Las historias de Amelia Bedelia son un cúmulo de frases disparatadas que entretendrán a cualquier niño. Su creadora, Peggy Parish, fue una estudiosa de las artes didácticas y encomendó prácticamente toda su vida a la enseñanza. Por ello sabía cómo divertir a sus alumnos. La idea que dio origen a Amelia Bedelia precisamente llegó de una experiencia en la cual Parish se dio cuenta del potencial humorístico cuando los niños interpretan algo de forma literal. Amelia es una chica con muy buenas intenciones, pero cualquier frase la entiende al pie de la letra. Es fácil imaginar las situaciones absurdas que se suceden cuando Amelia cree que cambiar la cama es desplazarla, que buscar el periódico es encontrarlo en la casa o que preparar el pollo es vestirlo y arreglarlo. Si lo que se busca es un libro que afine el sentido del humor de un niño, cualquier historia de Amelia Bedelia es más que recomendable, además de que sirve como catálogo de frases hechas que los más pequeños pueden ir adquiriendo.
Este entrañable oso ha vendido más de 35 millones de ejemplares y su popularidad es imperecedera. En la historia, llega como polizón a la estación de Paddington de Londres, procedente de Perú. El señor y la señora Brown lo acogen y le dan el nombre del lugar donde se lo encuentran. A partir de ahí Paddington es como un niño más, metiéndose en líos los cuales parecen aventuras para él mismo, enfurruñándose cuando no está de acuerdo con algo y comiendo dulces caprichosamente. Su éxito ha dado lugar a mucho merchandising e incluso se erigió una estatua de bronce en la estación de tren de Londres que le da nombre.