Si se ha comentado que la literatura escandinava ha gozado de éxito en todos los rangos de edad, especialmente el infantil, y durante tanto tiempo, un paradigma es el sueco Ulf Stark. En “Las mágicas zapatillas de mi amigo Percy” se rodea del ilustrador finlandés Olof Landström para contar una historia mágica y enérgica. El protagonista, llamado Ulf como el autor, carece de confianza y amor propio, sensaciones que se intensifican cuando un chico valiente y fuerte llamado Percy llega al colegio. Percy y Ulf se hacen amigos, y el valeroso Percy confiesa al protagonista que todo se lo debe a sus zapatillas, que son mágicas. Le promete que al renovarlas, se las dará. Ulf le da a Percy muchos de sus objetos personales, y consigue las zapatillas ya utilizadas de su nuevo amigo. Ulf cambia al instante y adquiere las virtudes de Percy, ganando autoconfianza y motivación. El niño que lo lea, no obstante, cuestionará si eso es cierto o se debe a la psicología moldeable de Ulf. Stark nos habla de la amistad de una nueva forma, y la importancia de tener contento a un joven para que pueda perseguir sus sueños y no se rinda ante las adversidades. Tal fue el éxito que esta primera entrega acabó siendo el origen de una trilogía.
Aunque mucha de la literatura infantil que conocemos internacionalmente procede del mundo anglosajón, ya sea Inglaterra, Estados Unidos o Australia (un foco cada vez más predominante de producción de obras para niños), hay muchos países o regiones con fuerte arraigo en la publicación de exitosos cuentos. Por ejemplo, Francia o Escandinavia. Respecto a esta última, los países nórdicos han sido un referente mundial durante todo el siglo XX, y se sigue manteniendo gracias a libros como “Else-Marie y sus siete pequeños papás”. Este cuento bebe de la extravagancia de la literatura sueca, y la autora Pija Lindenbaum es todo un ejemplo moderno. La narración muestra a Else-Marie, una niña de seis años normal que tiene no uno sino siete padres. Esto impedirá a Else-Marie ser feliz pero más por psicología que por los acontecimientos reales. Y es que la protagonista sólo piensa en el “qué dirán”. Los siete papás son diminutos y están muy ocupados. Finalmente, nadie presta verdadera atención al hecho ni trata a Else-Marie de forma rara, y la autora nos da una lección para admitir la diversidad social y que uno no debe temer a ser diferente, pues todos somos distintos y poseemos valores de los que sentirnos orgullosos.
“El niño que dormía con nieve en la cama” es una de las varias incursiones que el célebre autor sueco Henning Mankell ha efectuado en la literatura adolescente. Y es que este escritor es uno de los máximos exponentes de la novela negra escandinava (más que recomendables son sus libros protagonizados por el inspector Kurt Wallander). El protagonista es el adolescente de trece años Joel Mankell, quien ya había aparecido en dos novelas previas. La psicología del personaje empieza a sufrir una metamorfosis, la cual se traduce en un cambio de la visión del mundo y de las perspectivas vitales. Joel siente que su pueblo se le queda pequeño, y la chica de la que se enamora, diez años mayor que él, no le corresponde. La reacción de Joel para hacerse notar es empezar a tocar en un grupo de rock e intentar ser famoso, ínfulas que a todos nos han perseguido alguna vez. Mankell maneja a la perfección problemas individuales desde un punto de vista universal, con una prosa cuidada y poética, ingredientes que componen esta novela extrañamente cautivadora.
Cuando somos adolescentes y nos enamoramos, enaltecemos la figura de la otra persona como si fuera un Dios o una Diosa. La intensidad del sentimiento es tan fuerte que pensamos que vamos a estar con él o con ella el resto de nuestras vidas. Pero la realidad es mucho más cruda, y por ello el dolor por la ruptura de una relación adolescente es tan profundo. Per Nilsson maneja esta temática a la perfección con una narración cuanto menos curiosa, articulada a través de los objetos que el protagonista colecciona de su relación. Como historia de realismo arraigado, el final no es feliz, sino angustioso, pero esto es algo que se ve venir durante toda la novela. Ann-Katrin ha hecho mucho daño al protagonista, y el amor puro, primerizo y tan vivo se transforma en odio, desengaño y desencanto. Ese tipo de vivencia a menudo son descorazonadoras para cualquiera, y alguien que todavía no las haya vivido puede estar avisado gracias a este excepcional “Deleite del corazón”.
La literatura adolescente sueca tiene en Peter Pohl un referente, y en “Mi amigo Johnny” un ejemplo perfecto. Esta novela está contada de una forma curiosa, puesto que se narra en forma de recuerdo a partir de un interrogatorio que la policía hace a Chris, el protagonista. Johnny es un chico pelirrojo que fascina a todos los niños de la escuela por su destreza con la bicicleta. Al mismo tiempo, Johnny está envuelto por un aura de misterio porque nadie conoce su verdadero origen ni su pasado. Esto es lo que la policía cuestiona a Chris, y cómo se construye la historia en torno a ello es una delicia. El relato carga de interrogantes al lector, manteniéndolo pegado página tras página. Al fin y al cabo, el suspense se sostiene porque es una situación con la que todos nos podemos ver identificados, una batallita más de la adolescencia que acogemos con nostalgia.
Existen en la literatura amistades improbables que acaban dando pie a algunas de las historias más fascinantes que se han escrito. En el campo de los libros infantiles esto sucede a menudo. Si tuviésemos que elaborar un ránking de amistades particulares y a la vez conmovedoras, de seguro que la de Linnea con el señor Bloom apuntaría alto. El cuento de Christina Björk “Linnea en el jardín de Monet” nos presenta a una niña sueca, Linnea, quien tiene como amigo al anciano jardinero señor Bloom. Ambos acaban viajando a París para averiguar aspectos de la obra del artista Claude Monet, a quien admiran. De esta manera se nos retrata un recorrido idílico por calles parisina y renombrados emplazamientos de interés cultural. El esfuerzo de la autora no sólo se concentra en el arte y en la narrativa, sino que con precisión describe elementos de la naturaleza, la geografía y la cultura. Las flores más idiosincráticas de París son incluso personajes secundarios. Una buena obra infantil debe tener unas sobresalientes ilustraciones, y en este caso no son para menos, de la mano de la excepcional Lena Anderson. Belleza y aprendizaje en un mismo libro.
Las peleas entre hermanos son algo cotidiano y, sin embargo, no son habituales entre la literatura infantil. “La hermana mayor” aborda parcialmente este tema. Dichos conflictos están acentuados por la diferencia de edad, y lo que siente cada uno es genialmente reflejado en los pensamientos individuales a cargo de la sueca Siv Widerberg. La hermana mayor es más consentida, se cree adulta y más fuerte. La hermana menor quiere ser como ella pero, lo que el lector también aprecia, es que la hermana mayor en ocasiones quiere convertirse en la pequeña. El relato, aderezado con las ilustraciones de Cecilia Torudd, también deja espacio para la crítica a los adultos. Y es que los padres son quienes tienen que encauzar a sus hijos y enseñarles a convivir en paz y armonía, y bajo unos firmes valores familiares. Una historia para aprender y divertirse.
La sueca Maria Gripe es célebre por sus cuentos oscuros y con elementos sobrenaturales. “Agnes Cecilia” recibe este título por la muñeca que es regalada a la protagonista, Nora. A esta joven la han enviado con una familia de acogida tras perder a sus padres. Por si esto no fuese de por sí dramático, una serie de extraños sucesos acontecen a Nora, los cuales relacionará con fantasmas. Nora intuye que dichos fantasmas están relacionados con la desaparición de sus padres. Tras resolver el misterio, la embriaga una paz interior y un sentimiento de liberación. Maria Gripe se caracteriza por describir espléndidamente la psicología de sus personajes, y las quimeras y pensamientos de Nora así lo demuestran. Asimismo, hay un clima constante de tensión porque cualquier posibilidad sobrenatural está abierta. “Agnes Cecilia” funciona como cuento de fantasmas, pero sobre todo como descripción de la difícil etapa que supone la adolescencia en algunos sentidos.
Las historias de “La señora Cucharita” han deleitado a niños en los países escandinavos durante décadas. Este entrañable personaje, creado por Alf Proysen (apodado ALF cariñosamente) e ilustrado por Björn Berg, es una mujer que encoge de forma involuntaria y repentina. La señora Cucharita tiene una tranquila vida rural en compañía de su marido, pero debe esconder algo, y es que de tanto en cuando se hace más y más pequeña hasta llegar al tamaño de una cuchara de té. Esto sucede sin que ella pueda evitarlo, y debe saber reaccionar a tiempo ante ello. Por suerte, nuestra protagonista es muy lista y sabe ponerse a cubierto de los peligros que le pueden rondar cuando es diminuta. Por ejemplo, el ser atacada por animales. Su agudeza le permite salir de todas las situaciones, y también cuenta con la ayuda de personajes como un gato, un perro o un ratón que le echan una mano en las tareas cotidianas. A medida que se lee la historia queda siempre la intriga de si la señora Cucharita podrá salir airosa de las situaciones que se le plantean, y también está la tensión en torno a que descubran su secreto. Se trata de un clásico de la literatura infantil noruega y sueca, y de un libro tan entretenido como ingenioso.
La autora sueca Barbro Lindgren inició la saga sobre Rosa intentando preparar a los niños ante las primeras experiencias que suelen vivir fuera de casa y alejados de sus padres. Esto le llevó al éxito internacional. Rosa es una perrita blanca y negra que, en este caso, debe prepararse para su primer día de guardería. Rosa está enfadada porque la lleven sin ella querer, aunque en el fondo no es más que una rabieta por el miedo y desconcierto que vive ante la situación. Teme no saber comportarse. Una vez allí, se suelta y hace muchos amigos entre el resto de cachorros, aunque también vivirá experiencias contrarias como enfermedades, riñas entre perros, disciplina, etc. El universo de Rosa está plagado de perros que, aunque tienen dueño, parecen muy independientes. Lindgren se alió otra vez con Eva Eriksson para ilustrar sus historias, y el resultado es un libro que gustará mucho a los más pequeños porque los ayudará a enfrentarse ante experiencias que les serán inevitables.