La experiencia de leer “La casa embrujada” es incomparable a la de cualquier otro libro infantil. Jan Pienkowski era un perfeccionista que hizo evolucionar la literatura infantil a base de introducir detalles, ingenios y pop-ups. Muchos han dicho que esta obra es como un viaje a través de un parque de atracciones. Contiene texto e incluso una historia que seguir, pero esto queda sepultado por las apariciones de los monstruos y por los desplegables que contiene. Además, el simple hecho de que el cuento sea de terror, hace que el niño esté siempre alerta y atento a lo que está viendo. La interacción entre el lector y la obra nunca había sido llevada tan lejos como con “La casa embrujada”. Incluso el estirar un desplegable puede provocarte más de un susto… Gatos negros, ojos que se mueven, damas de aspecto lúgubre, tentáculos y muchos más detalles variopintos desfilan en esta maravilla de Pienkowski.
El animador Mo Willems se reconvertiría como escritor con esta primera incursión en el campo de la literatura infantil. “¡No dejes que la paloma conduzca el autobús!” es un cuento tremendamente interactivo que además hará reflexionar al pequeño lector. El niño debe sentirse identificado con la paloma, pues Willems la describe como un ser caprichoso y persuasivo. El padre o adulto, por otro lado, debe cumplir el rol de conductor de autobús. El texto se dirige al lector de forma espontánea, como si entablara una conversación con él. La historia cuenta cómo el conductor de autobús debe dejar estacionado momentáneamente su vehículo y solicita al lector que cuide que no se lo roben y, sobre todo, que no deje que la paloma la conduzca. La paloma se convertirá como un niño, con súplicas, pataletas, histeria y negociación desesperada. Por supuesto, como sucede con un niño, esta rabieta será temporal, y pronto se le pasará. El conductor acaba dando las gracias al lector por haber cuidado del autobús. Se trata de un libro didáctico a la vez que curiosamente entretenido.