eterno Robin Williams. Para quien no lo supiera, la historia está inspirada en una genial novela de Anne Fine. El argumento es el mismo: una familia destruida por un divorcio nada amistoso. Daniel, el padre, y Miranda, la madre, no consiguen ponerse de acuerdo, sobre todo por los despistes de él y la intransigencia de ella. Nominada al Guardian Children Fiction’s Prize, esta novela sabe emplear el humor para hablar de problemas de familia, dando un paso más allá. Daniel se disfrazará de señora y llegará a ser la criada de su propia casa. Sus tres hijos enseguida descubren el pastel, pero se callan para poder pasar más tiempo junto a su progenitor. La tensión se mantiene por el miedo del lector a que Daniel sea descubierto por Miranda, aunque el relato está cargado de momentos cómicos. La autora nos hace llegar honestamente una historia familiar sin dejar de lado los dramas más cotidianos y solicitando a los padres divorciados que se lleven lo mejor posible por el bien de sus hijos, los principales perjudicados por sus desacuerdos.
A todos nos han dicho más de una vez la frase, a modo de advertencia: “Uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde”. Ésta es la premisa de “Un sillón para mi mamá”, relato de Vera B. Williams que recibió un Honor Caldecott. Las protagonistas son tres mujeres afromericanas pertenecientes a la misma familia: abuela, madre e hija. Un terrible incendio deja a las mujeres sin posesiones materiales, y entonces se percatarán de la importancia del confort en casa. Gracias al apoyo de amigos y vecinos, las mujeres empiezan poco a poco a reconstruir su hogar. Las tres mujeres se esfuerzan al máximo en pos del beneficio de la familia, y el momento cumbre llega cuando han ahorrado lo suficiente para comprarse un sillón. La historia es enternecedora y entrañable, y al incluir el drama al principio, el final deja al lector una sensación de felicidad y esperanza.
“El león de la pradera” es una especie de fábula moderna que bebe del surrealismo, haciéndola más atractiva para los lectores más pequeños. La neozelandesa Margaret Mahy, en colaboración con la dibujante Jenny Williams, tuvo un golpe de suerte y vio cómo pasó de ser una artista local a tener reconocimiento internacional y publicar 5 libros ilustrados en un año. El relato que aquí se plantea nos habla del miedo y de la amistad, y de la difusa frontera que hay entre éstos y los conceptos más opuestos. El niño protagonista teme mucho a ser emboscado por un león en plena pradera, pese a que estos animales ni siquiera la habitan. Tal es su miedo que su madre le da una caja que dice que al abrirla saldrá un dragón a defenderle. La desbordante imaginación del protagonista se materializa, puesto que abre la caja y aparece un dragón todavía más terrorífico que el propio león. León y niño se hacen amigos y se ocultan del temido dragón. Como antes se ha comentado, este libro es una fantástica fábula contemporánea con elementos fantásticos y reflexiones más ajustadas a los tiempos que corren.
La famosa adaptación al cine de “Stuart Little” probablemente haya otorgado a la obra de E.B. White más renombre del que inicialmente tenía. Pero no del que se merecía, pues cualquier libro de este genial autor es una obra de arte narrativa e ideológicamente. Esta constante la había iniciado con “La telaraña de Carlota” y la prosiguió en el relato de un ratoncito que es adoptado como un miembro más por una familia neoyorquina. El pequeño Stuart se siente uno más de la familia Little y se divierte con todos ellos en Central Park. En un cierto punto, Stuart decide escaparse para buscar a su amigo el pájaro Margalo. A partir de entonces Stuart vive una serie de aventuras que de forma velada sirvieron a White para criticar la historia de Estados Unidos. Más allá, el autor desarrolla la clásica historia del héroe que trata de encontrarse consigue mismo, y para ello ha de demostrarse su propia valía. El hecho de que emplee un ratón como protagonista no es trivial: es una metáfora de cómo debemos afrontar un mundo que a priori se nos queda grande. El entorno en el que vivimos puede ser un medio hostil y nuestro ingenio nos puede permitir sobrevivir. Al igual que al celebérrimo Stuart Little.
La segunda novela de Laura Ingalls Wilder tiene un protagonista masculino. “Un granjero de diez años” está inspirado en la vida del marido de la autora y, al igual que el resto novelas de Ingalls, es un vivo retrato de la vida en Estados Unidos a lo largo del siglo XIX. Almanzo es un chico de nueve años que sueña con ser granjero y así suceder a su padre. Por ello, todos los días se levanta temprano para hacer labores en la granja antes de marchar hacia la escuela. Almanzo disfruta esquilando ovejas, alimentando al ganado y limpiando el establo. De igual forma, lo que más divierte a Almanzo es montar a caballo. Igual que en otros casos, el propósito de Ingalls es mostrar la vida rural de su país con una presentación histórica impecable y una melancolía propia de un estilo de vida antaño muy extendido pero ahora casi olvidado.
La prestigiosa Laura Ingalls escribió “La casa del bosque”, su primera novela, cuando tenía más de 60 años. Igual que el resto de narraciones de Ingalls, “La casa del bosque” contiene retazos de las memorias de la autora y de sus antepasados. En este caso en particular, la protagonista, también llamada Laura, vive con su familia en una casa hecha de madera en medio del bosque. La familia está formada por su hermana mayor, por un bebé y por sus padres. Aprendiendo de todo lo que su padre hacer, la familia sobrevive en la inmensidad de la naturaleza sin tener ningún pueblo u otras casas próximas a ella. La vida en el bosque transcurre entre la caza de animales, la elaboración de queso y mantequilla, el curtido de pieles o la diversión en torno al fuego. “La casa del bosque” es una experiencia rural inigualable, pues además de los valores del campo se mantiene en todo momento un tono nostálgico y el realismo que alcanzan las novelas de Laura Ingalls es notable.
El caballito de madera es la historia de superación de un caballo anclado a una plataforma. El protagonista se lanza a buscar aventuras para conseguir dinero para su amo, el tío Peder. No se trata de un libro feliz en su transcurso, aunque sí excitante. El caballo está a punto de morir en varias ocasiones, aunque siempre sale airoso. Además, algunas de las proezas que lleva a cabo el caballito son increíbles para tratarse de un simple juguete. No obstante, la autora Ursula Williams consigue que todo parezca posible, dotando al caballito de un gran sentido de la humildad. El protagonista va haciendo amigos a medida que avanza la trama y finalmente vuelve a casa habiendo amasado una fortuna para su amo. Se trata de un libro muy recomendable para aquellos que realmente valoren las obras de caridad.
El relato de “El conejo de terciopelo” es muy sentimental y con ciertos aires de tristeza. Cuenta la historia de un conejo de peluche que es regalado a un niño, pero que pronto se aburre de él y lo deja en segundo plano. Más adelante, cuando pierde sus juguetes y solo puede recurrir al conejo, el niño no se separa de él y el peluche se siente muy dichoso. Además, puede incluso participar con conejos reales, sintiéndose de verdad. Sin embargo, el niño se pone enfermo y el conejo lo consuela, y al recuperarse el médico aconseja quemarlo para evitar infecciones. Al conejo se le escapa una lágrima real. Se trata de una historia adaptada en diferentes medios y que inspira el apego por los peluches tan típico de mitad del siglo XX, y que ha sido imitada por otros tantos relatos.