En España, ¿quién no conoce a Teo y nunca ha disfrutado de una de sus infinitas historias? Este niño pelirrojo de cabello rizado y jersey a rayas forma parte del imaginario infantil español desde hace generaciones. Sus libros, de escaso o nulo texto, reproducen situaciones cotidianas con las que cualquier pequeño puede identificarse. La célebre saga se inició con la colección “Teo descubre el mundo”, que incluye historias donde Teo monta en tren, en barco y en avión. El resto de entregas de las colecciones posteriores invitan a los niños a adquirir hábitos de lectura, y a disfrutar del día a día. Poco a poco, el fenómeno Teo adquirió un cariz internacional y todavía sigue vigente, en parte gracias al intenso merchandising en torno a su figura: serie, videojuegos y muñecos, por ejemplo. Teo es uno de los personajes más carismáticos y simpáticos de la literatura infantil española, y es un niño al que todos querrían tener como amigo. Los valores que transmite en sus cuentos rebosan optimismo, y ello lo convierte en un imprescindible en la educación de cualquier pequeño.
La autora Francine Vidal se basó en un cuento del folclore oral francés para escribir “El sapo de la boca grande”. Además de emplear una forma de escribir simple y basada en las repeticiones, el collage de Elodie Nouhen capta los matices de las aventuras del sapo protagonista. Dicho sapo vive de forma tranquila en un nenúfar en un pantano. No obstante, un día se cuestiona su propia existencia y, concretamente, su propia dieta. Harto de comer solamente moscas, el sapo emprende un viaje para probar otras posibilidades en su alimentación. La historia transcurre con el sapo preguntando al resto de animales qué suelen comer y las decepciones o sorpresas que el protagonista se lleva. Es imposible no ver el paralelismo entre nuestro querido sapo y cualquier niño, el cual pronto se cansa de lo que tiene y se encapricha con lo que tienen los demás. Otro paralelismo entre el sapo y el comportamiento infantil es la forma de preguntar, pues todos sabemos que los niños son muy inquisitivos y su afán por conocer les llevará en ocasiones a formular cuestiones incómodas.