Rara vez una ficción enmarcada en la Segunda Guerra Mundial tiene un final feliz. Y, aunque lo tenga, sabemos que el trasfondo entristece la historia. “¿Quién cuenta las estrellas?” puede alardear de ser una de las pocas novelas ambientadas en el más famoso conflicto global que acaban bien y no dejan un regusto tan agridulce. La esencia es que el camino, la narración en sí, es tenso y dramático; mientras que el clímax es liberador. Este relato de Lois Lowry se sitúa en Dinamarca en 1943, cuando los nazis estaban secuestrando y deportando a la población judía. El pueblo judío debía escapar sí o sí de la muerte segura, pese que a las maniobras también eran arriesgadas y suponían dejar su hogar atrás. Miles de judíos escaparon a Suecia para salvarse del Holocausto, y eso nos lo cuenta Lowry a través de Annemarie Johansen, la familia Rosen y Peter, un miembro de la Resistencia. El lector compartirá el sentir de cada momento como si lo estuviese viviendo. Muchas dificultades, mucha tensión sostenida, muchos desafíos se interponen entre los protagonistas, quienes logran definitivamente salvarse. Un excelente libro que fue aupado al éxito gracias a la Medalla Newbery de 1990.
La literatura adolescente húngara tuvo en Éva Janikovszky a uno de sus mejores exponentes, en Lászlo Réber a su eterno colaborador y creador de ilustraciones inolvidables, y “¿A quién se parece este chico?” una de sus obras más representativas. Protagonizada por un adolescente en pleno desarrollo físico y psicológico, cualquier lector se sentirá identificado con la metamorfosis sufrida por este chico. Ni siquiera sus padres lo reconocen, pues además de la altura que ha adquirido, se ha hecho taciturno y misterioso. La obra recibió en su país el Premio Móra Könyvkiadó, y representa uno de los mayores éxitos de la autora, con permiso de otras magníficas novelas como “Si yo fuera mayor” o “Felicidad”. Janikovszky trata siempre temas reflexivos y que nos acercan a la visión que los niños y jóvenes tienen de los adultos y del resto del mundo. Los dibujos de Réber captan a la perfección el estilo narrativo y las sensaciones de la adolescencia pese a su sencillez. Un estupendo libro que dará que pensar a más de uno.
La edición original de “¿Quién ha visto las tijeras?” carecía de texto. El autor original, Fernando Krahn, se bastó de su capacidad imaginativa e ilustrativa para dar lugar a un libro absolutamente genial. En primer lugar, por su punto de partida: las protagonistas son un objeto, unas tijeras. Ellas pertenecen a un sastre, Don Hipólito, y se cansan de cortar vestidos día tras día. Así, se escapan y empiezan a conocer lugares nuevas. No obstante, su felicidad se traduce en tajos al aire que a veces resultan desastrosos: le corta el pelo a un peatón, parte una nube, sesga las flores que un chico le regala a su chica… En una edición posterior María Luz Uribe dotó de texto a este cuento ya de por sí maravilloso, con un tono también muy humorístico. Se trata de un libro que desprende buenas sensaciones y positivismo, y en el fondo refleja valores de libertad y diversidad. Fue multipremiado por ello.