¿Quién no ha tenido un día de esos que deseas acostarte y pasarlo lo más rápido posible? Éste es el punto de partida de “Alejandro y el terrible, horrible, pésimo, espantoso día”. Para un adulto esta sensación es algo a lo que se enfrenta a menudo y está más que acostumbrado. Pero para un niño, donde todos los días son un desafío constante y no hay momento de infelicidad, enfrentarse a esa sensación puede ser una tarea complicada. Alejandro atraviesa en el mismo día situaciones tan desastrosas y variopintas como que se le moje el jersey, su madre no le ponga postre en el almuerzo o le caiga un chicle en la cabeza. Y eso desde el mismo momento en que se despierta. Alejandro no deja de lamentarse, pero su suerte no cambia. Poco a poco, cuando se enfrente a esta situación varias veces en su vida, su frustración se tornará resignación, y deseará irse a la cama para empezar un nuevo día y esperar que su suerte cambie. Que Judith Viorst sea una autora infantil best-seller no es fruto de la casualidad, y este magnífico cuento es una buena prueba de ello.
“Un día de nieve” le permitió a Ezra Jack Keats recibir la prestigiosa Medalla Caldecott en 1963. Este escritor fue criado en Brooklyn en el seno de una familia judía en una época en la que los prejuicios raciales y culturales estaban a la orden del día. De ahí que sus cuentos siempre tuvieran un aire cohesionador y en el que todas las culturas y formas de vida tienen cabida. La trama de este libro es sencilla. El protagonista es Pedro, un niño afroamericano que un día se despierta y descubre que ha nevado. Pedro se divierte con la nieve como cualquiera de nosotros hemos hecho: hacer muñecos, lanzarse bolas, agitar los árboles para que caiga, tumbarse y hundirse en ella… Pedro representa a cualquier niño del planeta y en él se refleja un instinto primitivo por la diversión que todos hemos tenido. Keats utilizaba técnicas de acuarela y collage de estilo muy marcado, lo que unido a los valores de la obra de este autor lo convirtió en uno de los más influyentes de la literatura infantil norteamericana.
Los habitantes de Busytown (Ciudad Ocupada) son animales humanizados que tienen formada una variopinta sociedad igual que nosotros. Por este mensaje tan directo y positivo, “¿Qué hace la gente todo el día?” es tan famoso generación tras generación desde que se publicara por primera vez en 1968. De esta forma, los niños saben a qué se dedican los adultos y entienden la importancia de cada profesión. Las ilustraciones son muy particulares y muy detallistas, y los numerosos contenidos presentes en ellas permitirán al niño sumergirse durante mucho tiempo en esta obra. Por supuesto, también es útil para el aprendizaje de oficios, frutas, transportes, etc. Los libros de Busytown han vendido más de 100 millones de ejemplares en todo el mundo e incluso Nickelodeon adaptó una versión televisiva de la obra de Richard Scarry.