“Sopa de calabaza” es un relato escrito por Helen Cooper que muestra valores sobre la amistad y el compañerismo, y cómo esto se puede quebrantar por culpa de las envidias y las vanidades. Los protagonistas son un gato, un pato y una ardilla. Los tres viven juntos y se complementan. A los tres animales les apasiona la música, y forman un grupo en el que cada uno toca un instrumento diferente. Por otro lado, para comer, suelen preparar sopa de calabaza y cada uno tiene un cometido diferente en la cocina. Todo va sobre ruedas hasta que Pato se enfada y quiere estar por encima de los demás. Tras discutir, se escapa de casa. Gato y Ardilla esperan su regreso pero esto no sucede. Finalmente, preocupados, van en rescate de Pato y al cesar su búsqueda entonces éste aparece de nuevo en casa. El cabreo de Pato ha pasado, pero insiste en que quiere cambiar los roles en los instrumentos del grupo. Cuando los tres vuelven a llevarse de maravilla la historia transmite la importancia de superar las diferencias entre personas para tener una buena relación, y como esto es el primer paso para una longeva amistad. Además del texto, Cooper supo complementarlo a la maravilla con sus ilustraciones, y por ello “Sopa de calabaza” fue premiado en 1998 con la Medalla Kate Greenaway.
La adaptación de “Sopa de piedras” de Marcia Brown es probablemente una de las más entrañables y recordadas de las múltiples que se han realizado. Se trata de un cuento popular francés que fue versionado ya por los Hermanos Grimm, y que en función del país en el que se representa incluso tiene variaciones. La historia se centra en tres soldados que llegan a una aldea y piden cobijo y comida. Los lugareños, con miedo a ser robados, esconden todo y no les dejan entrar en sus casas. Entonces, los soldados se disponen en la calle a prepararse una sopa de piedras con una olla que tienen. Los aldeanos, intrigados, observan el éxito de esta comida. Los tres soldados empiezan a desplegar su artimaña y embaucan a los habitantes del pueblo, comentando que la sopa estaría mejor con zanahorias, coles, patatas, carne, etc. Así, poco a poco, consiguen un excelente guisó. Finalmente, los pueblerinos, además de haber compartido sus víveres, montan una gran fiesta local en la que todos comen, beben y disfrutan. Incluso llegan a echar de menos a los soldados cuando éstos deben partir al día siguiente. Se trata de una curiosa historia que todo niño debe conocer, y que en esta adaptación está ingeniosamente ilustrada y bien desarrollada.