“Una arruga en el tiempo” supuso un hito en la década de los 60’, ya que es un popurrí de géneros un tanto extraño que dota al libro de un atractivo inusual. La protagonista es Meg, una chica inteligente, incomprendida socialmente, de gafas gruesas y maniática. Junto a su hermano, Charles, ambos emprenderán un viaje a un planeta lejano en búsqueda de su padre. Éste, el cual es científico, desaparece en misteriosas circunstancias, y los niños van detrás de él cuando tres curiosas mujeres aparecen en el jardín y se llevan a los dos hermanos. Madeleine L’Engle introduce conceptos científicos reales y aporta elementos fantásticos para describir un viaje excitante donde Meg deberá enfrentarse a un malvado cerebro sin cuerpo. Con su esfuerzo todos los problemas se resolverán y se da cuenta de que pronto será una mujer responsable. La autora aúna ciencia ficción con otros géneros en un libro para jóvenes tremendamente envolvente que sirve como vehículo para transmitir sus propios valores.
La historia de “Mujercitas” es muy famosa por sus adaptaciones audiovisuales. Narra la vida de una gran familia, y dentro de ella la convivencia de cuatro hermanas: Meg, Jo, Beth y Amy. Juntas aprenden a sobrellevar los problemas (su padre es combatiente de guerra, por ejemplo) y a apoyarse entre sí. Ayudadas, por supuesto, por su madre, Marmee. Cada una de las hermanas es un cliché (generosa, valiente, soñadora y superficial), y entre ellas aprenden a mejorar como personas. La narración más doméstica abre paso a un relato de amor familiar y a la importancia de que ésta se mantenga unida hasta en los peores momentos. La novela dio lugar a secuelas menos famosas, como son “Buenas esposas” y “Los muchachos de Jo”.
Meg es una bruja la cual a menudo no tiene éxito efectuando sus hechizos. En sus aventuras la siguen su rayado gato Mog y un búho. El primer libro de todos muestra cómo Meg y Mog se despiertan en medio de la noche para acudir a una fiesta de Halloween. Vistiéndose y marchándose de forma atropellada, llegan a la fiesta, donde las cosas no van a mejor. En una metedura de pata, y dicendo “Abracadabra”, convierte sin querer al resto de asistentes en ratones, habiéndose de esperar al siguiente Halloween para revertir el efecto del hechizo.
Las aventuras de Meg y Mog son fácilmente reconocibles con sus estirados dibujos en blanco y negro, sobre fondos que destacan. No se usa un texto excesivo, siendo éste más de corte didáctico que poético. Eso sí, en cada página se vislumbra el sentido del humor característico de las historias de Meg, llevadas en ocasiones a la televisión.