La peculiaridad de esta historia es que se muestran componentes del entorno natural subterráneo como si fueran humanos. Por ejemplo, hay niños que realmente son hierbas y flores, y se asemejan a enanos y elfos de otras tradiciones. En él se narran los sucesos de las diferentes estaciones del año, y los cambios que se dan en la naturaleza entre ellas. En primavera crecen las plantas, en verano brotan a superficie, en otoño los niños vuelven contentos a casa y descansan durante el invierno. Todo ello bajo un cálido entusiasmo al trabajo que realizan los niños de las raíces.
Las ilustraciones, de tipo romántico y elegante, acompañadas de cortos versos, hacen al libro muy suculento. Otra característica es la forma humana o antropomorfización de elementos naturales, que ayuda a los niños a comprender el mundo que los rodea y a valorarlo como parte importante de sus vidas.