Dentro de la literatura infantojuvenil de finales del siglo XIX y principios del siglo XX hubo un boom de historias con protagonista femenino. Dentro de éstas se encuentra “Ana, la de Tejas Verdes”, de Lucy Maud Montgomery. Ana Shirley llega a una granja gestionada por un hermano y hermana que ya son mayores, y los cuales buscan a un huérfano para que trabaje en ella. Ana no es lo que esperaban, aun así el hermano enseguida le coge cariño y consigue que permanezca convenciendo a su hermana. Pronto les quedará demostrado lo bueno de su elección, ya que Ana se gana la confianza de ambos e incluso se hace un nombre en toda la aldea. El final deja un cierto sabor amargo por la muerte del hermano, y porque Ana renuncia a su vida académica por quedarse en la granja. Se trata de un personaje que muestra el coraje y la vitalidad de las chicas en una época nada fácil para el género femenino. Respecto a otras historias similares, cabe destacar los toques oscuros de la misma que enganchan más si cabe a ella.
Este otro libro del Dr. Seuss muestra su preocupación por el poco atractivo que consideraba que tenían los libros para niños. Pensaba que no llamaban a la lectura. Lo que se cuenta es cómo un extraño personaje de apariencia ligeramente humana se niega sistemáticamente a probar un plato de nombre repugnante: huevos verdes con jamón. Otro personaje, Sam, intenta que lo pruebe una y otra vez, probando diferentes situaciones y localizaciones. Finalmente, en un lugar poco corriente y rodeado de animales de todo tipo, el protagonista accede y saborea dicho plato. La moralidad del libro es clara: hay que animarse a probar cosas nuevas y liberarse de los miedos o prejuicios que te impiden decidirte. De nuevo destaca el ritmo narrativo de Seuss y sus absurdas ilustraciones.