Si previamente nos sorprendieron con sus versiones atrevidas e irreverentes de clásicos como “Los tres cerditos”o de los antiguos cuentos de hadas, esta vez el tándem formado por Jon Scieszka y Lane Smith se reinventa para acercarnos algo que para cualquier niño puede ser angustioso: las matemáticas. Y es que el eje del libro son los problemas que un profesor plantea, y que acaban por obsesionar a toda su clase. A través de fantasías cotidianas de los alumnos y de cuestiones reiteradas al lector, Scieszka nos muestra su vena docente, y es que este célebre autor también es profesor. El estilo de Smith es también inconfundible, con el uso del collage y con atrevidas tipografías. Empezando con libros como éste, uno puede superar esa ansiedad que suponen los problemas de ciencias cuando no salen e iniciarse en su comprensión, así como en la apreciación de su esencialidad en la educación tanto como otras asignaturas.
Si en otras ocasiones hemos hecho alusión a la fama de ciertas obras por sus adaptaciones cinematográficas, esta vez no puede ser menos. Es inevitable no relacionar “Ciento un dálmatas” como un Clásico Disney. Aunque la película se estrenó en 1961, cinco años antes se había publicado la obra original en forma de cuento infantil y de la mano de una de las más consumadas novelistas británicas de entonces, Dodie Smith. La historia, que todos conocerán, ejemplifica la lucha por los derechos de los animales, y es una crítica mordaz a la sociedad del consumo y al sacrificio animal innecesario. Los señores Pongo tienen una camada de quince cachorros, y sus dueños, los Dearly, deben contratar a una ama de leche para que los cuide. Nada más conocida la noticia de la excepcional camada, la malvada Cruella de Vil los secuestra para hacerse un abrigo de piel, junto a otros ochenta y tantos dálmatas. Desorbitado sacrificio para tal fin. Por suerte, los padres acaban encontrando a sus cachorros y los salvan. Si la película es recomendable, el libro de Dodie Smith lo es todavía más, pues posee más pasajes y una mayor dosis de diversión que su homónima de la gran pantalla.
La pareja autor-ilustrador formada por Jon Scieszka y Lane Smith ya había fascinado al mundo de la literatura infantil con su versión rebelde y sin tapujos de un clásico en “La verdadera historia de los tres cerditos”. Tras el éxito de ésta, volvieron a la carga con la misma receta en “El apestoso hombre queso”. Y es que esta vez le toca el turno a los cuentos de hadas. A través de las páginas de esta fabulosa obra se desmontan tópicos como el final feliz, las lecciones morales al uso, la lucha del bien contra el mal y el amor como eje de la narrativa. Todo es más difuso ahora, y los niños desarrollarán gracias a ello su capacidad crítica, principal objetivo de los autores. Varios de los cuentos que todos conocemos tienen un diferente devenir y un final distinto. Por supuesto, no todo es cuestión de irreverencia, sino que también es un genial producto de entretenimiento y está creado para hacer reír con sus incontables dosis de humor.
Como ya se ha comentado con otras versiones de cuentos infantiles que en las últimas décadas han salido a la palestra, generalmente “modernizadas”, nunca es tarde para readaptar una idea. Ni siquiera de un clásico tan conocido y antiguo como “Los tres cerditos”. Jon Scieszka y Lane Smith, uno de los tándems más reconocido de la literatura infantil de lustros recientes, aunaron palabra y pintura para atacar el citado cuento de forma irreverente, divertida, crítca, mordaz y atrevida. “La verdadera historia de los tres cerditos” se inicia trágicamente con la muerte del primer cerdito, por culpa del derribo de la casa a cargo del lobo. Éste narra los acontecimientos desde una prisión, hecho que no se sabe hasta el final de la historia. A modo de confesión y artículo periodístico, este nuevo punto de vista hará que los niños reflexionen para ver cuál versión le convence más. De hecho, la obra es un buen ejercicio para discutir una vez se han conocido todas las versiones de un mismo suceso. Uno tiene que trabajar la capacidad crítica desde bien pequeño. Las risas están aseguradas con Scieszka, Smith y los extravagantes protagonistas del cuento recontado.
Emma Smith estableció en “No hay manera de saberlo” un curioso género resultado de mezclar la novela rural con la intriga. Publicado en 1972, este libro narra la vida de Amy junto a su abuela en una región del interior de Gales. Entre tanta montaña y paisaje cautivador es muy fácil quedar aislado, como les sucede a ambas protagonistas. Curiosamente, el mal tiempo no es el único de los contratiempos que aparece en el relato. Un día, reciben la visita de un desconocido que se lleva algo de comida sin mediar palabra. Más adelante, otros dos hombres diferentes y con esquís irrumpen buscando al susodicho. Como el título bien dice, no hay manera de saber quiénes son esos misteriosos visitantes. Sólo más adelante Amy su abuelita sabrán que todo estaba relacionado con una conspiración criminal de escala internacional. Smith sabe compaginar suspense con tranquilidad, alternando el ritmo frenético de las visitas con las relajadas descripciones de los valles galeses. Por supuesto, también hay cabida para la relación abuela-nieta, en la que se produce el intercambio habitual de sabiduría y vitalidad que todos hemos experimentado en nuestras vidas.
Muchas de las novelas de Leon Garfield están ambientadas en el Londres del siglo XVIII, un escenario que ha demostrado ser hipnótico y cautivador, tanto en literatura infantil como en historias para adultos. En este caso Garfield nos ofrece una novela en torno a un huérfano de doce años, el pequeño Smith. El chico malvive en las calles de Londres y sale adelante llevando a cabo ciertas fechorías. Un día, Smith presencia un asesinato que parece implicar a gente importante, y sabe que su destino peligra pues sabe más de lo que debería. A Smith la justicia le hace la vida posible, y su pasado como malhechor no ayuda para nada a la hora de creer su versión. Además, el protagonista es poseedor de una información relevante que no sabe a quién dar porque no confía en nadie. Ni siquiera él mismo sabe de qué se trata porque es analfabeto y no puede leer la carta. Finalmente, Smith encuentra un hogar donde estar a salvo y donde llevar una existencia más tranquila que la de las calles de una ciudad oscura y criminal. Las sensaciones más fuertes son captadas a la perfección por el autor, quien en ocasiones ha sido comparado tanto por su temática como por su estilo con Charles Dickens.
El universo de Anthony Browne siempre ha destilado un aura misteriosa a la vez que fascinante. En él conviven animales y hombres, en cierto modo, para demostrar la diversidad de nuestra sociedad y criticar las barreras que inconscientemente nos separan a unos de otros. En “Un paseo por el parque”, cuatro simios pasean por diferentes parques. Por otro lado, los humanos se encuentran en el parque mientras pasean a sus perros. De una parte se encuentra el señor Smith con su hija Smudge y su perro Albert; de otra, la señora Smythe pasea con su hijo Charles y su perra de raza llamada Victoria. Los Smith son humildes, y los Smythe apoderados. A medida que se desarrolla la historia tanto los perros como los niños superan sus diferencias y se hacen amigos. No obstante, esto no sucede nunca con los adultos. La atmósfera también es cambiante, pues las diferentes estaciones del año se manifiestan en el parque. Browne critica así los valores arraigados en nuestra sociedad y que nos impiden tener una mejor convivencia con el prójimo.
“El castillo soñado” es una novela con protagonista femenino carismático. Aunque no sea la historia más famosa de Dodie Smith, famosa por “101 dálmatas”, sí que es un bonito relato para jóvenes. El cuento se centra en Casandra Mortmain y en sus ambiciones por convertirse en escritora, intentando así corregir los pasos de su padre, un fallido escritor. El escenario es Bohemia, en los años 30’, y un castillo medio en ruinas. Este castillo resulta precioso para los que lo visitan pero un tanto aburrido para los que lo habitan. Casandra escribe compulsivamente en su diario para capturar la esencia del castillo, y su carácter se enfrenta a las pretensiones artísticas y la personalidad arrogante de los nobles. Pero la fortaleza de Casandra se ve atacada cuando se enamora de un hombre que a su vez se enamora de su hermana. No obstante, la historia recupera la esperanza para Casandra revitalizando la carrera artística de ésta, y mostrando la fuerte personalidad de la protagonista para hacer frente a cualquier tipo de vicisitudes.