Mientras que en la primera entrega de Corduroy el osito protagonista lucha por ser comprado y finalmente disfruta de una vida en familia, en esta segunda parte se enfrenta a una situación desesperada en lo que parecía ser una jornada divertida para él y su familia. Corduroy acude con Lisa y su madre a la lavandería. Siempre atento a lo que hacen los humanos, Corduroy queda fascinado por cómo Lisa chequea los bolsillos para no introducir nada de valor o por error en la lavadora. El osito quiere hacer lo mismo, pero se percata de que no tiene bolsillos. Sin avisar a Lisa, Corduroy se va a buscar material para fabricarse uno, pero inevitablemente se acaba perdiendo y vuelve a la lavandería en el cubo de un artista. Por suerte, Corduroy acaba siendo rescatado al día siguiente y no hay momento más feliz que su reencuentro con su familia. Don Freeman sabía perfectamente cómo tratar temas como la seguridad infantil o tener una familia que te quiera, pues él mismo era huérfano y en su vida se sintió como un juguete abandonado y rescatado de forma feliz.
Otro fabuloso cuento del animador Mo Willems es “Knuffle Bunny: Cuento con moraleja”. Basado en las vivencias del autor con su hija, los protagonistas del cuento son Trixie y su padre. La pequeña Trixie se va con su padre a hacer todo tipo de mandados y se lleva consigo a su conejito de peluche. Trixie acompaña a su padre y de vez en cuando le supone más de un quebradero de cabeza. Al volver a casa, Trixie olvida su peluche en la lavandería, y, como no sabe comunicarse, se pone histérica. La madre al final descifra lo que Trixie quiere decir y recuperan el peluche. Las primeras palabras de Trixie llegan tras recuperar a su amado conejito: “¡Knuffle Bunny!”. El estilo del libro también es muy particular, incluyendo el texto en recuadros verdes al tiempo que las ilustraciones son dibujos sobre fotografías en sepia. Mo Willems fue también aclamado por la crítica en esta ocasión.
“¿Dónde está mi osito?” es realmente un libro de poemas repleto de ilustraciones con el que Jez Alborough aborda de forma inteligente muchos temas de la niñez y de la psicología infantil. La historia cuenta cómo Eddy, un niño que ha perdido a su peluche, se pierde en el bosque tratando de encontrarlo. No obstante, lo que de repente aparece es un osito de peluche gigante, y Eddy lo coge. Caminando por el bosque hacia unos sonidos lastimeros, Eddy se topa con un oso que tiene el peluche de Eddy en sus brazos. Curiosamente, el niño a su vez sujeta el peluche del oso. Ambos se intercambian sus juguetes y despavoridos huyen a sus casas para disfrutar de ellos. Algunos tópicos que Alborough comenta es el asombro que sufre un niño ante algo que nunca ha visto antes, lo impactado que se siente ante la diferencia de tamaños y el confort que se siente al saber que no eres el único que tienes miedo a lo desconocido.
Los cuentos de “Yo soy el oso” se inician con esta primera entrega en la que se nos presenta a los tres protagonistas: el niño, el perro y el oso de peluche Fred. Este último es tirado a la basura por el perro, y el niño mueve cielo y tierra en búsqueda de su querido peluche. Al final, logran encontrarlo en el vertedero. Aunque parece que Fred inicialmente se enfade y que la relación se deteriore, más adelante siguen compartiendo todos vivencias y la historia te deja un buen sabor de boca. Todo aderezado por las rimas, muy fáciles de aprender, de Sarah Hayes, y las cálidas y reflexivas ilustraciones de la célebre Helen Craig. Sus dibujos suelen incluir bocadillos en los que vemos qué piensa cada uno de los personajes. Se trata de una historia infantil estándar de las que suelen gustar a todos y una de las tantas que tienen como protagonista a un osito de peluche.
“Cuentos de Teddy Robinson” es una de esas entrañables historias sobre osos de peluche inseparables de su amo. En este caso, Teddy pasa todo el tiempo con Deborah. El osito ama a su familia e intenta no despegarse de la niña. No obstante, ésta a veces lo olvida y, curiosamente, surgen nuevas aventuras para Teddy. El osito intentará volver con su dueña y así poder seguir recitándole poesías, una de las cosas que más le gustan al peluche. Las historias van desde fiestas de cumpleaños y visitas a parques de atracciones, pasando por percances como días en el hospital o noches fueras de casa. La serie de Teddy Robinson cosechó muchos éxitos, y, como tantas otras, se basan en vivencias del propio autor. En el caso de Teddy Robinson en la hija de Joan G. Robinson y su oso de peluche.
La archiconocida Shirley Hughes nos trae aquí otra magnífica obra. “Peluche” narra las desventuras de Dave para recuperar a su perro de peluche. Este niño pierde su preciado objeto de camino a la escuela, y mueve cielo y tierra con tal de volver a verlo y tenerlo. Su familia no sabe nada del peluche, y menos su hermana mayor. Dave se percata de que alguien debe haberse encontrado a Peluche en la calle y puede que está en el mercadillo del colegio. Y, efectivamente, Peluche está allí. El final es emotivo y gusta tanto a pequeños como adultos. Como todos los cuentos escritos y dibujados por la talentosa Hughes. Las ilustraciones son mezcla de pluma, tinta, acuarelas y gouache; y evocan a la perfección el paisaje inglés infantil. Esta obra fue merecedora de la Medalla Kate Greenaway en 1977, y es una historia genial para contar a un niño antes de irse a la cama.
Corduroy es un conmovedor osito de peluche que ansía que alguien le saque de la tienda donde está puesto a la venta. Para ello, siempre posa como mejor sabe en su estantería. Una niña se interesa mucho por él pero la madre lo rechaza por asuntos económicos. La niña finalmente logra adquirirlo con su propio dinero. Algunas peculiaridades de esta enternecedora historia son que muestran una familia afroamericana, o el característico mono con tirantes verde de Corduroy. Una vez en la casa de la niña, el oso aprovecha cada noche para salir de aventuras. Muchos consideran que esta historia de Don Freeman está desfasada, pero lo cierto es que no contiene ningún ápice de ironía o maldad, y el mensaje de bondad es muy directo.