Cuando el hijo de tres años del reverendo W.Awdry estaba enfermo, para calmarle y entretenerle le contaba este cuento donde las locomotoras tomaban forma humana con diferentes cualidades, una grande y engreída, otra asustadiza, y otra aventurera. Las locomotoras viven aventuras como si fueran humanas. También les gustan mucho a los niños las fabulosas ilustraciones de estas preciosas máquinas.
Lo que era un cuento que había inventado un padre para sus hijos, podía haberse quedado ahí, pero su mujer lo convenció para que lo enviará a una editorial, esta lo publicó, y aunque era una época muy difícil cautivó la imaginación de público y se vendieron miles de ejemplares.
Es un libro clásico que ha aguantado bien el paso del tiempo.